• Joe Nickell, el investigador de lo paranormal
    Joe Nickell, durante una de sus intervenciones en el V Congreso Escéptico Mundial, celebrado en Italia en 2004. Foto: Alberto Villa.
    Joe Nickell, durante una de sus intervenciones en el V Congreso Escéptico Mundial, celebrado en Italia en 2004. Foto: Alberto Villa.

    Reencontrar el níquel de madera que ilustra estas líneas fue uno de los momentos más bonitos de mi reciente mudanza de despacho. Llevaba años tan bien guardado entre mis recuerdos que no sabía dónde estaba. Me lo dio Joe Nickell (1944-2025) en Buenos Aires en 2005, durante la Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico. Era su tarjeta de visita. Nos habíamos conocido en La Coruña en 1997, en el VII Congreso Escéptico Europeo, coincidimos después en otras reuniones similares y en la capital argentina disfrutamos hablando de nuestros comunes intereses. Su muerte repentina, hace unos días, ha sido un mazazo para la familia escéptica. Hemos perdido a uno de nuestros guías y a una gran persona. 

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 12 de marzo de 2025.

    Sigue en «Joe Nickell, el investigador de lo paranormal».

  • La Real Academia de Historia alaba las capacidades adivinatorias de Maritxu Güller
    Maritxu Güller y su Tarot de Euskalherria.
    Maritxu Güller y su Tarot de Euskalherria.

    «Nacida en Isaba, en el valle del Roncal, representa la última manifestación de las sorginak (brujas) que pueblan la tradición vasca. Desde niña mostró una capacidad sensitiva y premonitoria que le granjeó la admiración y asombro de un sinnúmero de personas a lo largo de su vida. Casó con Giovanni Güller, que fue quien la introdujo en el mundo de la parapsicología al ver sus dotes adivinatorias». Así presenta la Real Academia de Historia a Maritxu Erlanz de Güller (1912-1993) en su Diccionario biográfico español, extremo del que me he enterado gracias a un historiador.

    La autora de la semblanza, María Alexandra Feiler, se deshace en elogios hacia la vidente, popularmente conocida como la bruja buena de Ulía por haber vivido entre 1952 y 1972 en un caserío de ese monte de San Sebastián. «Respetada por los interesados en lo paranormal y también por los escépticos, Maritxu Güller se labró una fama de buena adivinadora», dice. Y respalda su afirmación con una cita de alguien que considera digno de crédito:

    Como escribía Benítez, «sus aciertos en materia de predicciones se remontan a los primeros confines de su propia vida. Fue sobrecogedora, por ejemplo, su visión -pocas horas antes de que sucediera- del maremoto de Agadir. En aquellas fechas, la tierra tembló en su corazón antes que en las costas africanas. ¿Y qué decir de la muerte del general Franco? ¿Cómo enumerar los cientos de casos de desaparecidos y secuestrados que particulares o las propias autoridades han puesto sigilosamente en sus manos? El mundo, como yo, quedaría boquiabierto si conociera el sinfín de políticos, empresarios y artistas que -antes de dar un solo paso- han mirado a los ojos celestes de Maritxu, en busca de una sencilla esperanza».

    ‘Angel de la guarda’ del rey Juan Carlos

    El origen de estas afirmaciones, que la autora no cita, es un reportaje que Juan José Benítez publicó en 1985 en el diario El Correo, en el que deja clara su admiración por la vidente.1 Nada sorprendente en el periodista navarro, que entonces también daba por buenos los encuentros cara a cara de un grupo de peruanos con extraterrestres2 y posteriormente ha defendido que visitantes de otros mundos construyeron las pirámides de Egipto y Neil Armstong y Buzz Aldrin exploraron una base alienígena en la Luna en 1969, entre otras excentricidades.

    Benítez asegura en el reportaje que Güller era una especie de ángel guardián del rey Juan Carlos. «Antes de que nuestros reyes emprendan cualquier viaje -me dijo como si tal cosa-, extiendo mis grimorios, y veo y siento y si hay o no peligro…», le contó la bruja. «Supongo, porque tampoco me atreví a preguntárselo, que don Juan Carlos ignora que aquí, en Euskadi, vive una maravillosa mujer que, mucho antes que se produzca cualquier viaje real, busca en la trastienda el más allá y prepara y dispone», apostilló el periodista en su infinita credulidad.

    Feiler concluye su perfil del Diccionario biográfico español diciendo que Güller «inventó 36.000 grimorios (fórmulas secretas para adivinar) y creó el Tarot de Euskalherria, basándose en la naturaleza de su tierra natal y en el que fusiona elementos de la era industrial con elementos tradicionales (fue impreso por Fournier en Vitoria en 1991)».

    Reportaje sobre Maritxu Güller, firmado por Juan José Benítez.
    Reportaje sobre Maritxu Güller, firmado por Juan José Benítez.

    ¿Pero Maritxu Güller era adivina? No, claro. Los adivinos no existen. Como todos sus colegas, aseguraba haber predicho cosas, pero siempre lo decía a posteriori. Contaba que una noche, cuando estaba a punto de dormirse, había visto pasar la cabeza de Franco en un trozo de mármol con una gorra y el dictador murió veinticinco días después; que lo mismo le pasó en el caso de Pío XII; y que otra vez vio en las cartas «una tragedia en un bosque» y al día siguiente ocurrió el accidente de aviación del monte Oiz, en el que fallecieron las 148 personas que viajaban en un vuelo de Iberia de Madrid a Bilbao el 19 de febrero de 1985.3

    Es posible que ella creyera que tenía poderes, pero la bruja de Ulía nunca previó nada. Cuando sucedía un hecho importante, buscaba en su memoria alguna vivencia, la identificaba como una visión y se apuntaba el tanto. Tampoco hay constancia de que jamás descubriera donde ocultaba ETA a un secuestrado ni de que su ayuda sirviera a la Policía para nada, como sostiene Benítez. Otra cosa es que algunas familias de víctimas de los terroristas acudieran a ella desesperadas en busca de consuelo, de que los astros, el tarot o lo que fuera les confirmara que su ser querido estaba bien y no iba a morir.

    Ni Maritxu Güller ni nadie ve el futuro. Y no sería algo tan difícil de demostrar: bastaría con anunciar públicamente un hecho y que después se cumpliera. En el caso de la bruja buena de Ulía, solo me consta un vaticinio digno de tal denominación. «Como predije, la paz llegará a Euskadi este año», sentenció el 12 de mayo de 1992 en el centro cultural femenino Nazaret de San Sebastián.4 Ella «había dicho en el congreso de brujología en Pamplona, hace años, que la paz llegaría a Euskadi entre el 90 y el 92», apuntaba la periodista que firmaba la información. En 1992, después del anuncio de la bruja, ETA asesinó a 6 personas (26 en todo el año); en 1993, a 14; en 1994, a 13… En total, la banda terrorista mató a 130 personas entre el 12 de mayo de 1992 y  20 de octubre de 2011, cuando anunció «el cese definitivo de su actividad armada». Diecinueve años después de lo predicho por Güller, que también dijo: «Los vascos somos la tribu perdida de Israel. La que nadie sabe dónde fue».5

    Los adivinos juegan con la ventaja de que la gente no suele guardar sus predicciones para comprobar si luego se cumplen. Solo así se explica la enorme pérdida que supuso para algunos intelectuales vascos la muerte de la bruja buena de Ulía en abril de 1993. Dicen que el antropólogo José Miguel de Barandiarán la consideraba «una mujer sabia», lo que evidencia la ingenuidad del sacerdote y arqueólogo. No estaba solo.

    Areilza, Benegas, Garaikoetxea y la adivina

    Cuando en mayo de 1988 trascendió que Ronald Reagan, entonces presidente de Estados Unidos, consultaba con la astróloga Joan Quigley a la hora de tomar decisiones y planificar su agenda, el diario El País sentenció en un editorial: «El modelo de la clase política norteamericana, por oposición a los que ocurre en Europa, es pródigo en ejemplos de hombres poco cultos y con una formación técnica no siempre brillante».6 Cuatro días después, el periódico madrileño publicó un reportaje a toda página sobre la bruja de Ulía en el que Txiki Benegas y José María de Areilza reconocían haberla visitado, y la vidente añadía otros nombres a la lista de políticos que confiaban en sus visiones: Gabriel Urralburu, entonces presidente de Navarra; Juan María Bandrés; Enrique Múgica; Carlos Garaikoetxea…7

    «Por casa de Maritxu, hemos pasado todos», reconocía De Areilza. Y Benegas -quien dijo una vez: «Yo no creo en las brujas, creo en Maritxu»- recordaba que de niño le hizo un vaticinio: «Tú podrás ser ministro o algo muy importante si te dedicas a la política». Acertó, pero es que no sabemos a cuántos escolares predijo la adivina algo parecido.

    Maritxu Güller tiene como personaje histórico la misma importancia que Octavio Aceves, Aramís Fuster, Rafael Lafuente y Rappel. Que la Real Academia de Historia dedique una semblanza a esta vidente resulta ya por eso chocante, y que alabe sus dotes adivinatorias menoscaba el prestigio de la institución que dirige la historiadora María del Carmen Iglesias, preceptora de Felipe VI, poniéndola a la altura de las revistas esotéricas.

  • La magia de los espíritus
    La médium italiana Eusapia Palladino hace levitar una mesa durante una sesión de espiritismo hacia 1907. Fotografía atribuida a Jules Courtier. Foto: Colección de Tony Oursler.
    La médium italiana Eusapia Palladino hace levitar una mesa durante una sesión de espiritismo hacia 1907. Fotografía atribuida a Jules Courtier. Foto: Colección de Tony Oursler.

    «¿Cree que los espíritus vuelven? Le invitamos a entrar y suspender su incredulidad, aunque sea momentáneamente. Adéntrese con nosotros en esta historia de misterios. ¡Le esperan maravillas!», se promete al comienzo de la exposición Conjuring the spirit world (Invocando al mundo de los espíritus). El Museo Peabody Essex (PEM) de Salem (Massachusetts), el más antiguo de Estados Unidos, acoge hasta el 2 de febrero una muestra que explora la fascinación por lo sobrenatural a través de 185 piezas y que, a partir del 15 de marzo, podrá visitarse en el Museo Ringling de Sarasota (Florida). Hay fotos de fantasmas, libros de espiritismo, carteles de espectáculos de ilusionismo,  cuadros, vídeos y artilugios utilizados por médiums y magos desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX para simular la comunicación con los muertos.

    Comienzo del reportaje publicado en el suplemento Territorios del diario El Correo el 25 de enero de 2025.

    Sigue en «La magia de los espíritus».

  • «What is or what if?», en ‘Fallo de sistema’ en Radio 3 

    Santiago Bustamente y Luis Alfonso Gámez charlaron sobre lo paranormal en Fallo de sistema, en Radio 3, el 12 de enero de 2025.

    Nota publicada en Magonia el 12 de enero de 2025.

  • Del globo fantasma sobre Bilbao de 1881 a los drones misteriosos de Nueva Jersey
    El globo Saladin se adentra en el canal de la Mancha con el parlamentario Walter Powell a bordo. Grabado en madera coloreada. Imagen: Colección Wellcome.
    El globo Saladin se adentra en el canal de la Mancha con el parlamentario Walter Powell a bordo. Grabado en madera coloreada. Imagen: Colección Wellcome.

    El globo Saladin despegó de Bath (sudoeste de Inglaterra) el 10 de diciembre de 1881 con tres tripulantes: el capitán James Templer, el parlamentario Walter Powell y Arthur Agg-Gardner. Horas después, tras un vuelo hacia el sur con muy baja visibilidad, Templer intentó aterrizar en lo alto de los acantilados de Bridport para evitar adentrarse en el canal de la Mancha. El descenso fue brusco, la barquilla chocó violentamente contra el suelo, y Agg-Gardner y él acabaron en tierra. Templer agarró durante unos segundos un cabo de la aeronave para frenarla, al tiempo que animaba a Powell a saltar. No lo hizo, y el globo voló hacia el mar. Nadie volvió a ver al parlamentario, aunque en los días siguientes la nave sobrevoló Francia, Escocia y España, si damos por buenos los testimonios recogidos por la prensa.

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 6 de enero de 2025.

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  • Historias increíbles que nos creímos
    Los hombres murciélago de la Luna, de caza. Litografía de Leopoldo Galluzzo para el libro que en Italia reunió en 1836 los artículos de Richard Adams Locke. Imagen: Bibliotecas del Instituto Smithsoniano.
    Los hombres murciélago de la Luna, de caza. Litografía de Leopoldo Galluzzo para el libro que en Italia reunió en 1836 los artículos de Richard Adams Locke. Imagen: Bibliotecas del Instituto Smithsoniano.

    ¿Sabe que un platillo volante tarda tres días en viajar de Ganimedes a la Tierra? ¿Sabe que una humanidad más avanzada que la nuestra convivió con los dinosaurios? ¿Sabe que ingenieros nazis construyeron platillos volantes en la España franquista? ¿Sabe que Estados Unidos probó con éxito la telepatía a bordo del submarino Nautilus? ¿Sabe que un prestigioso astrónomo descubrió una civilización de hombres murciélago en la Luna

    Quizá no haya oído hablar de ninguna de estas sorprendentes historias. Pero es probable que una noche de luna llena se haya asomado a verla porque en el telediario han dicho que el espectáculo de la superluna iba a ser algo único. Puede que haya usado una pulsera con un holograma para mejorar el equilibrio, como hacía Leire Pajín cuando era ministra de Sanidad. E igual cree que se han encontrado los restos de la Atlántida cerca de Cádiz.

    Comienzo del reportaje publicado en el suplemento Territorios del diario El Correo el 28 de diciembre de 2024.

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  • Escepticismo sin límites
    ‘La pesadilla’ (1781), de Henry Fuseli, con una mujer poseída por un íncubo. Foto: Instituto de Artes de Detroit.
    ‘La pesadilla’ (1781), de Henry Fuseli, con una mujer poseída por un íncubo. Foto: Instituto de Artes de Detroit.

    ¿Cuándo van a ocuparse los escépticos de criticar los principios de la escuela austriaca de economía? ¿Cuándo van a ocuparse los escépticos del cribado de cáncer de mama? ¿Cuándo van a ocuparse los escépticos de la guerra? ¿Cuándo van a ocuparse los escépticos de…? De vez en cuando, alguien nos recuerda a los escépticos que no nos ocupamos de lo realmente importante, que perdemos el tiempo con tonterías –como la homeopatía, los ovnis y el monstruo del lago Ness– en vez de examinar críticamente asuntos vitales. 

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 23 de diciembre de 2024.

    Sigue en «Escepticismo sin límites».

  • Eduardo Angulo, un biólogo entre monstruos, pucheros y ciencia ficción
    Eduardo Angulo, con uno de sus libros en la cocina del colegio mayor Miguel de Unamuno, en Bilbao. Foto: Ignacio Pérez / 'El Correo'.
    Eduardo Angulo, con uno de sus libros en la cocina del colegio mayor Miguel de Unamuno, en Bilbao. Foto: Ignacio Pérez / ‘El Correo’.

    «Soy un científico. Como tal escribo este libro aunque trate de una disciplina tan poco científica como la criptozoología», explicaba Eduardo Angulo (Bilbao, 1952) al principio de Monstruos (451 Editores, 2007). No era su primer libro. Dos años antes había publicado Julio Verne y la cocina. La vuelta al mundo en 80 recetas (Edaf). Tampoco fue el último. Desgraciadamente, ese honor le cabe a El animal que cocina. Gastronomía para homínidos (451 Editores, 2009), porque Eduardo nos dejó huérfanos el jueves, cuando nadie se lo esperaba. 

    El biólogo y divulgador Juan Ignacio Pérez me dio la triste noticia a la mañana siguiente. Él se había hecho eco de ella minutos antes en Bluesky: «Ha fallecido mi profesor, colega de facultad, compañero divulgador y colaborador de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco, Eduardo Angulo Pinedo. Excelente persona y científico. Pocos como él han sabido transmitir un conocimiento tan vasto como el suyo con la distancia y el sano escepticismo que lo caracterizaba», escribió. Siempre preciso, Juan Ignacio retrataba en tres frases al Eduardo del que disfrutamos muchos, un hombre afable, sonriente, dialogante y generoso con su saber. 

    Le conocí en la primavera de 2004, en una comida de la Tertulia de Ciencia-Ficción de Bilbao (TerBi). Eduardo era el invitado de honor. Dirigía en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) un curso de doctorado, titulado Ciencia ficción y biología, que aunaba dos de sus pasiones. Usaba películas y cuentos de ciencia ficción como catalizadores de debates sobre la evolución, el calentamiento global, la manipulación genética, la vida extraterrestre… Quería que los futuros investigadores asumieran que «la ciencia no puede estar por encima de la sociedad» y que el porvenir estaba ya aquí o iba a llegar muy pronto, me explicó en su despacho del colegio mayor Miguel de Unamuno, que dirigía, cuando le entrevisté para El Correo pocos días después. 1

    El mejor profesor de la carrera para todos los que asistieron a sus clases de biología en la UPV/EHU, Eduardo era una mina para un periodista. Además, fue mi biólogo de referencia. Aquel a quien llamaba cuando el tema lo requería. ¿Y saben una cosa? Nunca me dijo que no. Siempre estaba dispuesto a guiarte y, como curioso impenitente, bastaba que le preguntaras algo para que se lanzara a bucear en la literatura científica, encontrara la respuesta y, encima, detectara inesperadas consecuencias en el hallazgo en cuestión. Nunca dejó de sorprenderme. Por eso, nuestros encuentros profesionales en su despacho del colegio mayor se prolongaban siempre más allá de lo planeado por ambos. Entre aquellas cuatro paredes, hablamos de sus tres libros, sus intereses y los proyectos del Círculo Escéptico, al que se unió en cuanto nació. Le apasionaban la ciencia ficción -sentía devoción por Frankenstein–, la cocina y los monstruos.

    Juan Luis Arsuaga, con el biólogo Eduardo Angulo y Luis Alfonso Gámez, antes de su conferencia en Bilbao con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin.
    Juan Luis Arsuaga, con el biólogo Eduardo Angulo y Luis Alfonso Gámez, antes de su conferencia en Bilbao con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin.

    En la España de hace veinte años, un biólogo que hablara de monstruos era tan políticamente incorrecto como un astrónomo que hablara de platillos volantes. Cuando en 2006, el Círculo Escéptico organizó en Bilbao con la UPV/EHU y gracias a Juan Ignacio, entonces rector, la jornada Misterios, a la luz de la ciencia, allí estuvo Eduardo con sus criaturas maravillosas, como llamaba a las de la criptozoología. El libro que recoge aquellas charlas es una rara avis en la producción editorial de las universidades españolas, con investigadores de prestigio hablando de visitas extraterrestres, monstruos y témporas, y advirtiendo del riesgo del pensamiento mágico y de la necesidad de promover el pensamiento crítico.2 Un año después, salió a la venta Monstruos, que, como escribí en su momento, no solo es un ejemplo de magnífica divulgación científica -es un libro bien escrito e interesante-, sino que además es una obra primorosamente editada, con ilustraciones y detalles que enriquecen el original. Lo presentó en sociedad Juan Ignacio, su antiguo alumno y amigo.

    Eduardo también estuvo ahí cuando organizamos en Bilbao en 2007 la jornada 60 años de platillos volantes, en la que le acompañamos Fernando L. Frías, Ricardo Campo y yo. En 2009, presentó en los actos del Día de Darwin a Juan Luis Arsuaga y siete días después, el 12 de febrero, se sumó a la celebración del bicentenario del nacimiento de naturalista inglés en una cena presidida nada menos que por Francisco J. Ayala. El que había reservado el restaurante había pasado por alto los problemas de movilidad de Eduardo, derivados de la polio: cuatro escalones se levantaban como un muro infranqueable entre él y la mesa del banquete. Ni cortos ni perezosos, le obligamos a sentarse en una silla y entre cuatro le subimos en volandas.

    Eduardo participó en febrero de 2011 en los actos del Día de Darwin con su charla De la carroña al ‘delicatessen’: la humanidad se humaniza. En noviembre de 2017, nos ilustró sobre Los mitos. Cómo ganar el debate al cuñado en un encuentro Enigmas y birras en Bilbao. Habló de sus queridos monstruos en octubre de 2022 en el ciclo Seres fantásticos, organizado por el Círculo Escéptico para la Biblioteca Foral de Bizkaia. Y además, durante todos esos años, no dejó de escribir para su blog, La Biología Estupenda, y para el Cuaderno de Cutlura Científica; divulgó la ciencia en Radio Euskadi, con su amiga Almudena Cacho; y fue uno de los tres columnistas del desaparecido suplemento Ciencia de El Correo, que tuve el placer de coordinar y en el que le acompañaban Juan Ignacio Pérez y José Antonio Pérez Ledo. ¡Vaya trío!

    Eduardo nos ha dejado. Le vamos a echar mucho de menos. Sin su sonrisa, sin su bonhomía y sin su saber, somos hoy mucho más pobres que ayer. Parece fácil escribir esas frases sencillas y claras propias de sus artículos y libros, pero no lo es. Parece fácil contagiar el entusiasmo por el saber, pero tampoco lo es. Con más Eduardos, nos iría mucho mejor porque la ciencia y la cultura llegarían a más gente. Y, sobre todo, nos divertiríamos más.

    Obituario publicado en Magonia el 10 de diciembre de 2024.

  • El trumpismo paranormal de Iker Jiménez
    Iker Jiménez en su programa 'Horizonte'. Foto: Mediaset.
    Iker Jiménez en su programa ‘Horizonte’. Foto: Mediaset.

    Muchos periodistas españoles han conocido por fin a Iker Jiménez. Se les ha aparecido en mitad de una tragedia, la gota fría que el 29 de octubre arrasó Valencia y costó la vida a más de doscientas personas. Lo ha hecho en todo su esplendor, desenterrando del fango verdades ocultas y posibles conspiraciones. El periodista alavés ha exhibido con orgullo un desprecio por la verdad, una afinidad por las conjuras y un desdén hacia los críticos equiparables a los del reelegido presidente de Estados Unidos. Sabe, como Donald Trump, que cuenta con un público fiel de chiflados, creyentes sinceros e ingenuos, dispuestos a tragarse cualquier cosa que diga tras años en los que les ha vendido como reales posesiones demoniacas, abducciones y reliquias milagrosas.

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 15 de noviembre de 2024.

    Sigue en «El trumpismo paranormal de Iker Jiménez».

  • ‘El despertar de los ovnis. Globos, secretos y extraterrestres’
    https://youtu.be/D_lHYXXmg_A

    Vídeo de la charla El despertar de los ovnis. Globos, secretos y extraterrestres, que di en el café teatro DaVinci de Bilbao el 25 de marzo de 2023, dentro del ciclo de encuentros Enigmas y más que organiza el Círculo Escéptico.

    Nota publicada en Magonia el 16 de septiembre de 2024.

  • James Earl Jones y la abducción de Betty y Barney Hill
    James Earl Jones como Barney Hill, en 'The UFO incident' (1975).
    James Earl Jones como Barney Hill, en ‘The UFO incident’ (1975).

    Betty y Barney Hill establecieron el modelo de las abducciones. En la noche del 19 septiembre de 1961, después de haber pasado unos días de vacaciones en Canadá, volvían en coche a Portsmouth (New Hampshire, Estados Unidos) cuando vieron un objeto brillante en el cielo. Tras una breve parada para observar lo que les parecía una estrella rara, continuaron el viaje por carreteras secundarias para dar esquinazo a la luz. Creían que les seguía. Llegaron a casa con dos horas de retraso sobre el horario previsto. Después, en una serie de sesiones de hipnosis con el psiquiatra Benjamin Simon, recordaron haber sido llevados a bordo de un platillo volante y que sus tripulantes –los que ahora conocemos como grises de grandes ojos almendrados– los sometieron a exámenes médicos. 

    El secuestro del matrimonio Hill no trascendió hasta cinco años después, cuando John G. Fuller lo contó en su libro The interrupted journey (El viaje interrumpido, 1966), que incluye la transcripción de las sesiones de hipnosis. El caso estableció el guion de toda abducción, desde la captura en un paraje remoto hasta el borrado de memoria antes de la liberación, pasando por el tiempo perdido. Y fue objeto de un telefilme de notable factura, The UFO incident (El incidente ovni), que la NBC estrenó en Estados Unidos en horario estelar el 20 de octubre de 1975 y volvió a programar el 9 de septiembre de 1976. Tras la emisión de The UFO incident, se dispararon en el país las denuncias de secuestros por extraterrestres, hasta entonces prácticamente inexistentes. Todos los casos seguían el patrón del episodio de los Hill. Eso, que a ojos de algunos prueba que hay algo real detrás las abducciones, es la mejor demostración de que no es así. 

    Porque, tal como advierte el doctor Simon en el libro de Fuller, la abducción de los Hill fue un falso recuerdo. Nació en las pesadillas que tuvo tras el avistamiento Betty, que estaba ya antes obsesionada con el fenómeno ovni. La mujer creó, y creyó, a partir de la visión de una luz en el cielo –todo apunta que fue un planeta– una historia fantástica que contó repetidamente a su marido hasta que este la asumió como un recuerdo propio, aunque con matices. Los extraterrestres de Betty hablaban en inglés; los de Barney no tenían boca. En el caso de la mujer, sabían manejar una cremallera; en el del hombre, ignoraban lo que era una dentadura postiza. 

    Betty y Barney Hill, con su perro Delsey. Foto: Wikipedia.
    Betty y Barney Hill, con su perro Delsey. Foto: Wikipedia.

    The UFO incident es fiel al relato de los hechos. Las interpretaciones del matrimonio protagonista, a los que dan vida Estelle Parsons –con quien Betty habló antes del rodaje– y James Earl Jones –que no pudo preparar su papel con Barney porque había muerto en 1969–, son muy buenas. El segundo es el perfecto Barney, un hombre negro con complejo de culpa por haber abandonado a su primera mujer y a un hijo para casarse con una blanca. Y los extraterrestres, aunque toscos si se comparan con los de la muy próxima temporalmente Encuentros en la tercera fase (1977), están detrás del actual prototipo de alienígena y no salieron de la nada. El estudioso del mito ovni Martin Kottmeyer descubrió en 1994 el origen de los grandes ojos almendrados de los alienígenas descritos por Barney.1 El hombre recordó esa peculiaridad de sus captores el 22 de febrero de 1964. Diez días antes, se había emitido en EE UU «El escudo Bellero», un episodio de la serie The outer limits (Más allá del límite) en el que los ojos de los extraterrestres son así.

    «Él [Jones] había leído el libro [The interrupted journey] y quería interpretar a Barney en la película», afirman el ufólogo Stanton Friedman y Kathleen Marden, sobrina de Betty, en Captured! The Betty and Barney Hill UFO experience (¡Capturados! La experiencia ovni de Betty y Barney Hill, 2007).2 El telefilme no estuvo disponible en vídeo hasta 2022 y no hay noticias de que alguien se haya planteado alguna vez un remake. Puede que nadie haya revisitado la historia porque, simplemente, James Earl Jones creyera siempre que el trabajo que Estelle Parsons y él hicieron a las órdenes de Richard A. Colla lo hacía innecesaria. Porque James Earl Jones, la voz de Darth Vader, era el propietario de los derechos cinematográficos del relato de la primera abducción. Se hizo con ellos en 1975.

    Nota publicada en Magonia el 11 de septiembre de 2024.

  • El Charles Fort más personal
    Charles Fort, hacia 1920.
    Charles Fort, hacia 1920.

    «Un chiflado curioso, probablemente sincero, pero infinitamente crédulo». Así define H. P. Lovecraft a Charles Fort (1874-1932) en una carta que escribe en 1935 a Emil Petaja, un joven seguidor que con el tiempo se convirtió en escritor de ciencia ficción. Lovecraft parecía tener las ideas claras sobre el padre de lo paranormal. Sin embargo, hay quien no piensa así. «Siendo esencialmente un satírico enormemente escéptico sobre la pretensión de los seres humanos –y especialmente de los científicos– de alcanzar la sabiduría última, Fort presentó una serie de teorías sobre las visitas extraterrestres en forma de comentarios y chistes que no siempre dejaban del todo claro cuándo hablaba en serio y cuándo no», afirma Jerome Clark. ¿Quién tiene razón, Lovecraft o Clark? ¿Tomó el autor de El libro de los condenados (1919) el pelo a todo el mundo o creía en lo que predicaba?

    Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 9 de septiembre de 2024.

    Sigue en «El Charles Fort más personal».