Oiane Flaño, el periodista Mauricio-José Schwarz y el físico Sergio L. Palacios hablaron el pasado 21 de diciembre en Al Día en Punto, en Punto Radio Bizkaia, del fin del mundo y la profecía de los mayas.
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Los pringados del fin del mundo maya
Una semana después del fin del mundo maya, seguimos aquí. A los que pronosticaron desde sus tribunas desastres globales y el advenimiento de una nueva era, parece que se los ha tragado la tierra. Las coloristas portadas con el Sol devorando nuestro planeta, terremotos del estilo de los de 2012, la película de Roland Emmerich, y colisiones planetarias catastróficas no hay que olvidarlas, sino tenerlas siempre presentes como muestras del rigor de revistas como Más Allá y Año Cero. Y tampoco hay que dejar que caigan en el olvido los pringados de este Apocalipsis que nunca llegó. Aquí tienen una pequeña galería con algunos de ellos, desde meditadores y chiflados constructores de arcas de Noé hasta estrellas de espectáculo ansiosas de publicidad. Hubo festivales para turistas en los complejos arqueológicos mayas y todo tipo de bromistas disfrazados en sitios como el monte Bugarach, pero los de aquí abajo creían de verdad que iba a pasar algo extraordinario. Ellos y otros como ellos son los grandes engañados del fin del mundo maya.
El mejor fin del mundo
Pocas imágenes reflejan mejor el fin del mundo que la que cierra El planeta de los simios (1968), la película de Franklin Schaffner basada en la novela homónima de Pierre Boulle. El astronauta George Taylor (Charlton Heston) cabalga por una playa de un mundo gobernado por chimpancés, gorilas y orangutanes, al que ha llegado tras un largo viaje espacial, cuando se da cuenta de que nunca ha salido de casa: al fondo, entre las rocas, está semienterrada de la Estatua de la Libertad, que se presenta al espectador poco a poco desde atrás. Taylor baja del caballo y, arrodillado entre las olas, maldice las guerras. No recuerdo otra escena final más impactante. Es magistral en su aparente sencillez. No hay grandes explosiones ni alardes de efectos especiales; sólo el romper de las olas en la playa y el desgarrado lamento del protagonista.
Hoy, cuando tenía que haber acabado el mundo según los falsos intérpretes de la inexistente profecía maya, es un buen día para revisitar este clásico de la ciencia ficción -hagan como que no existe la penosa versión de Tim Burton- y también cualquiera de las otras dos cintas del género protagonizadas por Charlton Heston y que no pueden faltar en la filmoteca de todo amante de la ciencia ficción: El último hombre vivo (The omega man, 1971), de Boris Sagal, y Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973), de Richard Fleischer y que es la última película del gran Edward G. Robinson. Las tres me sobrecogieron la primera vez que las vi; las tres me siguen gustando y las reviso de vez en cuando.
El planeta de los simios, El último hombre vivo y Cuando el destino nos alcance demuestran que la historia es lo importante. Las tres están basadas en novelas. Las dos últimas, en Soy leyenda, de Richard Matheson, y ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!, de Harry Harrison, respectivamente. La ciencia ficción está llena de buenas historias y de fines del mundo aterradores. Hollywood prefiere, por desgracia, el efectismo, los fuegos de artificio, el destruir por destruir, cuando lo cierto es que sólo en la escena final de El planeta de los simios hay más cine y emoción que en toda la filmografía de Roland Emmerich.
Hoy, cuando tenía que haber acabado el mundo según los falsos intérpretes de la inexistente profecía maya, es un buen día para revisitar este clásico de la ciencia ficción -hagan como que no existe la penosa versión de Tim Burton- y también cualquiera de las otras dos cintas del género protagonizadas por Charlton Heston y que no pueden faltar en la filmoteca de todo amante de la ciencia ficción: El último hombre vivo (The omega man, 1971), de Boris Sagal, y Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973), de Richard Fleischer y que es la última película del gran Edward G. Robinson. Las tres me sobrecogieron la primera vez que las vi; las tres me siguen gustando y las reviso de vez en cuando.
El planeta de los simios, El último hombre vivo y Cuando el destino nos alcance demuestran que la historia es lo importante. Las tres están basadas en novelas. Las dos últimas, en Soy leyenda, de Richard Matheson, y ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!, de Harry Harrison, respectivamente. La ciencia ficción está llena de buenas historias y de fines del mundo aterradores. Hollywood prefiere, por desgracia, el efectismo, los fuegos de artificio, el destruir por destruir, cuando lo cierto es que sólo en la escena final de El planeta de los simios hay más cine y emoción que en toda la filmografía de Roland Emmerich.
«El mundo sólo se va a acabar para aquéllos que fallezcan mañana», digo en elcorreo.tv
Mi opinión sobre el fin del mundo maya de mañana, condensada en dos minutos y medio para elcorreo.tv.
El fin del mundo maya y el rechazo a la homeopatía por IU, en Punto Radio Bizkaia
Eparquio Delgado, Mauricio-José Schwarz, Patxi Herranz y yo hablamos el martes en Bizkaia y Punto, en Punto Radio Bizkaia, del fin del mundo maya y de la aprobación por IU de una propuesta de rechazo de las medicinas alternativas, en la duodécima entrega del curso 2012-2013 de Magonia, mi espacio semanal dedicado al pensamiento crítico en la emisora de Vocento.