La revista Science publicó ayer en su web que una conexión mal hecha de un cable de fibra óptica entre un GPS y un ordenador podría estar en el origen de que, en un experimento realizado en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), pareciera que los neutrinos pueden superar la velocidad de la luz. El CERN ha emitido hoy una breve nota en la que admite dos posibles fallos que pudieron haber alterado las mediciones de la velocidad de esas partículas del Proyecto de Oscilación con el Aparato de Seguimiento de Emulsión (OPERA), resultados que provocaron un gran revuelo entre los expertos.
Cuando en septiembre saltó la noticia de los neutrinos hiperlumínicos, que violarían la teoría de la relatividad general de Einstein -uno de los pilares de la física-, en ciertos ambientes esotéricos echaron las campanas al vuelo. Interpretaron, torticeramente, el supuesto hallazgo como una confirmación de los poderes paranormales y otros prodigios. Ahora, habrá que ver cómo reaccionan ante este anuncio de que es posible que todo fuera un error, algo que no se sabrá a ciencia cierta hasta dentro de unos meses. ¿Cuál será la próxima portada de la revista Más Allá, que hace unos meses abrazó con entusiasmo la idea de que la velocidad de la luz como límite ya era historia y concluyó que eso otorgaría verosimilitud a prácticamente cualquier cosa?
Viajes interdimensionales
En el número de Más Allá de noviembre, el ufólogo Moisés Garrido echaba mano de los neutrinos hiperlumínicos para hablar de tormentas en el tiempo y postular -¡agárrense!- que los tripulantes de los platillos volantes serían crononautas o seres de otras dimensiones. «El fenómeno ovni -decía- encaja mejor en la hipótesis interdimensional -los ufólogos califican de hipótesis cualquier idea loca- que en la popularizada hipótesis extraterrestre». Hablaba Garrido, entre otras cosas, de «extrañas nubes resplandecientes que flotan casi a ras del suelo y emiten chispas eléctricas que provocan a su alrededor perturbaciones gravitacionales, acompañadas de un sonido semejante al zumbido de un enjambre de abejas o al que produce un transformador eléctrico». Ya saben, esas cosas que sólo aparecen en los libros de ufología.
Como prueba de que pasan cosas raras en el mundo, contaba en un recuadro la increíble historia del matrimonio Vidal, que en 1968 fue teletransportado con su coche y todo de Argentina a México en un abrir y cerrar de ojos. «Atravesaron una especie de agujero de gusano?», se preguntaba Garrido. Pobre inocente. No, fue algo mucho más sencillo: la historia de los Vidal se la inventó el cineasta argentino Aníbal Uset para conseguir publicidad gratuita para una película, como descubrió Alejandro C. Agostinelli en 1996. Con el paso de los años, la leyenda urbana se extendió a otros países latinoamericanos y a España, donde Juan José Benítez descubrió el caso de dos madrileños que entraron con su coche en un banco de niebla en Valdepeñas y, acto seguido, salieron en el soleado Alicante.
A estos frágiles mimbres, sumaba Garrido dos páginas de declaraciones de físicos españoles que llamaban a la precaución sobre los resultados del experimento y que, preguntados acerca de si la confirmación de la ruptura de la velodad de la luz daría fundamento científico a los viajes en el tiempo, respondían:
– «En principio, los prohíbe la teoría de la relatividad» (Carlos Pajares).
– «Opino que lo que se está diciendo, en general, no lo tiene» (Álvaro de Rújula).
-«Le respondo a usted con otra pregunta: ¿por qué no tenemos noticia de ningún visitante del futuro? No tendría más que ir a una universidad y solicitar someterse a un exámene médico y otro científico. En una mañana, estaríamos seguros de si era un falsario o de si decía la verdad. Por muchas especulaciones teóricas que haya, -que las hay, y algunas con gran fundamento- no existe ni un dato experimental de que el tiempo no fluya en un solo sentido, lo cual confirma la física actual» (Manuel Luis Lozano Leyva).
-«Aún es pronto para especular. Vamos a esperar a ver qué pasa, si se confirman o no los resultados y -en caso de confirmarse- cuál es su interpretación correcta y qué consecuencias podría tener esa interpretación» (Fernando Cornet).
Cambiará el mundo
¿Saben cuál fue el título de portada de Más Allá?: «Viajes en el tiempo. El descubrimiento que cambiará el mundo». En el índice, decía que «la existencia de partículas capaces de superar la velocidad de la luz -como ha descubierto el CERN- también podría avalar la veracidad de fenómenos como la precognición, la teleportación e, incluso, los ovnis». Y, ya en el reportaje, Garrido daba por hecho que hablar de neutrinos hiperlumínicos era lo mismo que hacerlo de viajes en el tiempo.
Por si eso fuera poco, en el editorial, Javier Sierra -consejero editorial de la revista y antiguo director- escribía que, de confirmarse la existencia de los neutrinos superlumínicos, «adquirirían más sentido misterios como la teleportación, los viajes en el tiempo (físicos y psíquicos), la bilocación o la telepatía». ¡Cómo si esas cuatro cosas hubieran tenido algún sentido en el mundo real -no en la ficción o en la literatura esotérica- en algún momento! Sierra acababa diciendo que, si los investigadores de OPERA no se retractaban y achacaban al final todo a un error, él concluiría que «es cuestión de tiempo -¡nunca mejor dicho!- que el dogma de la luz caiga!».
Habrá que ver lo que dicen ahora Garrido, Sierra y compañía: seguro que alguno de ellos se saca una conspiración de la manga, que siempre viene bien para vender revistas y llenar horas de radio y televisión. ¡Ah!, y no, aunque se confirme que un cable mal conectado está en el origen de los neutrinos hiperlumínicos, Sierra y sus colegas seguirán delirando. Les va en ello el negocio.
Nota publicada en Magonia el 23 de febrero de 2012.