Si una terapia es milenaria, energética, natural o cuántica, es un timo

Una acupuntora atiende a una paciente.
Una acupuntora atiende a una paciente.

Proliferan en nuestro entorno las terapias alternativas, que se llaman así porque, simplemente, nunca han podido demostrar que sean más efectivas que el placebo. Si algún día una terapia alternativa demuestra que funciona, pasará a ser medicina. Por eso, cuando hablamos de medicina, alternativa es la primera palabra que indica que algo no es digno de confianza. Si una terapia es alternativa, es que nunca ha curado a nadie más allá del cura, cura, sana, culito de rana. Ésa es la primera idea que nos tiene que quedar clara. La segunda es que, aunque no se adjetive como alternativa, si una terapia entra dentro de cualquiera de los siguiente apartados, también es un timo.

1. Milenaria, tradicional y oriental

La esperanza media de vida al nacer es hoy en España de 83 años -3 más en el caso de las mujeres-, sólo por detrás de Japón. En 1901 se situaba en menos de 35 años y en 1930 superaba los 49, mucho más que dos de los países con los que se vinculan habitualmente las terapias tradicionales y orientales, India y China, donde era entonces de 29 y 32 años, respectivamente. Treinta años después, en China era de 42 años, en India de 43 y en España de 69, sin acupuntura, reiki, medicina ayurvédica ni nada parecido.

Con la medicina científica -más la potabilización y el saneamiento de aguas y el control de los alimentos- nos ha ido muy bien en España, como al resto de los países de nuestro entorno y del denominado Occidente, que abarca hasta Australia y Japón. Los países de origen de las llamadas terapias milenarias, tradicionales y orientales empezaron a ganar en esperanza de vida con la llegada de la medicina científica. Cuando disfrutaban exclusivamente de sus terapias tradicionales, que tanto nos seducen en Occidente, se morían bastante antes que nosotros. Como dice el médico Vicente Baos, miembro del Círculo Escéptico, «los chinos no quieren saber nada de las tonterías de antes y aquí se las compramos acríticamente».

Por cierto, milenario también es someter a la mujer al hombre, tradicional es que los padres decidan con quién deben emparejarse sus hijas y oriental, el sistema de castas indio. ¿Nos traemos también todo eso a la España del siglo XXI?

2. Natural

Lo mismo que la agricultura no es natural, no hay ninguna terapia natural porque no lo hay que poner una inyección, operar a corazón abierto o radiar un tumor, pero tampoco lo hay en pinchar con agujas, elaborar preparados homeopáticos o flores de Bach ni otras cosas por el estilo. Que algo sea natural significa para mucha gente que ese algo es bueno, aunque el mercurio, el arsénico y la estricnina sean también naturales… y la muerte sea lo más natural del mundo. Los partidarios de las denominadas medicinas alternativas se refieren a ellas también como naturales por una mera cuestión de mercadotecnia: saben que eso hará a mucha gente más propensa a confiar en su bondad, que sólo es tal para el bolsillo de quienes las practican.

Los creyentes en lo natural son los mismos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor y que, según nos hemos ido alejando de la naturaleza, hemos ido deshumanizándonos y enfermando. La Historia, y la vida de los humanos que en la actualidad subsisten como en épocas remotas, demuestra que gozamos de mayor calidad de vida cuanto más nos apartamos de la naturaleza, que no es la madrecita buena de la que hablan algunos. Por cierto, que nadie inteprete esto como un voto a favor de que se arrase el planeta hasta convertirlo en una especie de Trántor o Coruscant. Hay que conservar el medio y la biodiversidad, y también conviene que dejemos de multiplicarnos como hasta ahora por el bien del planeta, que es el nuestro.

3. Energética

Una mujer, en una sesión de reiki. Foto: PxHere.
Una mujer, en una sesión de reiki. Foto: PxHere.

Energía es otra palabra mágica de los charlatanes desde hace décadas. Si hiciéramos caso a los parapsicólogos y los llamados médicos alternativos, hay innumerables formas de energía esperando a que los físicos las descubran. Porque, ojo, las energías de las que estamos hablando son indetectables con la tecnología actual, dicen quienes, sin embargo, aseguran sentirlas. Los practicantes de las denominadas terapias energéticas (reiki, quiropráctica, acupuntura, radiestesia, feng shui…) sostienen que curan enfermedades redirigiendo esa energía mediante pases de manos o con artilugios como agujas.

En 1996, una niña de 9 años, Emily Rosa, demostró que los practicantes del toque terapéutico -la variante estadounidense del reiki- no detectan nada. Lo hizo con un sencillo experimento en el que cada sanador y ella se sentaban a una mesa, enfrentados y separados por el cartón a modo de biombo. Dos agujeros en la base de éste, permitían que las manos del terapeuta pasaran al otro lado, apoyadas sobre la mesa y con las palmas hacia arriba; pero el cartón impedía que viera nada. La niña echaba entonces una moneda al aire para decidir sobre qué mano del sujeto pondría una de las suyas, preguntaba al sanador cuál de sus manos percibía un campo energético humano y lo apuntaba todo en el cuaderno. Los terapeutas acertaron en 123 (44%) de 280 intentos. Los resultados del trabajo se publicaron en la prestigiosa revista de la Asociación Médica Estadounidense.

Los experimentos que durante siglos se han hecho con los radiestesistas -también llamados zahorís, rabdomentes y, últimamente, geobiólogos- han dado los mismos resultados que el de Emily Rosa. Así que, ya sabe, si alguien le dice que practica una terapia energética, es un timador.

4. Cuántica

Como la mecánica cuántica es prácticamente incomprensible para alguien que no sea físico, se ha convertido en el último refugio de los charlatanes. Es a las pseudoterapias lo que los universos paralelos a la ufología. Hubo un tiempo en que los ufólogos situaron el origen de los tripulantes de los platillos volantes en el Sistema Solar. Según el ser humano fue explorándolo, los extraterrestres se fueron alejando y ahora ya se situán en otras realidades o universos paralelos: así salvan los ufólogos el escollo de que ni nuestros telescopios ni nuestros sistemas de vigilancia hayan detectado nunca una nave alienígena acercándose a la Tierra.

Tradicionalmente, los homeópatas han dicho que sus preparados, en los que no hay ninguna molécula de principio activo, funcionan gracias a la memoria del agua, pero, de un tiempo a esta parte, dado el descrédito de esa ridícula idea -¿cómo le borran la meoria al agua antes de usarla?, ¿cómo sabe el agua lo que tieen que recordar y lo que no?-, se han refugiado en la mecánica cuántica. “No tenemos la última respuesta de cómo funciona la homeopatía; pero sí sabemos cómo no: a través de los mecanismos clásicos de molécula-receptor. Los que decís que la homeopatía no es científica os apoyáis en conceptos y argumentos del siglo XIX. Hoy, la ciencia que explica cómo funciona el Universo es la física cuántica”, me dijo en 2011 el médico y homeópata Guillermo Basauri durante un encuentro privado auspiciado por Boiron. Yo le pregunté: “¿Me estás diciendo que los mecanismos de la homeopatía se encuentran en la física cuántica?”. “¡Claro!”, respondió.

En marzo del año pasado, le comenté esa conversación al físico español Juan Ignacio Cirac y me dijo, asombrado: «Creo que mi cara lo dice todo, ¿no? No soy ningún experto (en homeopatía), pero las explicaciones que he visto que dan de la homeopatía a través de la física cuántica no tienen, desde luego, nada que ver con la física cuántica que los físicos cuánticos hacemos». Lo mismo puede decirse del resto de las pseudoterapias y de los productos milagro que llevan el adjetivo cuántico, que se ha convertido -fuera de la física- en otro detector de charlatanes.

Nota publicada en Magonia el 7 de junio de 2016.


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