El arquitecto Miquel Pérez-Sánchez dará la conferencia «La Gran Pirámide, clave secreta del pasado» el martes en Sevilla en la Casa de la Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En la mejor tradición piramidiota, el autor sostiene que la pirámide de Keops se construyó en conmemoración del primer milenio del Diluvio y que estaba originalmente coronada por una esfera, entre otras ideas que los egiptólogos no dudan en calificar de absurdas. La charla servirá de presentación del libro del mismo título, que es a su vez un resumen de la tesis con la que obtuvo en 2008 el doctorado por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
Pérez-Sánchez ha conseguido hasta el momento que sus ridículas ideas sean reconocidas con un doctorado por la UPC, que el Ministerio de Cultura subvencione la web donde vende su obra, que la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Ateneo de esa ciudad apadrinen la presentación del libro en la capital de España, y que el CSIC haga lo propio en Sevilla. Además, Gabriel Ferraté, exrector de la UPC y presidente del tribunal que otorgó un excelente cum laude a la tesis piramidiota, me mandó en su día una larga carta en la que mantiene que «todo lo que expone el doctor arquitecto Pérez-Sánchez está fundamentado en datos objetivos y parametrizables», y concluye que la Gran Pirámide es «una gran matriz de datos espacio-temporales». Al igual que su protegido, Ferraté carece de formación académica en egiptología.
Anticiencia con doctorado
Ignoro qué conexiones tiene Pérez-Sánchez, pero han de ser muy fuertes para que dos universidades, un ministerio y el propio CSIC avalen sus estupideces. Porque, sí, lo que sostiene el doctor arquitecto son bobadas y su obra merece estar en las bibliotecas junto a las de Erich von Däniken,Juan José Benítez y otros apóstoles de la piramidiotología. En la invitación al acto del martes que me ha facilitado un compañero del Círculo Escéptico, el CSIC dice que el libro del arquitecto «tiene como objetivo divulgar el conocimiento sobre los logros científicos -matemáticos, geométricos, astronómicos, geodésicos…- que permitieron a la civilización del Antiguo Egipto la realización de obras tan grandiosas como la Gran Pirámide de Khufu (Keops) hace más de 4.500 años». No es así.
El trabajo de Pérez-Sánchez es basura pseudocientífica. Aunque la anticiencia se premie con un doctorado -lo que dice mucho del tribunal que lo otorgó-, anticientia se queda. El egiptólogo José Miguel Parra, autor del libro Las pirámides: historia, mito y realidad (2001), considera que la tesis del doctor arquitecto «no tiene desperdicio en cuanto a la cantidad de tonterías y sinsentidos que contiene, casi ninguno de los cuales es original, por cierto». «No da ni una. No hay nada de cierto en lo que dice Miquel Pérez-Sánchez», coincide la también egiptóloga Mara Castillo Mallén.
El mismo CSIC que lidera el proyecto Djehuty apadrina a un autor que defiende que la tumba de Keops es «el monumento conmemorativo de una gran destrucción, del Diluvio Universal, de su milenario»; que es «una especie de enciclopedia del saber de su tiempo»; que estaba coronada por una esfera que simbolizaba el ojo de Horus; que la altura de la estructura fue, original e intencionadamente, una milmillonésima parte de la distancia entre la Tierra y el Sol; que los egipcios conocían los números Pi, Phi, e y plásticos; que sabían que la Tierra era redonda; que Osiris fue un extranjero o la personificación de un pueblo que llevó la agricultura a Egipto…
¿Qué piensan de esto los historiadores y arqueólogos que trabajan en proyectos del CSIC? ¿Les da tanta vergüenza como a mí?
Nota publicada en Magonia el 22 de mayo de 2015.