No hubo en la Antigüedad otro imperio como el atlante. Su hogar era una isla más grande que el norte de África y Asia Menor juntas, situada en el Atlántico. Sus dominios se extendían por el sur de Europa hasta Italia y por el norte de África hasta Egipto. La capital tenía una acrópolis central y una sucesión de anillos de tierra dedicados a diferentes usos, separados por otros de agua. Había templos y palacios con fachadas recubiertas de metales preciosos, grandes estatuas de oro, fuentes de agua caliente y fría, abundancia de productos del campo y minerales, astilleros llenos de trirremes… Los atlantes «poseían tan gran cantidad de riquezas como no tuvo nunca antes una dinastía de reyes ni es fácil que llegue a tener en el futuro y estaban provistos de todo de lo que era necesario proveerse en la ciudad y en el resto del país», escribió Platón (427-347 antes de Cristo).
Comienzo del reportaje publicado en el suplemento Territorios del diario El Correo el 11 de noviembre de 2023.
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