Nada, y nada nuevo. La homeopatía es nada, corrobora el informe sobre las mal llamadas terapias alternativas elaborado por un grupo de expertos para el Ministerio de Sanidad pedido por Leire Pajín, la ministra Power Balance, quien quería regular ese tipo de prácticas. Titula, generosamente, el diario El País: «Sanidad concluye que el principal efecto de la homeopatía es placebo». Es verdad; pero una verdad edulcorada posiblemente por los mismos redactores del informe, la versión definitiva de un documento de trabajo sobre el que ya hablamos aquí. La lectura cruda sería: «Sanidad concluye que la homeopatía es nada, un timo».
Escribo estas líneas sin haber leído el texto oficial, basándome en lo que apunta en su información mi colega del diario madrileño, que es lo que era previsible. Dice sobre el invento de Samuel Hahnemann:
Sobre homeopatía, el grupo que ha elaborado el informe ha analizado nueve estudios que pueden considerarse científicos. Los ensayos se referían a un amplio abanico de supuestas utilidades, como gripe y otras infecciones, cáncer y efectos adversos de la quimioterapia, osteoartritis, inducción al parto, asma, demencia, depresión y cólico del lactante. Pero los resultados son «muy contradictorios» y muchos apuntan al efecto placebo. En cualquier caso, los medicamentos homeopáticos utilizados bajo la supervisión de profesionales se consideran «seguros», sobre todo porque se suelen preparar en disoluciones muy altas y el paciente prácticamente agua (en esta parte final parece haber desaparecido por error alguna palabra).
En esencia, es lo que apuntaba el documento de trabajo:
La homeopatía es una técnica que ha empezado a ser evaluada con criterios de medicina basada en la evidencia en los últimos años, por lo que se puede afirmar que su evaluación científica está en sus inicios. A partir de los resultados y conclusiones de las revisiones sistemáticas publicadas, no se puede emitir ninguna recomendación basada en la evidencia que pueda influir en las decisiones clínicas sobre su uso. En general, las revisiones realizadas concluyen que la homeopatía no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta, los resultados de los ensayos clínicos disponibles son muy contradictorios y resulta difícil interpretar que los resultados favorables encontrados en algunos ensayos sean diferenciables del efecto placebo.
Los medicamentos homeopáticos, en diluciones extremadamente altas, utilizados bajo la supervisión de profesionales se consideran seguros, la ocurrencia de efectos adversos severos es muy improbable y se han comunicado escasas complicaciones asociadas a su consumo.
Nada nuevo. La evidencia y el conocimiento científicos apuntan a que la homeopatía no funciona más allá del placebo. Esta pseudoterapia se basa en dos principios: que una sustancia que provoca los mismos síntomas que una enfermedad puede curarlos; y que, cuanto más pequeña es la dosis de una sustancia, mayores son sus efectos. Esas falsedades se traducen en unos remedios tan diluidos que no queda en ellos ni una molécula de principio activo y una muy rentable industria de venta de agua y pastillas de azúcar como si fueran medicamentos. Para defender las capacidades curativas de sus productos, los homeópatas recurren a la inexistente memoria del agua y hasta a la física cuántica. Fuegos de artificio para distraer al personal sobre la realidad de su práctica, que no les han servido científicamente de nada allí donde la ciencia ha examinado la homeopatía.
Así, la Asociación Médica Británica (BMA) y una comisión parlamentaria ya determinaron el año pasado que la homeopatía es un timo y que no había que pagarla con dinero público. El Ejecutivo británico decidió al final, sin embargo, hacer la vista gorda porque «la medicina alternativa y complementaria, incluyendo la homeopatía, tiene una larga tradición, y gente muy ruidosa tanto a favor como en contra ella». «El príncipe Carlos movió los hilos y, al final, el Gobierno decidió que había que seguir ofreciendo a los pacientes la posibilidad de elegir. Poder elegir es muy importante, pero, para hacerlo, tienes que estar bien informado: la homeopatía no tiene nada y no hace nada», me decía en julio Edzard Ernst , titular de la cátedra de Medicina Complementaria el mundo y coautor, junto con el periodista Simon Singh, de Trick or treatment? Alternative medicine on trial (¿Truco o tratamiento? Juicio a la medicina alternativa).
Las autoridades sanitarias deben actuar
Si no tiene nada, como ya demostramos también en el episodio de Escépticos dedicado a la homeopatía, lo lógico es que ni se considere acto médico, ni la practiquen los médicos, ni se venda en farmacias. Y no vale escudarse en el placebo. «Los homeópatas suelen argumentar que, si el placebo funciona, lo que ellos hacen tampoco está tan mal. No es verdad. Cuando te doy un remedio real, además del placebo, funciona el medicamento. Si sólo te doy placebo, te privo del poder curativo de la medicina», me advertía Ernst. Y añadía, respecto al papel de los farmacéuticos en esta farsa: «Nos están timando. Mantengo una lucha constante con los farmacéuticos, a quienes acuso de actuar como meros vendedores y no como profesionales sanitarios con ética. Como vivimos en una economía de libre mercado, pueden vender lo que quieran, pero deberían advertir a la gente de que los productos homeopáticos no tienen nada y no hacen nada».
No vale, ahora, con que Sanidad haga simplemente público este informe. Las autoridades deben emprender campañas informativas que alerten a la población de que la homeopatía es nada, de que los productos homeopáticos no funcionan más allá del «cura, cura, sana, culito de rana»; de que confiar en la efectividad de las diluciones homeopáticas tiene tanto sentido como hacerlo en la timopulsera Power Balance; de que la venta de homeopatía en farmacias tiene la misma base -hacer caja- que la de pulseras magnéticas… Si alguien quiere que le sigan timando, allá él. Pero la ciudadanía tiene derecho a una información veraz y más todavía cuando hablamos de salud. Lamentablemente, soy escéptico respecto a que nuestras autoridades vayan a dar un paso en ese sentido. Ojalá me confunda.
El informe de Sanidad también habla de otras pseudoterapias y no encuentra en ninguna pruebas suficientes que demuestren su eficacia más allá del placebo. Como dice el periodista científico, y compañero del Círculo Escéptico, Mauricio-José Schwarz, «ahora los promotores de la pseudomedicina dirán que «hacen falta más estudios». ¿Cuántos? Todos los que sean necesarios hasta que alguno les sea favorable. ¿Y si los estudios siguen indicando que no, las terapias alternativas no curan nada de lo que dicen curar (y aquí hablamos de curación en sentido clínico, mediante pruebas objetivas y no sólo dependiendo de que el paciente diga «me siento mejor» porque le complace que lo atiendan, que placebo significa precisamente complaceré en latín)? Pues dirán que hay un complot de la medicina basada en evidencias, la industria farmacéutica, la ciencia malvada o todas las personas que se niegan a aceptar sus afirmaciones sin pruebas».
Yo añado, que digan lo que quieran, pero que las autoridades sanitarias obliguen a etiquetar los productos homeopáticos con una leyenda que advierta de que carecen de principio activo y que sólo curan cuando el paciente se lo cree, y prohiban de una vez su venta en farmacias. Si no lo hacen, serán cómplices conscientes de este fraude al ponerse del lado de quienes engañan a los ciudadanos y les venden inútiles remedios milagrosos. Yo me seguiré suicidando homeopáticamente cuantas veces sea necesario para dejar claro que la homeopatía es nada.
Información publicada en Magonia el 20 de diciembre de 2011.