«Ser capaz de hablar con los muertos es un don maravilloso», afirma Ted Danson. El actor, famoso por su papel de camarero en la serie Cheers, cree que mantiene comunicación con el espíritu de su padre. Se dio cuenta de ello cuando preparaba su papel para Living with the dead (Viviendo con los muertos, 2002), telefilme en el que interpreta al médium James Van Praagh. «Estoy seguro de que no pasará mucho tiempo antes de que todos hablemos con personas que han fallecido. Es una tendencia creciente», declaraba el actor hace siete años.
Danson asegura que no creía en el espiritismo hasta su primer encuentro cara a cara con Van Praagh, quien sostiene que puede contactar con el Otro Lado a voluntad. Recuerda el actor que aquel día se sintió muy próximo a su padre, fallecido seis meses antes. «Tuve la experiencia más asombrosa». Mucha gente ha sentido lo mismo desde que Van Praagh saltó de la consulta privada a los platós de la televisión estadounidense. Michael Shermer, especialista en psicología del engaño y columnista de Scientific American, considera «moralmente censurable» lo que hace el médium, pero reconoce su talento teatral y comprensión de la naturaleza humana.
En sus sesiones, Van Praagh pregunta mucho a sus clientes y hace muchas afirmaciones vagas -procedentes de los espíritus, según él- para acertar unas pocas y dar el pego. Es el mismo mecanismo que lleva a un ludópata a confiar en ganar en las tragaperras, aunque pierda casi siempre. También obtiene información de sus víctimas antes del programa para luego devolvérsela en el plató debidamente aderezada. Entre bastidores se interesa, por ejemplo, por la profesión del muerto con el que cada uno quiere contactar y, ante las cámaras, si alguien le ha hablado de un bombero, dice ver un uniforme o una profesión relacionada con el fuego. «Es un tipo listo», admite Shermer. Van Praagh, coproductor ejecutivo de la serie Entre fantasmas, sabe que la pérdida de un ser querido es siempre terrible y se aprovecha de ello.
Un soltero y un fantasma
Ted Danson ya había vivido un episodio fantasmal sin enterarse durante el rodaje de Tres hombres y un bebé (1987). En un momento en el que su personaje y su madre están en su apartamento, asoma detrás de unas cortinas una silueta humana. Fue descubierta cuando la película salió en vídeo, y los expertos en fantasmas la atribuyeron al espíritu de un niño asesinado en la casa donde se había rodado.
«Esta escena es la clara demostración de que, gracias a una cámara de cine, pueden registrarse presencias y manifestaciones que el ojo humano no está capacitado para detectar», sentenciaba el ufólogo español Bruno Cardeñosa en Antena 3 TV en 2001. Sin embargo, ya en 1990 la revista People y otros medios habían desvelado que la escena se había rodado en un estudio -y no en un piso encantado- y que el fantasma correspondía a un standee de Danson, un silueta de cartón a tamaño natural creada como parte de un trabajo de su personaje -un actor de publicidad- y que se ve con claridad en otro momento posterior del filme.
Reportaje publicado en el diario El Correo y en Magonia el 2 de agosto de 2009.