‘National Geographic’ promociona pseudoterapias contra el cáncer

Reportaje de 'National Geographic' promocionando el uso de pseudoterapias contra el cáncer.
Reportaje de ‘National Geographic’ promocionando el uso de pseudoterapias contra el cáncer.

La web de National Geographic en español promociona el uso de pseudoterapias contra el cáncer. «Mientras los tratamientos convencionales como la quimioterapia, radiaciones y cirugías causan agotadores efectos a los pacientes con cáncer, la aplicación de terapias de apoyo les facilita llevar el tratamiento», comienza una información titulada Las mejores terapias ante el cáncer que en realidad es publicidad de un centro de pseudoterapias. Esto último lo comprobará quien llegue hasta el final del texto, donde hay un aviso que dice: «(Publicación patrocinada)». Quitando esa pequeña nota al pie, la información no se diferencia nada en su presentación de cualquier otra de la web mexicana de la revista de la Sociedad Geográfica Nacional, lo que ya es éticamente cuestionable.

Esta anotación de National Geographic en español es publicidad de los Centros para el Tratamiento del Cáncer de Estados Unidos (CTCA). Esta red de clínicas practica la llamada medicina integrativa, según la cual la base para la superación de la enfermedad es una combinación de terapias alternativas y científicas. Los CTCA combinan el reiki, la acupuntura, la quiropráctica, la homeopatía y otras pseudoterapias con la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía. Como indica el cirujano oncológico David Gorski, esa mezcla llega a tal extremo que «para el consumidor medio es imposible saber que práctica está basada en la ciencia y cuál no».

National Geographic sostiene en esa información publicitaría que «el cuidado integrativo contra el cáncer, impulsado por la Sociedad Oncológica Integrativa (SIO por sus siglas en inglés), ofrece terapias de apoyo como medicina naturópata, medicina para cuerpo y mente, acupuntura, y atención quiropráctica, con las cuales los pacientes pueden manejar los efectos secundarios de sus tratamientos, desde náusea y dolor hasta estrés y mala nutrición». Sin embargo, no hay ninguna prueba científica de que ninguno de esos tratamientos sea más fecetivo que el placebo. Añade, además, el viejo y falaz argumento de que «un número creciente de pacientes de cáncer busca en las terapias de apoyo (se refiere a las alternativas) una forma de manejar los efectos adversos de los tratamientos convencionales». Recuerden el famoso dicho: «¡Cien mil millones de moscas no pueden estar equivocadas, coma mierda!».

La llamada medicina integrativa es tan efectiva contra el cáncer o cualquier otra enfermedad como el agua bendita a la hora de evitar el hundimiento de barcos. Si un barco está mal construido, no importa cuántas bendiciones reciba que acabará hundiéndose. Pues lo mismo ocurre con las terapias alternativas que se incorporan al tratamiento médico: camuflan su inutilidad bajo la efectividad de la medicina científica, que es la única que nos puede curar. Estos pseudotratamientos no suelen tener directamente efectos secundarios porque no los tienen primarios, aunque indirectamente pueden llevar a quienes confían en ellos a la muerte si abandonan la medicina que funciona por la magia.

Hace unos días, los oncólogos españoles alertaban contra las terapias alternativas. Recomendaban a los enfermos de cáncer que «no tomen ningún tipo de sustancia o producto natural y que no realicen ninguna terapia sin conocimiento de su oncólogo médico y nunca abandonen su tratamiento oncológico». No se dejen engañar por lo que dicen en esta web de National Geographic, donde recomiendan contra el cáncer la acupuntura, la terapias energéticas -cualquiera de las que se venda así es un timo- y musicoterapia. No confíe en nada alternativo para tratarse de ningún mal. Si una terapia lleva el apellido de alternativa es porque no ha demostrado que funcione.

Me he enterado de esta historia gracias a un lector «sorprendido por el hecho de que una revista como National Geographic promocione la pseudociencia frente al cáncer». Es lamentable que una publicación que para mucha gente es una referencia en la divulgación científica sirva de altavoz a la pseudociencia.

Nota publicada en Magonia el 29 de junio de 2016.


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