Las falacias, medias verdades y falsedades del presidente de los homeópatas guipuzcoanos

Entrevista al homeópata guipuzcoano Xabier Ibarburu publicada por 'El Diario Vasco' el 7 de noviembre de 2012.
Entrevista al homeópata guipuzcoano Xabier Ibarburu publicada por ‘El Diario Vasco’ el 7 de noviembre de 2012.

Sobrecoge abrir el periódico y encontrarse con una entrevista como la hecha a Xabier Ibarburu, presidente de la Asociación de Médicos Homeópatas de Guipúzcoa y también acupuntor, en El Diario Vasco. Una falacia tras otra, una media verdad tras otra, una mentira tras otra, para publicitar un timo equiparable a los crecepelos y alargadores de pene de la teletienda. Lo mismo que hizo en abril su colega vizcaína Itziar Lezamiz en las páginas de Opinión de El Correo.

Los principios fundamentales de la homeopatía, establecidos por Samuel Hahnemann hace dos siglos, son que lo similar cura lo similar y que, cuanto más pequeña es la dosis de una sustancia -cuanto más diluida está-, mayores son sus efectos. Si fuera cierto, eso implicaría que una sustancia que quita el sueño, como la cafeína, sería un potente somnífero si se consume muy diluida. ¿Cuánto es muy diluida para un homeópata? Pues, tanto que no queda ni una molécula del principio activo en el producto que nos venden, como demostramos en Escépticos al analizar un somnífero homeopático con la tecnología más avanzada.

Además, la homeopatía nunca ha demostrado efectividad más allá del placebo. Es un cura, cura, sana, culito de rana de venta en farmacias, tal como concluyó en diciembre del año pasado un comité de expertos en un informe para el Ministerio de Sanidad español y, antes, la Asociación Médica Británica (BMA), el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes, la prestigiosa revista de The Lancet, la máxima autoridad científica japonesa… La multinacional homeopática Laboratorios Boiron ha tenido que pagar en Estados Unidos 12 millones de dólares para frenar las demandas por publicidad engañosa porque cuatro de sus supuestos remedios no curan lo que prometen. Mientras, en España se ofrece cobertura a su negocio desde los medios de comunicación y las instituciones, publicitando y acogiendo cursillos en los que se vende como efectiva esta pseudomedicina y charlas como la que hoy ofrece nuestro protagonista en el Colegio de Médicos de Guipúzcoa.

Los peligros de la homeopatía

Ibarburu sostiene, entre otras falsedades, que «el mayor riesgo de la homeopatía es que no sea ejercida por médicos homeópatas» porque los licenciados en medicina son los que conocen los límites de esa terapia. ¡Ja! Que le vaya con esa milonga al hipertenso vizcaíno que hace unos meses ingresó en Urgencias de un centro sanitario aquejado de una crisis hipertensiva por seguir los consejos de un médico homeópata colegiado que le retiró el tratamiento convencional, el que funciona, en favor de la inútil pócima de turno. O, si no, que le pregunte directamente a su docto colega, al que conoce. Éste es sólo un ejemplo del peligro de esta pseudomedicina, cuyos usuarios muchas veces abandonan los tratamientos médicos efectivos por la esperanza de que la magia homeopática les sane.

El presidente de los homeópatas guipuzcoanos vende su producto milagro como un buhonero de una película de vaqueros cuando afirma, respecto a la gripe, que hay «medicamentos homeopáticos que la curan» y que, tras derivar a un paciente de cáncer al oncólogo, luego él y sus colegas ven cómo pueden «tratar de curar a esa persona o, si no, aliviarle y darle calidad de vida». «Siempre he dicho que nunca he conseguido curar un cáncer, pero he contribuido a alargar la vida de muchos pacientes y mejorar su calidad de vida», añade. ¿Dónde están las pruebas de una afirmación tan osada? Preséntelas o retráctese inmediatamente porque, si no, está sembrando falsas esperanzas en miles de enfermos angustiados.

La homeopatía es nada y no ha demostrado curar nada más allá del placebo. No sirve ni para embarazadas, ni para bebés, ni para nadie. ¿Alguien puede creer que, con los enormes costes de la sanidad, si funcionara, se iba a dar la espalda a esta práctica cuando casi todo podría curarse con agua y azúcar? Dado que no han demostrado servir para nada -más allá de engrosar los bolsillos de quienes los fabrican, recetan y venden-, decir que «los medicamentos homeopáticos son más baratos que el resto» es faltar a la verdad.

Cuando algo no sirve para nada, es lo más caro del mundo, cueste lo que cueste. A no ser que, como me ha comentado irónicamente Diego Manzano, estudiante de medicina de la Universidad el País Vasco, Ibarburu se refiera a que «el uso de la homeopatía en la sanidad pública reduciría el gasto hospitalario porque acortaría el tiempo medio de estancia, ya que, al carecer de efectos curativos, los pacientes morirían antes». Los beneficios de la homeopatía se extenderían hasta a la lucha contra el paro, ya que aceleraría el fallecimiento de desempleados y de trabajadores que dejarían sus puestos libres para otros, con lo que el número de desempleados en España descendería sin remisión.

Verdades a medias
En la sucesión de falacias de Ibarburu, no falta la alusión a que en algunos países de nuestro entorno se ofrece la homeopatía en la sanidad pública. Dice: «¿Por qué en Francia la sanidad pública financia los medicamentos homeopáticos y la consulta del médico-homeópata parcialmente? En Gran Bretaña los médicos de familia pueden derivar a los pacientes a hospitales homeopáticos. Hay cinco. En Austria hay once clínicas donde pueden tratar con homeopatía, y en Suiza el año pasado se aprobó un informe en el que han comprobado la eficacia de la homeopatía y han hallado la relación coste-efectividad. El Gobierno ha visto que es un ahorro muy importante para la sanidad. ¿Están estos países más retrasados que nosotros?»

Es cierto que algunos tratamientos homeopáticos -algunos- están cubiertos por la sanidad pública de Francia, Dinamarca y Luxemburgo. También, que en Reino Unido hay hospitales homeopáticos financiados por las arcas públicas, en contra de los dictámenes de las sociedades científicas y médicas. Y no es menos verdad lo de Austria, donde se hace la vista gorda a la homeopatía y no se le exige que demuestre ninguna efectividad. Pero esos casos no prueban nada. Bueno, sí lo hacen: prueban cómo una tradición supersticiosa ha arraigado en ciertos países y se ha convertido en un negocio tan grande que las razones científicas se prefieren dejar de lado. Como suele recordar Fernando L. Frías, vicepresidente del Círculo Escéptico, «esos países en los que se apoya a la homeopatía son, casualmente, los que cuentan con potentes multinacionales homeopáticas». «¿Están estos países más retrasados que nosotros?», pregunta Ibarburu. Pues, en este caso, sí. Están más atrasados no sólo que nosotros, sino también que Estados Unidos, Bélgica, República Checa y, por supuesto, Alemania. Por citar sólo unos pocos ejemplos.

Se olvida Ibarburu de citar a Alemania -país natal de Samuel Hahnemann-, quizá porque en 2004 dejó de cubrir públicamente los tratamientos homeopáticos con unas pocas excepciones. El cerco a la homeopatía en ese país ha llegado a tal punto que seis grandes laboratorios han pagado decenas de miles de euros a un periodista por lanzar en Internet una campaña de descrédito contra Edzard Ernst, médico especialista en terapias alternativas que considera que la homeopatía es un timo y critica su práctica sin concesiones. Para él, «la homeopatía no es medicina; no es plausible y no funciona», y la apariencia de que funcione se debe a que «sus practicantes son muy empáticos, dedican tiempo a los pacientes, les intentan entender… Es como una minipsicoterapia».

El informe suizo y Montagnier

Respecto al presunto estudio gubernamental suizo que avala la eficacia de la homeopatía, lo cierto es que no existe. “El informe del Gobierno suizo sobre la homeopatía… no es del Gobierno suizo. No es un informe realizado por expertos del Gobierno, ni encargado por el Gobierno”, explicaba en su momento Arturo Quirantes, físico de la Universidad de Granada. Se trata de un texto redactado por homeópatas para respaldar su práctica ante el Ejecutivo helvético.

Argumentar como apoyo a esa pseudoterapia que Luc Montagnier, premio Nobel en 2008 por descubrir el virus del sida, cree en ella es derivar el debate hacia el principio de autoridad. Por muy laureado que esté, Montagnier yerra cuando habla de homeopatía y también cuando habla de otras cosas. Está convencido, por ejemplo, de que el agua tiene memoria, cree que se podría curar a niños autistas con antibióticos, aboga por el uso de suplementos nutricionales y antioxidantes como complementos en la lucha contra el sida en África… “El respaldo de Montagnier a ideas pseudocientíficas y marginales en los últimos años ha sido aprovechado por los negacionistas del sida y otros que dicen ahora que él apoya sus locas ideas”, recordaba en Nature hace dos años John Moore, virólogo de la Universidad de Cornell. Homeópatas, como Ibarburu, incluidos.

La homeopatía funciona en la misma medida que la pulsera Power Balance y otros amuletos, aunque tiene a su favor el respaldo de los colegios de farmacéuticos y de médicos, interesados en proteger a toda costa el negocio de sus asociados, aunque eso ponga en riesgo la salud de la población. Quienes la practican son médicos ignorantes o confundidos o, sencillamente, sin escrúpulos, o que reúnen varias de esas condiciones. ¿Cómo es posible que un profesional de la medicina honesto llegue a creer que la homeopatía funciona? Me lo explicaba Edzard Ernst hace un año: «Va a tu consulta un paciente y te cuenta que sufre dolores de cabeza desde hace años. Le das un remedio homeopático y, cuando regresa, te dice que no ha vuelto a tenerlos. Eso no te lleva a pensar que lo imposible es posible, pero has visto que la homeopatía funciona».

Amparar una charla como la de Ibarburu y la organización de «cursos introductorios sobre homeopatía para pediatras, traumatólogos, ginecólogos, oncólogos…», como hace el Colegio de Médicos de Guipúzcoa, es de juzgado de guardia. Aunque, como ha dicho Fernando L. Frías en La Lista de la Vergüenza, «que a estas alturas un colegio de médicos programe una charla de propaganda de la homeopatía no es ninguna novedad», eso no debe llevarnos a la resignación. Al contrario. Hace falta, más que nunca, que los científicos no se callen, que digan alto y claro que la homeopatía es un timo, como hicieron los participantes en el capítulo correspondiente de la serie Escépticos. Guardar silencio ante el cúmulo de falacias, medias verdades y descaradas mentiras del presidente de los homeópatas guipuzcoanos es dar la espalda a la sociedad, poner a miles de enfermos a los pies de los caballos de la charlatanería.

Nota publicada en Magonia el 8 de noviembre de 2012.


Publicado

en

, ,

por

Etiquetas: