La Atlántida no está sumergida en las marismas de Doñana, porque es un invento de Platón y no existió en el mundo real. Por mucho que el canal de televisión de National Geographic pretenda, y aunque consiga, vender la moto a algunos medios, las posibilidades de encontrar restos del famoso continente perdido son las mismas que las de descubrir Oz o el País de Nunca Jamás. Por mucho que Richard Freund, historiador del judaísmo de la Universidad de Hartford, diga que la Atlántida fue destruida por un tsunami y que parece que en las marismas de Doñana hay restos de una ciudad compuesta por varios anillos, eso no quiere decir que se trate de la legendaria ciudad.
Platón cuenta en sus diálogos Timeo y Critias que, hace unos 11.000 años, existía más allá de las Columnas de Hércules -el Estrecho de Gibraltar- una isla más grande que el norte de África y Asia Menor juntas. Era el hogar de una avanzada civilización, un paraíso en el que abundaban las materias primas y las fachadas de los edificios estaban cubiertas de metales preciosos. Los atlantes navegaban por todos los mares y fueron pacíficos hasta que se corrompieron, intentaron conquistar el mundo y acabaron chocando con los atenienses, quienes les derrotaron y liberaron a la Humanidad. Zeus hundió entonces la isla Atlántida en el mar como castigo a la impiedad de sus habitantes.
Hace 11.000 años, no había ningún imperio; ni siquiera existía ninguna ciudad-, así que tampoco había atenienses que pudieran defender al mundo libre. Sólo había grupos de cazadores recolectores. El de la Atlántida es un relato con fines moralistas -Zeus castiga la corrupción de los poderosos- en el que Platón convierte en héroes a sus ficticios compatriotas del pasado. No hay ninguna otra referencia histórica a los hechos que narra el filósofo griego que, seguramente, se nutrió de sucesos históricos próximos a él temporalmente -como las Guerras Médicas y el hundimiento de la ciudad de Helike– a la hora de componer el relato.
La cultura de Tartessos
Dice Freund que el equipo de National Geographic ha descubierto «en el interior de España una extraña serie de «ciudades monumentales» construidas a imagen de la Atlántida por refugiados después de la probable destrucción de la ciudad por un tsunami». ¿Y qué? La estructura anillada de la capital de la Atlántida -en la cual se alternan canales de agua y masas de tierra hasta la isla central- recuerda, efectivamente, la de los núcleos urbanos de la cultura de Tartessos, desarrollada entre los siglos VIII y VI aC al suroeste de la Península Ibérica. Pero eso no significa que los tartessos fueran supervivientes de la Atlántida, sino que Platón pudo inspirarse en la geometría urbana de esa cultura para su ficticia ciudad.
Claro que contar la verdad no le serviría a National Geographic a la hora de promocionar el documental, titulado Finding Atlantis (Encontrando la Atlántida), que estrenó el domingo. ¿Cuántos medios españoles caerán en la trampa y demostrarán que no saben distinguir ficción de realidad, leyenda de historia, que saben menos geología que un bachiller? Porque la corteza de nuestro planeta es como un rompecabezas formado por piezas que flotan sobre roca fundida, los continentes que hay hoy son los que han sido siempre -si bien se mueven y hubo un tiempo en que estuvieron todos juntos- y no hay un hueco que demuestre que hubo una vez una isla más grande que el norte de África y Asia Menor juntas. Claro que «Encuentran la Atlántida en el sur de España» es un titular demasiado bueno por el cual seguro que algunos no dudan en sacrificar la veracidad.
Por cierto, ya hace casi siete años, el físico alemán Rainer Kühne publicó, en la web de la prestigiosa revista Antiquity, una foto tomada por un satélite en la que identificaba, en la Marisma de Hinojos, cerca de Cádiz, los restos de dos templos que Platón sitúa en la capital atlante.
Nota publicada en Magonia el 14 de marzo de 2011.