La vidente Carmen Valero echó el viernes las cartas en Estudio estadio (La 2) para pronosticar qué club de fútbol ganará la Liga y cuál, la Copa de Europa. La adivina y su tarot apostaron por el Barcelona y el Real Madrid, respectivamente, ante un Juan Carlos Rivero, director del programa, que dejó en el camerino el espíritu crítico que debe acompañar siempre a un periodista. El responsable del espacio no sólo demostró en el plató su desbordante credulidad, sino que además hizo gala de ella en Twitter cuando respondió a las críticas de un telespectador diciendo que el único ridículo estaba «en su estrechez de mente». «Hay que tener la mente abierta. Pero no tanto como para que se te caiga el cerebro al suelo», dice la sentencia habitualmente atribuida al físico Richard Feynman. Rivero debería tomar nota y agacharse a recoger el suyo, no vaya a ser que alguien lo pise.
Poco puede decirse ante esta nueva exhibición de incultura y fomento de la superstición en la televisión pública, donde son habituales grafólogos, astrólogos y charlatanes de la salud de todo tipo en los programas matutinos. El episodio de la vidente de Estudio estadio me ha recordado otro momento memorable del periodismo deportivo cañí protagonizado por Tomás Roncero hace poco más de un año. El 14 de enero de 2105, el redactor-jefe del diario As y otros fanáticos del Real Madrid invocaron al espíritu del futbolista Juanito a través de la güija para que les dijera si su equipo iba a superar aquella tarde la eliminatoria de octavos de final de la Copa del Rey contra el Atlético Madrid. El episodio, que se grabó en vídeo, llegó a merecer la portada del diario deportivo.
Puedo entender que haya medios de comunicación privados que apuesten sin tapujos por el embrutecimiento colectivo. A fin de cuentas, juegan con su dinero. Pero, para mí, es inadmisible que se haga algo así en una televisión pública. Que el dinero de todos financie estupideces como la sesión de tarot de Estudio estadio o las mamarrachadas pseudosanitarias de Mariló Montero es un insulto, una burla a quienes sostenemos la televisión pública con nuestros impuestos. Rivero ha dicho en Twitter que la bruja no cobró por ir al programa, como si estar once minutos gratis ante las cámaras de TVE no fuera pago suficiente para alguien que vive de aprovecharse de los más ingenuos.
Nota publicada en Magonia el 10 de mayo de 2016.