«Nada más casarse, Letizia quedará embarazada de una niña», auguraba en mayo Octavio Aceves. Ya en diciembre de 2003, el vidente argentino había adelantado que «la primogénita (de los Príncipes de Asturias) nacerá a los diez u once meses de la boda». Su colega Aramís Fuster decía, a principios de este año, que en el cuarto trimestre se anunciaría el embarazo de la Princesa. Han pasado siete meses desde el enlace y la figura de doña Letizia no ha sufrido cambios. No se puede decir que los brujos tengan mucha suerte con la vida amorosa real.
Aceves anunció hace cuatro años que don Felipe iba a dar pronto con su media naranja. «Este año el Príncipe conoce por fin a su novia, a la mujer de su vida. No sé si habrá boda en 2001, pero la cosa va en serio». En enero de 2002, indicó que la pareja del heredero no sería española, «sino más bien extranjera, probablemente centroeuropea, grandota y de cabello castaño, tirando a rubio». Y, en diciembre de ese mismo año, dijo que la boda se celebraría en 2004 y que la novia sería centroeuropea «o, por lo menos, noble». El año lo acertó -por fin-, pero con la Princesa no dio una: es asturiana, plebeya y divorciada.
«Yo dije que tendría aspecto centroeuropeo, no que lo fuera -se justificaba Aceves hace un año, sabedor de que las hemerotecas sólo acumulan polvo-. Y está claro que Letizia, por su físico, podría ser suiza». O italiana, o griega, o francesa, o inglesa, o estadounidense… Peor le fue, no obstante, a Fuster, quien a finales de 2002 también veía a don Felipe casado. «Eva Sannum nunca ha dejado de ser la novia del Príncipe, y la Casa Real no tardará en anunciar el compromiso de ambos», aseguraba la pitonisa, al tiempo que presagiaba otra boda: «Carlos de Inglaterra y Camilla Parker Bowles se casarán dentro de unos meses».
Ceguera política
Los adivinos españoles que hicieron predicciones para este año coincidieron en lo que parecía lógico hace doce meses: el PSOE seguiría en la oposición después del 14 de marzo. «El PP no renovará la mayoría absoluta en las próximas elecciones generales. Como no las tiene todas consigo, tendrá que hacer pactos con otras formaciones políticas», indicaba en enero el vidente vallisoletano Valentín Martínez después de consultar las cartas del tarot. «Volverá a ganar el PP -sentenciaba Aceves-. Gobernará Rajoy, pero será muy cuestionado». Los atentados del 11-M lo trastocaron todo, y cogieron a los augures con el paso cambiado: ninguno vio en la bola, las cartas o los posos del café el mayor atentado terrorista de la historia de España.
«Durante el año no habrá actuaciones terroristas espectaculares», vaticinaba hace un año Martínez, quien destacaba que «habrá mucho jaleo por el tema vasco, pero no se producirán acontecimientos dramáticos». «En España se llegará a acuerdos que propiciarán una mayor autonomía en el País Vasco y más estabilidad política en esa región del Norte», decía desde el otro lado del Atlántico el profesor Zellagro, un vidente cubano que se prodiga en la televisión en español en Estados Unidos. La captura en Francia de los jefes políticos de ETA no se intuyó en los astros.
El conflicto de Irak es otro cantar. «Continuará inestable, aunque mejorando sensiblemente su situación en comparación con los ataques terroristas del 2003», destacaba Zellagro, a quien los atentados desmienten un día sí y otro también. Y es que las guerras no suelen dárseles bien a los brujos. Aceves vaticinó, en diciembre de 2002, que la comunidad internacional, «después de lo sucedido en Afganistán, no consentirá que Bush declare la guerra a Irak». Terry y Linda Jamison, conocidos como los psíquicos gemelos, predijeron que soldados estadounidenses matarían a Sadam Hussein a principios de este año y que el Papa fallecería en junio.
La muerte de Juan Pablo II es un clásico de las predicciones, como la de Fidel Castro y, desde hace menos tiempo, las de Sadam Hussein y Osama bin Laden. Jean Charles de Fontbrune, el más famoso de los intérpretes de Nostradamus, anunció los funerales del Papa para 1986; Miguel Marín, el principio del fin del Pontífice para 1993; el mago tunecino Hassan Charni fechó su muerte en 1999, año en el que iba a abdicar, según Antonio Vázquez Alba, el brujo mayor de México… Aceves y Fuster anunciaron en 2002 «un cambio sucesorio inminente en el Vaticano». Algún año acertarán, como en el caso del compromiso del Príncipe, que el argentino ya veía claro en 1997.
Corazón, corazón…
El mundillo de la prensa rosa, del que algunos videntes son habituales, también les ha dado disgustos en 2004. Aceves no dudaba de cuál iba a ser una de las grandes noticias del año: «Asistiremos a la reconciliación de Fran (Rivera) y Eugenia (Martínez de Irujo). Y en la reconciliación tendrán otro hijo: un varón». Ni lo uno ni lo otro. Fuster vaticinó, además del reencuentro de la duquesa y el torero, la separación de los Beckham y la vuelta de Norma Duval con Marc Ostarcevic. Ningún augur alertó a Carmina Ordóñez del peligro que corría. Es lo habitual: no vieron lo que ha sucedido y lo que vieron no ha sucedido.
De ser ciertos sus poderes, los videntes podrían haber evitado decenas de miles de muertes previendo los atentados terroristas del 11-M en Madrid y el maremoto del Índico. ¿Pero cómo van a hacer algo así si fueron incapaces de adivinar que El castillo de las mentes prodigiosas -el reality show con brujos de Antena 3 TV- iba a ser un estrepitoso fracaso? Los adivinos aciertan aquello que parece evidente y aún así a veces fallan, como ocurrió con las elecciones generales o con el ascenso del Eibar a Primera División. Lo anunció la vidente donostiarra María José Abecens -«Leo la baraja gitana y me ha salido la mejor carta en las mejores posiciones»- cuando el Eibar estaba en el quinto puesto, a 4 puntos del líder de Segunda; acabó el campeonato el décimo, a 29 puntos.
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«Son profesionales del embuste»
«Los adivinos hacen las predicciones anuales para atraer clientes a sus consultas», dice el divulgador científico Mauricio-José Schwarz. Este periodista, que sigue las hazañas de los brujos desde hace años, tiene claro por qué a veces aciertan cosas concretas: reescriben el pasado. «Anuncian que alguien de la realeza británica morirá en accidente. Pero no hace falta que sea así. Les basta con que haya un herido para que lo presenten como un acierto». Si no pasa nada, confían en que la gente no se acuerde.
El truco es hacer vaticinios vagos que puedan adaptarse después a la realidad. Decir que un equipo de fútbol hará una buena campaña, en vez de que ganará la Liga. Así, con que quede en un puesto digno, habrán atinado. «Son profesionales de la manipulación y del embuste. Si coges las predicciones de un año y las compruebas cuando acaba, verás que no aciertan más de lo esperable por azar», asegura Schwarz, quien tiene una web en la que disecciona los presuntos fenómenos paranormales.
La boda del Príncipe, la muerte del Papa o la de Fidel Castro son hechos que se profetizan repetidamente hasta que ocurren. «Lo importante es que la gente se dé cuenta de que los adivinos nunca prevén algo realmente importante. Lo que dicen nunca sirve para nada mientras que predecir el 11-M o el maremoto del Índico podía haber salvado muchas vidas». Pero el negocio continúa porque «a la gente le cuesta mucho creer que se pueda llegar a la desfachatez que tienen los profetillas».
Reportaje publicado en El Correo y en Magonia el 31 de diciembre de 2004.