Echo en falta la astrología, la quiromancia y otras ciencias ocultas en el especial que El Mundo ha dedicado a la boda de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton, de cuya existencia me ha alertado Jorge Louzao Penalva. Y es que el diario madrileño dedica sendos apartados de ese especial al análisis de la personalidad de los novios a partir de sus caras y de sus firmas. Los autores de la sarta de perogrulladas de rigor sobre los contrayentes son dos expertos, José Guillermo Pastor y Manuel Gallardo Vicente, de un centro madrileño que mezcla el peritaje caligráfico con las anticientíficas grafología y morfopsicología, que es como se llaman la prácticas que pretenden deducir la personalidad de los rasgos de la escritura y de la cara, respectivamente.
Puestos a hacer tonterías, hubiera sido más innovador por parte del diario de Pedro J. Ramírez recurrir al culomántico Ulf Buck, vidente ciego alemán que se gana la vida palpando las líneas de culos ajenos, aunque dudo de que los novios se hubieran prestado al juego. Bromas aparte, en nada se diferencian la astrología, la quiromancia y la culomancia de la grafología y la morfopsicología. Las cinco tienen el mismo fundamento científico: ninguno. Los grafólogos dicen sinsentidos como que la forma en que Franco, Hitler, Mussolini, Pinochet y Stalin escribían la letra efe revela su crueldad. Y los morfopsicólogos creen que una boca pequeña demuestra que alguien es ahorrador y una nariz carnosa implica capacidad de afecto. En ambos casos, aciertan cuando analizan la letra y la cara de personajes conocidos por ellos, pero nunca han demostrado ser capaces de lo mismo cuando no conocen al personaje cuya personalidad tienen que deducir de la escritura o los rasgos faciales.
Lo que los dos expertos han visto en las caras reales inglesas y sus firmas es la habitual sarta de obviedades, como puede comprobar cualquiera: él «es un hombre satisfecho y orgulloso de su categoría social», «una persona paciente y con un gran sentido diplomático», «puede llegar a mostrarse distante, frío e incluso rudo»…; ella «acostumbra a economizar sus esfuerzos utilizando para ellos su ingenio», «posee una capacidad de comunicación excelente», es «luchadora y valiente, posee una gran resistencia y fortaleza frente a los problemas». Todo tan halagador que da la sensación de que estamos ante la pareja perfecta. Esa actitud es comprensible entre los videntes de las diferentes especialidades cuando están cara a cara con el cliente -nunca le dirán que no asciende en el trabajo porque es un vago o que su mujer le ha dejado porque no hay quien le aguante, ya que el objetivo es que pague y que vuelva a la consulta. En este caso, tanto halago puede deberse a esa, para mí incomprensible, devoción hacia la monarquía de algunos plebeyos -brujos incluidos- o al deseo de satisfacer al cliente, en este caso, el diario El Mundo.
En España, cuando nacieron las dos hijas de los Príncipes de Asturias, el peloteo llevó a la agencia Efe a consultar a astrólogos que cubrieron de halagos a las infantas Leonor y Sofía. Y recordaba, en su día, que la menor era Tauro y compartía signo con Salvador Dalí, Juan Pablo II, William Shakespeare y Leonardo da Vinci, pero no decía que también lo fueron el pedófilo y caníbal Albert Hamilton Fish y Herman Webster Mudgett, autor confeso de veintisiete asesinatos. ¡Y es que no hay nada como saber elegir! Por cierto que, dos años antes, el consabido cúmulo astrológico de generalidades sobre la infanta Leonor pasó por alto que comparte signo zodiacal -Escorpio- con indeseables como Charles Manson, el asesino de Sharon Tate, y Coral Eugene Watts, que mató a decenas de mujeres en Estados Unidos. Obviamente, compartir el signo con alguien no implica nada y sólo se hace como una muestra más de adulación al poderoso, o al cliente.
¿Invitados extraterrestres?
Las bodas principescas nunca me han interesado. A fin de cuentas, en esta parte del mundo los reyes reinan, pero, por fortuna, hace tiempo que no gobiernan. Por eso, me imagino que, de existir alienígenas y estar observándonos, un enlace real como el inglés les resultaría todavía menos atractivo que a mí. Lo que ya es decir. El único posible interés sería el antropológico: ver cómo millones de personas siguen apasionadas la unión de dos privilegiados. Claro que puedo estar confundido, y los extraterrestres ser unos marujos de cuidado, fans de Belén Esteban y otros monstruos televisivos. Porque George Filer, militar retirado estadounidense que dirige el Centro OVNI Nacional, sostiene que «las naves parecen tener interés en cualquier cosa importante. Se las ha visto recientemente sobre Libia y cerca del tsunami japonés». Y, por eso, espera que los visitantes se manifiesten el 29 de abril sobre la abadía de Westminster durante la boda de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton. A mí, equiparar un festejo principesco con catástrofes como la de Japón y la guerra de Libia me parece una broma de mal gusto.
Nota publicada en Magonia el 21 de abril de 2011.