La morfopsicología está de moda. Ya no cabe duda. Después de haber recurrido a ella El Correo para desvelar la personalidad de algunos famosos, El País Semanal para retratar a líderes mundiales y La Sexta para conocer al auténtico de Fernando Alonso, ahora el diario Sport lo hace para explorar la personalidad de los candidatos a la presidencia del FC Barcelona porque «la cara de un individuo ofrece toda la información sobre su personalidad». Sin duda, la unión de la morfopsicología y el cargo más importante del Barça, el club que es más que un club, consagra la primera en un país que se paraliza cada vez que se echa un balón a rodar.
El reportaje de Sport, de cuya existencia me he enterado gracias a Albert Reverter, incurre en las habituales falsedades sobre cualquier pseudociencia. Para empezar, la autora habla de la morfopsicología, se basa en la idea de que la cara es el espejo del alma y es posible deducir la personalidad de alguien por los rasgos de su rostro, como de una práctica «hoy en día elevada al rango de ciencia», algo que podía haber dicho con la misma autoridad de la lectura de vísceras y la imposición de manos. Y, antes de ceder la palabra al experto, Julián Gabarre, nos informa de que está «considerado la máxima autoridad mundial en la especialidad». Como a Gabarre, grafólogo y morfopsicólogo, no se le conoce artículo científico alguno sobre su especialidad, cabe suponer que es la máxima autoridad mundial en leer la cara porque él lo dice.
«Gracias al análisis de la morfología de un rostro se pueden identificar las aptitudes de una persona para determinados puestos de trabajo y responsabilidades, e incluso la tendencia natural a la demencia senil», escribe la periodista. ¿Y la credulidad? ¿No se refleja en el rostro la tendencia a creer cualquier tontería? Porque mira que hay que ser ingenuo para creerse, como dice Gabarre, que «la parte de entre los ojos y la frente informa del potencial intelectual; entre los ojos, la nariz y los pómulos se ve el potencial emocional; entre mandíbula, boca y mentón está la fuerza y la voluntad».
La morfopsicología, inventada en 1937 por el psiquiatra francés Louis Corman (1901-1995), es pariente de la craneometría, usada por los nazis para diferenciar por las medidas del cráneo a arios de quienes no lo son; la frenología, que clasifica las personalidades por la forma del cráneo y las facciones; la fisiognomía, que juzga a la gente por sus rasgos faciales; y la metospocopia, que determina el carácter por las arrugas, en especial las de la frente. Todas estas pseudociencias defienden que la genética, la que moldea nuestros cráneos y rostros, nos condena a ser como somos; así que, si usted es un indeseable, no tiene la culpa y, si es admirable como persona, es porque estaba predestinado a ello.
Pues, aunque parezca mentira, basándose en esa visión determinista del ser humano, Gabarre se pronuncia sobre las elecciones del Barça del domingo y se permite el lujo de dictaminar en Sport qué candidatos son potencialmente más inteligentes (Agustí Benedito y Sandro Rosell), cuál tiene mayor «avidez por el dinero» (Jaume Ferrer), cuáles tienen «mayor sentido del ahorro» (Marc Ingla y Sandro Rosell), cuál es más propenso al cabreo (Agustí Benedito)… Y todo eso por la cara, y nunca mejor dicho. Prepárense porque, a buen seguro, la morfopsicología se abrirá unas hueco en unas próximas elecciones municipales, autonómicas o generales como ya lo hizo en su momento la astrología.
Nota publicada en Magonia el 10 de junio de 2010.