La Sanidad pública británica prohibirá a sus médicos recetar homeopatía

El manual científico definitivo de homeopatía. Autor: Refutaciones a los memes antivacunas.
El manual científico definitivo de homeopatía. Autor: Refutaciones a los memes antivacunas.

Los médicos de la Sanidad pública británica no podrán prescribir homeopatía a sus pacientes, según las nuevas directrices del Servicio Nacional de Salud (NHS). «En el mejor de los casos, la homeopatía es un placebo y un mal uso de los escasos fondos del NHS, que mejor podrían dedicarse a tratamientos que funcionan», ha dicho Simon Stevens, director ejecutivo del NHS en Inglaterra al anunciar la medida, informa The Independent. La prescripción de tratamientos homeopáticos supuso a las arcas públicas inglesas un desembolso de 92.412 libras en 2016 y de al menos 578.000 durante los últimos cinco años, dinero que ahora se destinará a otros fines.

El NHS, que también va a retirar la financiación pública por su falta de efectividad a las hierbas medicinas, recuerda en las nuevas directrices que el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes dictaminó en 2010 que «no existe ninguna prueba de que (la homeopatía funcione) funcione más allá del placebo». En España, la Real Academia Nacional de Farmacia y las tres sociedades científicas farmacéuticas existentes se han manifestado en los mismos términos, y la Organización Médica Colegial coincide en que la homeopatía es un proceso «ilusorio y engañoso» sin base científica. Un grupo de expertos elegido por el Ministerio de Sanidad español concluyó en un informe en 2011 que la homeopatía “no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta».

Los principios de la homeopatía, establecidos por el médico alemán Samuel Hahnemann en 1796, son que una sustancia que provoca un síntoma puede curarlo si se diluye mucho y que, cuanto más diluida esté, mayores serán sus efectos sanadores. La elaboración de un producto homeopático empieza con una parte del ingrediente, el principio activo, que se disuelve en 99 partes de agua, alcohol o lactosa: el resultado es una dilución 1 CH o centesimal hahnemaniano. Luego, se toma una parte de esa primera dilución y se mezcla con otras 99 del disolvente elegido (2 CH); seguidamente, se toma una parte de esa segunda dilución y se mezcla con otras 99 del disolvente (3 CH); y así sucesivamente. En las farmacias, se venden habitualmente remedios contra la gripe con diluciones de 200 CH, el equivalente a disolver una molécula en varios universos. Pruebas de laboratorio hechas en todo el mundo han demostrado que los preparados homeopáticos no tienen más que azúcar. Muy caro, pero sólo azúcar. “Los principios de la homeopatía son tonterías”, sentenciaba en mayo de año pasado la Sociedad Estadounidense de Química (ACS).

El gran peligro de la homeopatía es que los pacientes abandonen los tratamientos científicos por unos supuestos remedios que en más de 200 años no han demostrado más efectividad que el “cura cura sana, culito de rana”. Ya es hora de que, como reclama la Real Academia Nacional de Farmacia española, las autoridades sanitarias se planteen «si los productos homeopáticos sin indicación deberían mantener la condición de medicamentos” y a los que la tienen “exigir los estudios que se realizan para evaluar la evidencia científica en relación con su eficacia y seguridad”. Porque los mal llamados medicamentos homeopáticos no tienen que demostrar, como los de verdad que curan nada; sólo que no son perjudiciales, como las gominolas.

Información publicada en Magonia el 23 de julio de 2017.


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