Patrick Jane es mentalista. Hasta hace poco, se ganaba la vida como vidente y médium. Pero un trágico suceso le llevó a dejar de engañar a incautos y ponerse a trabajar del lado de los buenos. Ahora, asesora a la Oficina de Investigación de California (CBI). Sus extraordinarias -pero no paranormales- dotes le permiten ver aquello que al resto nos pasa desapercibido e identificar rápidamente a los criminales. Dicen que El mentalista, la serie que cuenta las aventuras este estafador arrepentido, es un gran éxito en Estados Unidos, lo que, vistos los tres primeros episodios, demuestra lo fácil que es conseguir el favor del público medio.
Un mentalista es un ilusionista que, mediante trucos, simula poderes paranormales como la telepatía, la telequinesia, la adivinación… «Hay muchos magos que se pasan al lado oscuro y usan los secretos del ilusionismo para engañar y no para crear ilusión», me decía hace unos años Jorge Blass. Uri Geller es el más famoso ejemplo de un sujeto de esa calaña. Por eso me parecía que la serie que emiten TNT y La Sexta podía estar bien. Lamentablemente, no es así. El mentalista únicamente se diferencia de un engendro como Médium en que el protagonista no cree en lo paranormal y suelta de vez en cuando frases que suscribe cualquiera con dos dedos de frente, como que alguien que se gana como vidente sólo puede ser un ingenuo o un estafador.
Por lo demás, el interés que podrían tener las andanzas del personaje interpretado por Simon Baker se diluye pasados un par de episodios. Las tramas son previsibles y, además, el protagonista llega a muchas de las sorprendentes deducciones como por arte paranormal: no explica que le lleva a sentenciar que un sospechoso se acuesta con una mujer, que otro mantenía una relación con una menor muerta… Patrick Jane lo adivina todo; pero no sabemos casi nunca cómo. El mentalista es, por eso, una serie tramposa; aunque tenga guiños interesantes, como la presentación del protagonista como una encarnación del médium televisivo John Edward.
Nota publicada en Magonia el 19 de enero de 2009.