• La mentira está ahí fuera

    «La mentira no les pasa factura», me decía hace unos días un colega. Se refería a los divulgadores de lo paranormal. Los dos seguimos sus andanzas desde hace décadas y hemos comprobado que los embustes les salen rentables. «No es que la gente no recuerde que Iker Jiménez se inventó casos como los del cosmonauta fantasma y el caminante de Boisaca, sino que encima le han dado premios de periodismo», añadía mi amigo un tanto desconsolado. Comparto su desazón.

    Las trapacerías de los más populares vendedores de misterios españoles se cuentan por cientos desde tiempos del psiquiatra Fernando Jiménez del Oso (1941-2005), un pionero en lo de dar gato por liebre psíquica. Pasar revista a todas requeriría de una enciclopedia de varios volúmenes en la que los dos citados y otros expertos estarían acompañados por representantes de la más genuina picaresca ibérica como el parapsicólogo Germán de Argumosa, al que deben su fama inicial las caras de Bélmez, y el ufólogo, parapsicólogo y echador de cartas Prudencio Muguruza, inventor de la leyenda del pueblo maldito de Ochate.

    No creo que una obra así vea la luz y, además, me temo que de hacerlo pasaría desapercibida. Casi todos los grandes medios y grupos editoriales tienen cadáveres paranormales en los armarios y ninguno va a ventilarlos. Algunos muertos llevan ahí desde los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando, por ejemplo, Jiménez del Oso contó a los espectadores de TVE que Estados Unidos y la Unión Soviética estaban trasladando a una élite a Marte para garantizar la supervivencia de la humanidad ante un inminente fin del mundo. El psiquiatra de lo paranormal tenía una presencia imponente -con sus ojeras, su profunda voz y el humo del cigarrillo a su alrededor- y era un buen comunicador, pero no por eso lo que decía era menos falso. Añorar la seriedad de Jiménez del Oso es como añorar la libertad y el bienestar de la España de principios de los años 80.

    Txumari Alfaro firma libros el día de Sant Jordi de 2009. Foto: Dovidena del Campo.
    Txumari Alfaro firma libros el día de Sant Jordi de 2009. Foto: Dovidena del Campo.

    Recuerden también al curandero Txumari Alfaro. Desde 1996, promocionó durante más de dos décadas sus remedios mágicos en programas de televisión y radio, revistas y periódicos. Los escépticos advertimos desde el primer día de la irresponsabilidad de dar altavoces a un personaje que recomendaba al público guarradas como beber la orina. No sirvió de nada. Los medios de comunicación hicieron sistemáticamente oídos sordos a nuestras quejas. Hasta que en enero de 2018 se hizo viral un vídeo en el que Alfaro recomendaba, a enfermas de cáncer de mama, que lo mejor para superar ese mal es renunciar a cualquier tratamiento y decía que los niños que sufren cáncer lo padecen porque no fueron deseados. Entonces, de la  noche a la mañana, el terapeuta alternativo pasó a ser un peligroso charlatán digno de repudio.

    Ahora también reniegan de Iker Jiménez muchos de los que antes lo jaleaban o lo veían como un pillo inofensivo, un Tristanbraker o Carlos Jesús con aires de grandeza. No lo rechazan porque hayan salido a la luz trapacerías como la de mandar a un colaborador a grabar voces fantasmales a un campo de exterminio nazi, como hizo en 2010. Tampoco porque haya ensalzado a un expoliador de yacimientos arqueológicos, como hizo en 2015, o porque haya retocado burdamente unas fotos para que un muerto en la Guerra Civil se parezca a una de las caras de Bélmez, como en su libro Tumbas sin nombre (2003). El director de Cuarto milenio ha caído en desgracia por su coqueteo con la ultraderecha y por haber difundido el bulo de que, como consecuencia de la DANA que arrasó Valencia el 29 de octubre, en el aparcamiento de un centro comercial había «muchos cuerpos, muchos cuerpos», y se ocultaba a la población. Vale, es una trola muy gorda en un momento muy delicado, pero ¿qué se esperan de quien ha hecho fama y fortuna con apariciones fantasmales, abducciones y posesiones demoniacas? Bastante hizo con no descubrir espectros ululantes entre los restos de la riada.

    Este año cumple treinta la película de la autopsia del marciano de Roswell, una filmación en blanco y negro que causó sensación en 1995. Documentaba la supuesta autopsia a un tripulante del platillo volante estrellado en Nuevo México en 1947 por personal militar estadounidense. Pero estaba grabada solo con una cámara, en blanco y negro, sin recrearse en detalles y ocultando las caras de los presuntos médicos forenses, algo impropio de un acontecimiento histórico. Científicos, expertos en efectos especiales y escépticos coincidimos desde el principio en que era un montaje y el alienígena, un muñeco. El ufólogo Javier Sierra defendió durante meses la autenticidad de la grabación en la revista Año Cero, dirigida por Enrique de Vicente, con titulares como «¡Estaban vivos!» -«los extraterrestres capturados por Estados Unidos»– y «¡Jaque a la ciencia!». El marciano era un muñeco

    Javier Sierra defendió en 1995 en la revista 'Año Cero' la autenticidad de la película de la autopsia, que, según él, suponía un reto para los científicos.
    Javier Sierra defendió en 1995 en la revista ‘Año Cero’ la autenticidad de la película de la autopsia, que, según él, suponía un reto para los científicos.

    Años después, los autores de la broma contaron con pelos y señales cómo la urdieron. Entonces Sierra -que tiene la habilidad de decir lo que quiere oír su público sin decirlo expresamente- quedó definitivamente en evidencia, como cuando sostiene que «los templarios conocían América antes de Colón» y cuando en 1996 visitó el País Vasco a la caza del chupacabras para descartar que unas muertes de ganado tuvieran ese origen, pero apuntar a «actividades humanas que se desarrollan al margen de la ley y de la ciencia».1 Su colega Bruno Cardeñosa, para quien ningún avión se estrelló contra el Pentágono el 11-S, sostuvo en 1996 que ovejas muertas en Euskadi habían sido víctimas del chupacabras. Para el actual director de La Rosa de los Vientos (Onda Cero), el informe de la Ertzaintza que atribuía los ataques a lobos o perros asilvestrados estaba «plagado de errores» y en algunos puntos faltaba a la verdad.2 

    Todavía estamos esperando a que Juan José Benítez –maestro de Bruno Cardeñosa, Josep Guijarro, Iker Jiménez y Javier Sierra– reconozca que en 2004 presentó, en la serie Planeta encantado (TVE), un montaje de animación como una filmación de astronautas explorando ruinas extraterrestres en la Luna. Benítez es el plusmarquista nacional de los bulos paranormales, sobre todo porque lleva cincuenta años en el ajo. Empezó persiguiendo platillos volantes para La Gaceta del Norte en los años 70, cuando presentó como reales los contactos de un grupo de peruanos con extraterrestres y encontró pruebas de que una humanidad convivió con los dinosaurios. Después, descubrió que Jesús visitó Roma y presenció los juegos en el Coliseo -cuando el Jesús bíblico murió todavía no se había construido ese edificio, pero eso a quién le importa-, que seres de Orión levantaron las pirámides de Egipto y que el arca de la alianza era un arma de destrucción masiva, entre otras cosas. Y, en los últimos años, ha soltado perlas como que la pandemia del coronavirus fue un ensayo general para la llegada de un meteorito enorme que provocará 1.200 millones de muertos en 2027, que «la Biblia es el mejor libro de ovnis del mundo» y que «el ébola lo han lanzado militares norteamericanos sobre África», respecto a la epidemia de 2014.

    De la misma opinión es Enrique de Vicente, el conspiranoico de cabecera de Iker Jiménez. Según este veterano del negocio del misterio, Bill Gates, George Soros y el Ejército de EE UU estuvieron detrás de la epidemia de ébola en África occidental de 2014. Entre las incontables tonterías que jalonan su historial, De Vicente aseguraba en 2010 que dos círculos del cereal aparecidos en Reino Unido contenían en clave una cuenta atrás para la apertura de puertas dimensionales antes de 2012, un año después achacó el accidente de tren de Angrois (La Coruña) a un «incremento de la radiación cósmica» y sostiene que sobre el 11-S «no se ha dicho la verdad» y se dinamitó uno de los edificios. El experto cuartomilenario vaticinó en 2013 que Francisco iba a ser el último papa, algo que nadie le ha recordado tras la entronización de León XIV.

    La mentira está ahí fuera, es rentable económicamente, reputacionalmente sale gratis y hasta supone un plus en el mundo del misterio, donde los mejores investigadores no son los que resuelven casos, sino los que cuentan los sucesos más increíbles. Además, nadie se acuerda de las trolas, ni siquiera los periodistas que a veces entrevistan a alguno de los citados cuando publica un libro. Y ese es otro asunto del que casi nadie habla: en España existe una poderosa industria editorial que ha hecho de la mentira un gran negocio. Así que tengan cuidado ahí fuera, como aconsejaba el sargento Phil Esterhaus a sus hombres en la serie Canción triste de Hill Street.

  • El holocausto nuclear marciano de ‘La Razón’
    Josep Guijarro, durante una grabación para TV3 en 2011. Foto: Mulder1205.
    Josep Guijarro, durante una grabación para TV3 en 2011. Foto: Mulder1205.

    «La ciencia lo confirma: Marte fue arrasado por una guerra nuclear», sentencia el diario madrileño La Razón. La noticia la firma Josep Guijarro (Tarrasa, 1977), periodista con una larga trayectoria en eso que se ha dado en llamar el mundo del misterio. Ufólogo antes que nada, fue redactor-jefe de la revista Más Allá y el último director de Karma.7. Desde hace años, colabora en La Rosa de los Vientos de Onda Cero, que dirige su amigo y también misteriodista -como acertadamente llama Mauricio-José Schwarz a estos personajes- Bruno Cardeñosa, capaz de ver un fantasma en una figura de cartón en la película Tres hombres y un bebé (1987), investigar casos del chupacabras en el País Vasco en 1996, defender que el 11-S no se estrelló contra el Pentágono un avión, sino un misil en un autoatentado y tragarse el falso experimento telepático del Nautilus, entre otras perlas. 

    Guijarro, para quien la teoría de la evolución es un invento masónico, tiene una sección en La Razón que casi nunca defrauda. Gracias a la apuesta del diario de Grupo Planeta por el periodismo de vanguardia del ufólogo catalán, nos hemos enterado de que en 1993 veintitrés soldados rusos fueron convertidos en piedra por una tecnología extraterrestre, de que tres volcanes submarinos de Canarias han reavivado el misterio de la Atlántida y de que los encuentros cercanos con ovnis conllevan un riesgo para la salud. Todas estas historias tienen tanto fundamento como la de la guerra nuclear marciana, que, para colmo, no es nueva.

    El promotor del holocausto nuclear en Marte es John Brandenburg, físico del plasma estadounidense para quien en la región de Cydonia hay restos de una esfinge y pirámides como las de la meseta de Guiza (Egipto). Esas estructuras fueron fotografiadas en 1976 por el orbitador de la Viking 1, pero la Mars Global Surveyor en 1998 y la Mars Reconnaissance Orbiter en 2007 demostraron que se trataba de ilusiones ópticas. Brandenburg rechaza esa explicación. Y Guijarro apostilla que «análisis de imágenes de misiones como Mars Odyssey, Mars Reconnaissance Orbiter y Mars Express han revelado posibles vestigios de objetos erosionados que, en opinión de Brandenburg, podrían ser restos de una civilización antigua». ¿Pruebas? Las de siempre, ninguna.

    En 2011 el físico estadounidense propuso, en dos pósteres en la Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria, que las concentraciones de elementos radiactivos en dos regiones del planeta rojo apuntaban a la posible existencia de un reactor nuclear natural. Tres años después, fue más allá y concluyó en The Journal of Cosmology -un sitio de internet que da crédito a ideas pseudocientíficas- que «la civilización [que construyó las pirámides y la esfinge] parece haber sido primitiva e indígena de Marte. Considerando todo en conjunto, la evidencia sugiere que Marte fue el lugar de una masacre nuclear planetaria».1 «Es posible -añadía Brandenburg- que la paradoja de Fermi signifique que nuestro vecindario interestelar contenga fuerzas hostiles hacia civilizaciones jóvenes y ruidosas como la nuestra. Esas fuerzas hostiles podrían ir desde entidades tan ajenas como una inteligencia artificial con rencor a la vida orgánica, como en la película Terminator, hasta cosas tristemente familiares para nosotros, como un burócrata humanoide sin conciencia, al estilo del gobernador Tarkin en Star wars, ansioso por destruir el planeta Alderann (sic) como advertencia para otros mundos».

    Portada del número 305-306 de la revista 'Karma 7'.
    Portada del número 305-306 de la revista ‘Karma 7’.

    Los científicos planetarios descartan la idea de la guerra nuclear marciana porque la distribución de elementos radiactivos puede explicarse por causas naturales, extremo al que Guijarro, obviamente, da la mínima importancia, quizá porque aspira a reclamar la copaternidad de la excéntrica teoría resucitada ahora por un podcast. En 1999, el ufólogo catalán defendió en la revista Karma.7 que, hace muchos, muchos años, el sistema solar fue escenario de una auténtica guerra de las galaxias. Ocurrió «hace miles de años y provocó -según un creciente número de investigadores- que una raza extraterrestre se estableciera en la Tierra, educara a los primitivos humanos y erigiera espectaculares monumentos», escribió Guijarro en el verano de 1999.2 Obvia decir que el «creciente número de investigadores» era un grupo de autores pseudocientíficos del estilo de Erich von Däniken, quien le puso en la pista del conflicto estelar, y las pruebas estaban en las obras de William Scott Elliot, teósofo y autor del libro The story of Atlantis (1896), el ufólogo Antonio Ribera y los astroarqueólogos -individuos que ven pruebas de visitas alienígenas en cualquier objeto antiguo que no entienden- Peter Kolosimo, Peter Krassa, Andres Faber-Kaiser y Alan F. Alford, autor del libro Los dioses del nuevo milenio (1996), en el que parecía estar basado en gran medida el texto.3

    Publicando tonterías como la del holocausto nuclear marciano de Josep Guijarro, La Razón pone su credibilidad a la altura de Karma 7, Más Allá y Cuarto milenio.

  • San Malaquías, Francisco y el último papa
    Vidriera de san Malaquías en la catedral de la Inmaculada Concepción de Sligo (Irlanda). A la derecha, el papa Francisco el año pasado. Fotos: Andreas F. Borchert / Unión Europea.
    Vidriera de san Malaquías en la catedral de la Inmaculada Concepción de Sligo (Irlanda). A la derecha, el papa Francisco el año pasado. Fotos: Andreas F. Borchert / Unión Europea.

    Ha muerto el papa. El último, según la profecía de san Malaquías, en la que Francisco es Pedro el Romano y su fallecimiento marca el principio del fin del mundo. Eso, claro, si se cumple lo anunciado en el comentario final de la profecía: «En la última persecución de la Santa Iglesia de Roma, reinará Pedro el Romano, quien apacentará las ovejas padeciendo muchas tribulaciones, después de lo cual la ciudad de las siete colinas será destruida, y el juez terrible juzgará a su pueblo». Así que solo queda esperar la próxima destrucción de Roma, la ciudad de las siete colinas, y el Juicio Final. ¿O no?

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 24 de abril de 2025.

    Sigue en «San Malaquías, Francisco y el último papa».

  • Joe Nickell, el investigador de lo paranormal
    Joe Nickell, durante una de sus intervenciones en el V Congreso Escéptico Mundial, celebrado en Italia en 2004. Foto: Alberto Villa.
    Joe Nickell, durante una de sus intervenciones en el V Congreso Escéptico Mundial, celebrado en Italia en 2004. Foto: Alberto Villa.

    Reencontrar el níquel de madera que ilustra estas líneas fue uno de los momentos más bonitos de mi reciente mudanza de despacho. Llevaba años tan bien guardado entre mis recuerdos que no sabía dónde estaba. Me lo dio Joe Nickell (1944-2025) en Buenos Aires en 2005, durante la Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico. Era su tarjeta de visita. Nos habíamos conocido en La Coruña en 1997, en el VII Congreso Escéptico Europeo, coincidimos después en otras reuniones similares y en la capital argentina disfrutamos hablando de nuestros comunes intereses. Su muerte repentina, hace unos días, ha sido un mazazo para la familia escéptica. Hemos perdido a uno de nuestros guías y a una gran persona. 

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 12 de marzo de 2025.

    Sigue en «Joe Nickell, el investigador de lo paranormal».

  • La Real Academia de Historia alaba las capacidades adivinatorias de Maritxu Güller
    Maritxu Güller y su Tarot de Euskalherria.
    Maritxu Güller y su Tarot de Euskalherria.

    «Nacida en Isaba, en el valle del Roncal, representa la última manifestación de las sorginak (brujas) que pueblan la tradición vasca. Desde niña mostró una capacidad sensitiva y premonitoria que le granjeó la admiración y asombro de un sinnúmero de personas a lo largo de su vida. Casó con Giovanni Güller, que fue quien la introdujo en el mundo de la parapsicología al ver sus dotes adivinatorias». Así presenta la Real Academia de Historia a Maritxu Erlanz de Güller (1912-1993) en su Diccionario biográfico español, extremo del que me he enterado gracias a un historiador.

    La autora de la semblanza, María Alexandra Feiler, se deshace en elogios hacia la vidente, popularmente conocida como la bruja buena de Ulía por haber vivido entre 1952 y 1972 en un caserío de ese monte de San Sebastián. «Respetada por los interesados en lo paranormal y también por los escépticos, Maritxu Güller se labró una fama de buena adivinadora», dice. Y respalda su afirmación con una cita de alguien que considera digno de crédito:

    Como escribía Benítez, «sus aciertos en materia de predicciones se remontan a los primeros confines de su propia vida. Fue sobrecogedora, por ejemplo, su visión -pocas horas antes de que sucediera- del maremoto de Agadir. En aquellas fechas, la tierra tembló en su corazón antes que en las costas africanas. ¿Y qué decir de la muerte del general Franco? ¿Cómo enumerar los cientos de casos de desaparecidos y secuestrados que particulares o las propias autoridades han puesto sigilosamente en sus manos? El mundo, como yo, quedaría boquiabierto si conociera el sinfín de políticos, empresarios y artistas que -antes de dar un solo paso- han mirado a los ojos celestes de Maritxu, en busca de una sencilla esperanza».

    ‘Angel de la guarda’ del rey Juan Carlos

    El origen de estas afirmaciones, que la autora no cita, es un reportaje que Juan José Benítez publicó en 1985 en el diario El Correo, en el que deja clara su admiración por la vidente.1 Nada sorprendente en el periodista navarro, que entonces también daba por buenos los encuentros cara a cara de un grupo de peruanos con extraterrestres2 y posteriormente ha defendido que visitantes de otros mundos construyeron las pirámides de Egipto y Neil Armstong y Buzz Aldrin exploraron una base alienígena en la Luna en 1969, entre otras excentricidades.

    Benítez asegura en el reportaje que Güller era una especie de ángel guardián del rey Juan Carlos. «Antes de que nuestros reyes emprendan cualquier viaje -me dijo como si tal cosa-, extiendo mis grimorios, y veo y siento y si hay o no peligro…», le contó la bruja. «Supongo, porque tampoco me atreví a preguntárselo, que don Juan Carlos ignora que aquí, en Euskadi, vive una maravillosa mujer que, mucho antes que se produzca cualquier viaje real, busca en la trastienda el más allá y prepara y dispone», apostilló el periodista en su infinita credulidad.

    Feiler concluye su perfil del Diccionario biográfico español diciendo que Güller «inventó 36.000 grimorios (fórmulas secretas para adivinar) y creó el Tarot de Euskalherria, basándose en la naturaleza de su tierra natal y en el que fusiona elementos de la era industrial con elementos tradicionales (fue impreso por Fournier en Vitoria en 1991)».

    Reportaje sobre Maritxu Güller, firmado por Juan José Benítez.
    Reportaje sobre Maritxu Güller, firmado por Juan José Benítez.

    ¿Pero Maritxu Güller era adivina? No, claro. Los adivinos no existen. Como todos sus colegas, aseguraba haber predicho cosas, pero siempre lo decía a posteriori. Contaba que una noche, cuando estaba a punto de dormirse, había visto pasar la cabeza de Franco en un trozo de mármol con una gorra y el dictador murió veinticinco días después; que lo mismo le pasó en el caso de Pío XII; y que otra vez vio en las cartas «una tragedia en un bosque» y al día siguiente ocurrió el accidente de aviación del monte Oiz, en el que fallecieron las 148 personas que viajaban en un vuelo de Iberia de Madrid a Bilbao el 19 de febrero de 1985.3

    Es posible que ella creyera que tenía poderes, pero la bruja de Ulía nunca previó nada. Cuando sucedía un hecho importante, buscaba en su memoria alguna vivencia, la identificaba como una visión y se apuntaba el tanto. Tampoco hay constancia de que jamás descubriera donde ocultaba ETA a un secuestrado ni de que su ayuda sirviera a la Policía para nada, como sostiene Benítez. Otra cosa es que algunas familias de víctimas de los terroristas acudieran a ella desesperadas en busca de consuelo, de que los astros, el tarot o lo que fuera les confirmara que su ser querido estaba bien y no iba a morir.

    Ni Maritxu Güller ni nadie ve el futuro. Y no sería algo tan difícil de demostrar: bastaría con anunciar públicamente un hecho y que después se cumpliera. En el caso de la bruja buena de Ulía, solo me consta un vaticinio digno de tal denominación. «Como predije, la paz llegará a Euskadi este año», sentenció el 12 de mayo de 1992 en el centro cultural femenino Nazaret de San Sebastián.4 Ella «había dicho en el congreso de brujología en Pamplona, hace años, que la paz llegaría a Euskadi entre el 90 y el 92», apuntaba la periodista que firmaba la información. En 1992, después del anuncio de la bruja, ETA asesinó a 6 personas (26 en todo el año); en 1993, a 14; en 1994, a 13… En total, la banda terrorista mató a 130 personas entre el 12 de mayo de 1992 y  20 de octubre de 2011, cuando anunció «el cese definitivo de su actividad armada». Diecinueve años después de lo predicho por Güller, que también dijo: «Los vascos somos la tribu perdida de Israel. La que nadie sabe dónde fue».5

    Los adivinos juegan con la ventaja de que la gente no suele guardar sus predicciones para comprobar si luego se cumplen. Solo así se explica la enorme pérdida que supuso para algunos intelectuales vascos la muerte de la bruja buena de Ulía en abril de 1993. Dicen que el antropólogo José Miguel de Barandiarán la consideraba «una mujer sabia», lo que evidencia la ingenuidad del sacerdote y arqueólogo. No estaba solo.

    Areilza, Benegas, Garaikoetxea y la adivina

    Cuando en mayo de 1988 trascendió que Ronald Reagan, entonces presidente de Estados Unidos, consultaba con la astróloga Joan Quigley a la hora de tomar decisiones y planificar su agenda, el diario El País sentenció en un editorial: «El modelo de la clase política norteamericana, por oposición a los que ocurre en Europa, es pródigo en ejemplos de hombres poco cultos y con una formación técnica no siempre brillante».6 Cuatro días después, el periódico madrileño publicó un reportaje a toda página sobre la bruja de Ulía en el que Txiki Benegas y José María de Areilza reconocían haberla visitado, y la vidente añadía otros nombres a la lista de políticos que confiaban en sus visiones: Gabriel Urralburu, entonces presidente de Navarra; Juan María Bandrés; Enrique Múgica; Carlos Garaikoetxea…7

    «Por casa de Maritxu, hemos pasado todos», reconocía De Areilza. Y Benegas -quien dijo una vez: «Yo no creo en las brujas, creo en Maritxu»- recordaba que de niño le hizo un vaticinio: «Tú podrás ser ministro o algo muy importante si te dedicas a la política». Acertó, pero es que no sabemos a cuántos escolares predijo la adivina algo parecido.

    Maritxu Güller tiene como personaje histórico la misma importancia que Octavio Aceves, Aramís Fuster, Rafael Lafuente y Rappel. Que la Real Academia de Historia dedique una semblanza a esta vidente resulta ya por eso chocante, y que alabe sus dotes adivinatorias menoscaba el prestigio de la institución que dirige la historiadora María del Carmen Iglesias, preceptora de Felipe VI, poniéndola a la altura de las revistas esotéricas.

  • La magia de los espíritus
    La médium italiana Eusapia Palladino hace levitar una mesa durante una sesión de espiritismo hacia 1907. Fotografía atribuida a Jules Courtier. Foto: Colección de Tony Oursler.
    La médium italiana Eusapia Palladino hace levitar una mesa durante una sesión de espiritismo hacia 1907. Fotografía atribuida a Jules Courtier. Foto: Colección de Tony Oursler.

    «¿Cree que los espíritus vuelven? Le invitamos a entrar y suspender su incredulidad, aunque sea momentáneamente. Adéntrese con nosotros en esta historia de misterios. ¡Le esperan maravillas!», se promete al comienzo de la exposición Conjuring the spirit world (Invocando al mundo de los espíritus). El Museo Peabody Essex (PEM) de Salem (Massachusetts), el más antiguo de Estados Unidos, acoge hasta el 2 de febrero una muestra que explora la fascinación por lo sobrenatural a través de 185 piezas y que, a partir del 15 de marzo, podrá visitarse en el Museo Ringling de Sarasota (Florida). Hay fotos de fantasmas, libros de espiritismo, carteles de espectáculos de ilusionismo,  cuadros, vídeos y artilugios utilizados por médiums y magos desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX para simular la comunicación con los muertos.

    Comienzo del reportaje publicado en el suplemento Territorios del diario El Correo el 25 de enero de 2025.

    Sigue en «La magia de los espíritus».

  • «What is or what if?», en ‘Fallo de sistema’ en Radio 3 

    Santiago Bustamente y Luis Alfonso Gámez charlaron sobre lo paranormal en Fallo de sistema, en Radio 3, el 12 de enero de 2025.

    Nota publicada en Magonia el 12 de enero de 2025.

  • Del globo fantasma sobre Bilbao de 1881 a los drones misteriosos de Nueva Jersey
    El globo Saladin se adentra en el canal de la Mancha con el parlamentario Walter Powell a bordo. Grabado en madera coloreada. Imagen: Colección Wellcome.
    El globo Saladin se adentra en el canal de la Mancha con el parlamentario Walter Powell a bordo. Grabado en madera coloreada. Imagen: Colección Wellcome.

    El globo Saladin despegó de Bath (sudoeste de Inglaterra) el 10 de diciembre de 1881 con tres tripulantes: el capitán James Templer, el parlamentario Walter Powell y Arthur Agg-Gardner. Horas después, tras un vuelo hacia el sur con muy baja visibilidad, Templer intentó aterrizar en lo alto de los acantilados de Bridport para evitar adentrarse en el canal de la Mancha. El descenso fue brusco, la barquilla chocó violentamente contra el suelo, y Agg-Gardner y él acabaron en tierra. Templer agarró durante unos segundos un cabo de la aeronave para frenarla, al tiempo que animaba a Powell a saltar. No lo hizo, y el globo voló hacia el mar. Nadie volvió a ver al parlamentario, aunque en los días siguientes la nave sobrevoló Francia, Escocia y España, si damos por buenos los testimonios recogidos por la prensa.

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 6 de enero de 2025.

    Sigue en «Del globo fantasma sobre Bilbao de 1881 a los drones misteriosos de Nueva Jersey».

  • Historias increíbles que nos creímos
    Los hombres murciélago de la Luna, de caza. Litografía de Leopoldo Galluzzo para el libro que en Italia reunió en 1836 los artículos de Richard Adams Locke. Imagen: Bibliotecas del Instituto Smithsoniano.
    Los hombres murciélago de la Luna, de caza. Litografía de Leopoldo Galluzzo para el libro que en Italia reunió en 1836 los artículos de Richard Adams Locke. Imagen: Bibliotecas del Instituto Smithsoniano.

    ¿Sabe que un platillo volante tarda tres días en viajar de Ganimedes a la Tierra? ¿Sabe que una humanidad más avanzada que la nuestra convivió con los dinosaurios? ¿Sabe que ingenieros nazis construyeron platillos volantes en la España franquista? ¿Sabe que Estados Unidos probó con éxito la telepatía a bordo del submarino Nautilus? ¿Sabe que un prestigioso astrónomo descubrió una civilización de hombres murciélago en la Luna

    Quizá no haya oído hablar de ninguna de estas sorprendentes historias. Pero es probable que una noche de luna llena se haya asomado a verla porque en el telediario han dicho que el espectáculo de la superluna iba a ser algo único. Puede que haya usado una pulsera con un holograma para mejorar el equilibrio, como hacía Leire Pajín cuando era ministra de Sanidad. E igual cree que se han encontrado los restos de la Atlántida cerca de Cádiz.

    Comienzo del reportaje publicado en el suplemento Territorios del diario El Correo el 28 de diciembre de 2024.

    Sigue en «Historias increíbles que nos creímos».

  • Escepticismo sin límites
    ‘La pesadilla’ (1781), de Henry Fuseli, con una mujer poseída por un íncubo. Foto: Instituto de Artes de Detroit.
    ‘La pesadilla’ (1781), de Henry Fuseli, con una mujer poseída por un íncubo. Foto: Instituto de Artes de Detroit.

    ¿Cuándo van a ocuparse los escépticos de criticar los principios de la escuela austriaca de economía? ¿Cuándo van a ocuparse los escépticos del cribado de cáncer de mama? ¿Cuándo van a ocuparse los escépticos de la guerra? ¿Cuándo van a ocuparse los escépticos de…? De vez en cuando, alguien nos recuerda a los escépticos que no nos ocupamos de lo realmente importante, que perdemos el tiempo con tonterías –como la homeopatía, los ovnis y el monstruo del lago Ness– en vez de examinar críticamente asuntos vitales. 

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 23 de diciembre de 2024.

    Sigue en «Escepticismo sin límites».

  • Eduardo Angulo, un biólogo entre monstruos, pucheros y ciencia ficción
    Eduardo Angulo, con uno de sus libros en la cocina del colegio mayor Miguel de Unamuno, en Bilbao. Foto: Ignacio Pérez / 'El Correo'.
    Eduardo Angulo, con uno de sus libros en la cocina del colegio mayor Miguel de Unamuno, en Bilbao. Foto: Ignacio Pérez / ‘El Correo’.

    «Soy un científico. Como tal escribo este libro aunque trate de una disciplina tan poco científica como la criptozoología», explicaba Eduardo Angulo (Bilbao, 1952) al principio de Monstruos (451 Editores, 2007). No era su primer libro. Dos años antes había publicado Julio Verne y la cocina. La vuelta al mundo en 80 recetas (Edaf). Tampoco fue el último. Desgraciadamente, ese honor le cabe a El animal que cocina. Gastronomía para homínidos (451 Editores, 2009), porque Eduardo nos dejó huérfanos el jueves, cuando nadie se lo esperaba. 

    El biólogo y divulgador Juan Ignacio Pérez me dio la triste noticia a la mañana siguiente. Él se había hecho eco de ella minutos antes en Bluesky: «Ha fallecido mi profesor, colega de facultad, compañero divulgador y colaborador de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco, Eduardo Angulo Pinedo. Excelente persona y científico. Pocos como él han sabido transmitir un conocimiento tan vasto como el suyo con la distancia y el sano escepticismo que lo caracterizaba», escribió. Siempre preciso, Juan Ignacio retrataba en tres frases al Eduardo del que disfrutamos muchos, un hombre afable, sonriente, dialogante y generoso con su saber. 

    Le conocí en la primavera de 2004, en una comida de la Tertulia de Ciencia-Ficción de Bilbao (TerBi). Eduardo era el invitado de honor. Dirigía en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) un curso de doctorado, titulado Ciencia ficción y biología, que aunaba dos de sus pasiones. Usaba películas y cuentos de ciencia ficción como catalizadores de debates sobre la evolución, el calentamiento global, la manipulación genética, la vida extraterrestre… Quería que los futuros investigadores asumieran que «la ciencia no puede estar por encima de la sociedad» y que el porvenir estaba ya aquí o iba a llegar muy pronto, me explicó en su despacho del colegio mayor Miguel de Unamuno, que dirigía, cuando le entrevisté para El Correo pocos días después. 1

    El mejor profesor de la carrera para todos los que asistieron a sus clases de biología en la UPV/EHU, Eduardo era una mina para un periodista. Además, fue mi biólogo de referencia. Aquel a quien llamaba cuando el tema lo requería. ¿Y saben una cosa? Nunca me dijo que no. Siempre estaba dispuesto a guiarte y, como curioso impenitente, bastaba que le preguntaras algo para que se lanzara a bucear en la literatura científica, encontrara la respuesta y, encima, detectara inesperadas consecuencias en el hallazgo en cuestión. Nunca dejó de sorprenderme. Por eso, nuestros encuentros profesionales en su despacho del colegio mayor se prolongaban siempre más allá de lo planeado por ambos. Entre aquellas cuatro paredes, hablamos de sus tres libros, sus intereses y los proyectos del Círculo Escéptico, al que se unió en cuanto nació. Le apasionaban la ciencia ficción -sentía devoción por Frankenstein–, la cocina y los monstruos.

    Juan Luis Arsuaga, con el biólogo Eduardo Angulo y Luis Alfonso Gámez, antes de su conferencia en Bilbao con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin.
    Juan Luis Arsuaga, con el biólogo Eduardo Angulo y Luis Alfonso Gámez, antes de su conferencia en Bilbao con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin.

    En la España de hace veinte años, un biólogo que hablara de monstruos era tan políticamente incorrecto como un astrónomo que hablara de platillos volantes. Cuando en 2006 el Círculo Escéptico organizó en Bilbao con la UPV/EHU y gracias a Juan Ignacio, entonces rector, la jornada Misterios, a la luz de la ciencia, allí estuvo Eduardo con sus criaturas maravillosas, como llamaba a las de la criptozoología. El libro que recoge aquellas charlas es una rara avis en la producción editorial de las universidades españolas, con investigadores de prestigio hablando de visitas extraterrestres, monstruos y témporas, y advirtiendo del riesgo del pensamiento mágico y de la necesidad de promover el pensamiento crítico.2 Un año después, salió a la venta Monstruos, que, como escribí en su momento, no solo es un ejemplo de magnífica divulgación científica -es un libro bien escrito e interesante-, sino que además es una obra primorosamente editada, con ilustraciones y detalles que enriquecen el original. Lo presentó en sociedad Juan Ignacio, su antiguo alumno y amigo.

    Eduardo también estuvo ahí cuando organizamos en Bilbao en 2007 la jornada 60 años de platillos volantes, en la que le acompañamos Fernando L. Frías, Ricardo Campo y yo. En 2009, presentó en los actos del Día de Darwin a Juan Luis Arsuaga y siete días después, el 12 de febrero, se sumó a la celebración del bicentenario del nacimiento de naturalista inglés en una cena presidida nada menos que por Francisco J. Ayala. El que había reservado el restaurante había pasado por alto los problemas de movilidad de Eduardo, derivados de la polio: cuatro escalones se levantaban como un muro infranqueable entre él y la mesa del banquete. Ni cortos ni perezosos, le obligamos a sentarse en una silla y entre cuatro le subimos en volandas.

    Eduardo participó en febrero de 2011 en los actos del Día de Darwin con su charla De la carroña al ‘delicatessen’: la humanidad se humaniza. En noviembre de 2017, nos ilustró sobre Los mitos. Cómo ganar el debate al cuñado en un encuentro Enigmas y birras en Bilbao. Habló de sus queridos monstruos en octubre de 2022 en el ciclo Seres fantásticos, organizado por el Círculo Escéptico para la Biblioteca Foral de Bizkaia. Y además, durante todos esos años, no dejó de escribir para su blog, La Biología Estupenda, y para el Cuaderno de Cutura Científica; divulgó la ciencia en Radio Euskadi, con su amiga Almudena Cacho; y fue uno de los tres columnistas del desaparecido suplemento Ciencia de El Correo, que tuve el placer de coordinar y en el que le acompañaban Juan Ignacio Pérez y José Antonio Pérez Ledo. ¡Vaya trío!

    Eduardo nos ha dejado. Le vamos a echar mucho de menos. Sin su sonrisa, sin su bonhomía y sin su saber, somos hoy mucho más pobres que ayer. Parece fácil escribir esas frases sencillas y claras propias de sus artículos y libros, pero no lo es. Parece fácil contagiar el entusiasmo por el saber, pero tampoco lo es. Con más Eduardos, nos iría mucho mejor porque la ciencia y la cultura llegarían a más gente. Y, sobre todo, nos divertiríamos más.

    Obituario publicado en Magonia el 10 de diciembre de 2024.

  • El trumpismo paranormal de Iker Jiménez
    Iker Jiménez en su programa 'Horizonte'. Foto: Mediaset.
    Iker Jiménez en su programa ‘Horizonte’. Foto: Mediaset.

    Muchos periodistas españoles han conocido por fin a Iker Jiménez. Se les ha aparecido en mitad de una tragedia, la gota fría que el 29 de octubre arrasó Valencia y costó la vida a más de doscientas personas. Lo ha hecho en todo su esplendor, desenterrando del fango verdades ocultas y posibles conspiraciones. El periodista alavés ha exhibido con orgullo un desprecio por la verdad, una afinidad por las conjuras y un desdén hacia los críticos equiparables a los del reelegido presidente de Estados Unidos. Sabe, como Donald Trump, que cuenta con un público fiel de chiflados, creyentes sinceros e ingenuos, dispuestos a tragarse cualquier cosa que diga tras años en los que les ha vendido como reales posesiones demoniacas, abducciones y reliquias milagrosas.

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 15 de noviembre de 2024.

    Sigue en «El trumpismo paranormal de Iker Jiménez».