21 de diciembre de 2012: nueve preguntas y respuestas sobre el fin del mundo maya… y un reto

Piedra del Sol o calendario azteca, en el Museo Nacional de Antropología de México. Foto: Sasha Isachenko.
Piedra del Sol o calendario azteca, en el Museo Nacional de Antropología de México. Foto: Sasha Isachenko.

21 de diciembre de 2012. Es el día del fin del mundo y está a la vuelta de la esquina. Artículos de revistas, documentales de televisión y hasta superproducciones de Hollywood han señalado ese día como el del comienzo de una serie de catástrofes predichas en el calendario maya. Aquí les dejo una breve guía para hacer frente a este Apocalipsis inventado y a sus profetas.

1. ¿Se acabará el mundo el 21 de diciembre? No. La Tierra está en su mediana edad. Nació hace unos 4.500 millones de años y le queda otro tanto hasta que el Sol consuma todo su combustible, se convierta en un estrella gigante roja y acabe engulléndola. Así que puede estar tranquilo. Ahora bien, es posible que usted se refiera a si la Humanidad, que no el planeta, se irá al carajo dentro de diez días. En este caso, también puede estar tranquilo: no hay más probabilidades de que eso ocurra el 21 de diciembre que en cualquier otro momento; no se cierne sobre nuestra especie hoy ninguna amenaza que no existiese ayer.

2. ¿Es ése el último día del calendario maya? Tampoco. Los mayas tenían tres calendarios: el religioso (Tzolkin), de 260 días; el civil o solar (Haab), de 365; y la Cuenta Larga, de 1.872.000 días o, lo que es lo mismo, 5.125 años. La última Cuenta Larga comenzó el 11 de agosto de 3114 antes de Cristo y acabará el 21 de diciembre. ¿Qué significa eso? Que el actual ciclo de la Cuenta Larga termina ese día y, el 22 de diciembre, empieza el siguiente. Exactamente lo mismo pasa con nuestros años, siglos y milenios, que acaban un 31 de diciembre y empiezan un 1 de enero. Al igual que el 31 de diciembre de 2012 no es el último día del calendario gregoriano, el 21 de diciembre de 2012 no lo es del maya. De hecho, el calendario maya más antiguo conocido, descubierto recientemente en Guatemala, se proyecta 7.000 años en el futuro. Por cierto, la estela circular que se presenta habitualmente como representación del calendario maya no lo es: es la Piedra del Sol mexica, y sus inscripciones aluden a la cosmología de esa cultura.

Recreación del choque de un objeto del tamaño de la Luna contra un planeta del tamaño de Mercurio. Ilustración: NASA/JPL-Caltech.
Recreación del choque de un objeto del tamaño de la Luna contra un planeta del tamaño de Mercurio. Ilustración: NASA/JPL-Caltech.

3. ¿Acaso los mayas no tenían poderes extraordinarios que escapan a nuestra comprensión? Los mayas no tenían más poderes extraordinarios que usted. Como en todas las culturas y épocas, había individuos más inteligentes que otros, pero ninguno era capaz de ver el futuro. Creer que los mayas podían ver el futuro es tan tonto como creer que puede hacerlo cualquier vidente que se gana la vida con un consultorio. Un adivino que no esté viviendo en un paraíso y tenga una inmensa fortuna no es un adivino, es un charlatán. Como no hay ninguno de los primeros… Si los mayas fueron incapaces de predecir su propio declive, ¿cómo iban a predecir el fin del mundo?

4. ¿Quién fue el primero en vincular el final de la Cuenta Larga con el fin del mundo? Fue el escritor estadounidense Frank Waters. Lo hizo en 1975 en su libro Mexico mystique: the coming sixth world of consciousness (México místico: la llegada de la sexta era de la conciencia). Aseguraba que nos encontramos en la quinta Cuenta Larga y que el final de cada una de las anteriores había supuesto una suerte de renacimiento para la Humanidad. La actual, decía basándose en la fecha dada erróneamente por el arqueólogo Michael Coe en su libro The maya (1966), iba a acabar el 24 de diciembre de 2011, cuando una serie de terremotos destruiría la civilización. A partir de ese momento, se sucedieron las profecías inspiradas en el calendario maya.

5. ¿Hay algún planeta que se dirija contra la Tierra? No, aunque en las calles de su ciudad vea usted de vez en cuando carteles coloristas que alertan del inminente choque de Nibiru, Hercólubus o el planeta X. Por esos tres nombres -y algún otro más- se conoce un mundo que habrían descubierto los sumerios y que, según Zecharia Sitchin, un autor que sostenía que fuimos creados por alienígenas, se acerca a la Tierra cada 3.600 años. En 1995, Nancy Lieder, una mujer de Wisconsin que aseguraba estar en contacto telepático con seres de Zeta Reticuli, anunció que Nibiru iba a pasar en mayo de 2003 muy cerca de nuestro planeta y a provocar un cambio de los polos que acabaría con la mayoría de la Humanidad. Como no ocurrió nada de eso, ahora sus seguidores dicen que ese mundo errante llegará ¡el 21 diciembre de 2012! Nibiru, Hercólubus o el planeta X no es más que un fraude. Si existiera un objeto así, astrónomos profesionales y aficionados de todo el mundo lo habrían detectado hace años y ahora podría verlo cualquiera. «Sería el objeto más brillante del cielo después del Sol y la Luna», apunta David Morrison, astrobiólogo de la NASA. El peligro de un impacto cósmico es real. El choque de un cuerpo como el que hace 65 millones de  años acabó con los dinosaurios supondría, hoy por hoy, nuestro final. Pero, esté tranquilo, no se ha detectado ninguno en ruta hacia la Tierra. De momento. La argucia de Lieder de retrasar el fin es un clásico entre los profetas del Apocalipsis, desde los adventistas y los testigos de Jehová -los primeros lo predijeron para el 21 de marzo de 1843 y, luego, el 22 de octubre de 1844; los segundos, para 1874,  1914, 1918, 1925, los años 40 y 1975- hasta Paco Rabanne, que vaticinó que la destrucción de París por la caída de la estación espacial Mir el 11 de agosto de 1999  marcaría el comienzo del fin del mundo y ahora dice que él hablaba del fin de una era, signifique eso lo que signifique.

Una llamarada solar, captada el 1 de julio de 2002 por el 'Soho', comparada con el tamaño de la Tierra. Foto:ESA/NASA.
Una llamarada solar, captada el 1 de julio de 2002 por el ‘Soho’, comparada con el tamaño de la Tierra. Foto:ESA/NASA.

6. ¿El alineamiento entre el Sol, la Tierra y el centro de la galaxia no va a tener efectos catastróficos? Los mismos que el año pasado, y el anterior, y el anterior, y el anterior… La idea de un apocalíptico alineamiento del Sol y la Tierra con el centro de la Vía Láctea y el subsiguiente rayo genocida carece también de sentido, ya que esa situación -la del alineamiento- se da con periodicidad anual cada diciembre.

7. ¿Tampoco es verdad que el Sol haya despertado y vayamos a sufrir una gigantesca tormenta solar que acabará con nuestra civilización? No. El Sol lleva despierto desde que se formó. La actividad de nuestra estrella registra cada once años un máximo durante el cual son frecuentes las llamaradas solares. Esas violentas erupciones pueden lanzar hacia la Tierra miles de millones de toneladas de partículas cargadas eléctricamente, que chocarán con la magnetosfera entre 24 y 36 horas después de su emisión. El impacto de esas partículas, que viajan a millones de kilómetros por hora, es el responsable de la auroras polares, pero también puede dañar satélites y desviarlos o hacer que caigan hacia una órbita más baja. Además, una gran tormenta es capaz de provocar apagones, chispazos en oleoductos y gaseoductos, interrupciones en las comunicaciones por radio y telefonía, interferencias en las emisiones de televisión… y cáncer en astronautas que se vean expuestas a ella sin la protección adecuada. Pero la Tierra tiene un escudo natural, la magnetosfera, que nos protege a los humanos de las tormentas solares, que lo más que pueden hacer es incomodarnos un poco la vida. Además, no hay ninguna prueba de que el Sol, de repente, vaya a enfurecer dentro de unos días.

8. Pero, por lo menos, la Humanidad registrará un cambio de mentalidad, ¿no? ¿Qué quiere decir eso de un cambio de mentalidad? ¿Quién decide que se ha dado un cambio de mentalidad? ¿Cuándo? Después de demorar la catástrofe, el segundo truco más viejo de los profetas del fin del mundo es convertirla en un cambio de mentalidad. Como es algo subjetivo, el charlatán de turno puede decir, por ejemplo, que ha empezado una nueva era, pero nadie se ha dado cuenta de ello.

Portada de la revista 'Año Cero' sobre el fin del mundo maya.
Portada de la revista ‘Año Cero’ sobre el fin del mundo maya.

9. Entonces, ¿a qué vienen tantos artículos, libros y programas de radio y de televisión sobre el fin del mundo y los mayas? A que el miedo vende, y la memoria de la gente es frágil. Los mismos que han anunciado este fin del mundo dirán el 22 de diciembre que ellos nunca dijeron eso o, simplemente, sufrirán una repentina amnesia y empezarán a buscar otro Apocalipsis que comercializar. Pasó en 1983, pasó en 1999, pasará ahora y volverá pasar en el futuro. El 22 de diciembre será un día para recordar las portadas de revistas como Año Cero, Enigmas y Más Allá, las decenas de libros profetizando para 2012 una catástrofe inventada, y los alarmistas programas de radio y televisión alertando de tormentas solares que nos iban a hacer retroceder a la era preindustrial coincidiendo con el supuesto final del calendario maya.

10. Pues, yo creo en que el 21 de diciembre se acabará el mundo. Vale. Si cree en ello, le propongo un reto. Firmamos un contrato ante notario por el que yo le dejo todo el dinero que pueda -incluso pidiendo un préstamo bancario- por un valor equivalente al 50% de sus bienes para que se despida de este mundo a lo grande. La única condición es que a las 00.01 horas del 22 de diciembre de 2012 todos sus bienes pasarán automáticamente a ser de mi propiedad. Si hay más de uno de ustedes en esa situación, no se preocupe que tengo varios amigos encantados de hacer lo mismo que yo. ¿Vale?

Nota publicada en Magonia el 10 de diciembre de 2012.


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