Hubo un tiempo en el que la idea de que seres extraterrestres visitaron la Tierra en la Antigüedad y ayudaron a algunas culturas -preferentemente no europeas- a realizar grandes obras dio tanto dinero como ahora El código Da Vinci y todas sus imitaciones. Fue hace casi cuarenta años cuando los dioses astronautas asaltaron las librerías con Recuerdos del futuro (1968), de Erich von Däniken, y un gran número de obras que autores como Peter Kolosimo, Andrew Tomas, Louis Charpentier y Robert Charroux publicaron para aprovechar el tirón de la obra del hostelero suizo.
Domingo Santos publicó la novela Los dioses de la pistola prehistórica en 1966, el mismo año en el que Däniken se puso a escribir su primera obra y tres después de la aparición del primer libro de Charroux. Supe de ella gracias a La ciencia ficción española (2002), una magnífica obra colectiva que recoge la historia del género en nuestro país y en la que Miquel Barceló escribe al capítulo dedicado a Santos, en el que dice que esta novela trata «de los típicos temas que hicieron famosos (y de oro…) a Däniken, Kolosimo y Benítez hace años». Ni que decir tiene que desde entonces busqué esta obra por todas partes sin resultado hasta que, en octubre pasado, tras la Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico, me topé con ella en una librería de Buenos Aires, de la que también salí cargado con una veintena de ejemplares de Planeta, revista dirigida por Louis Pauwels en los años 60 del siglo pasado.
Los dioses de la pistola prehistórica es una obra menor dentro de la bibliografía de Santos. «Es una de esas novelas de a duro ligeramente extendida y mejorada», diagnostica con acierto Barceló. Resulta todo en ella demasiado previsible, aunque haya sorpresa final. El arranque es el hallazgo en un yacimiento arqueológico francés del Paleolítico Superior de una pistola protónica. Eso lleva a un grupo de científicos, de una época en la que ya existen esas armas, a viajar hacia atrás en el tiempo para determinar si el hombre prehistórico tuvo contacto con seres extraterrestres. Al final, resulta que estamos ante una paradoja temporal y que serán los expedicionarios que van a buscar el origen de la pistola quienes la dejen en el pasado. Para acabar de liarla, Santos introduce un epílogo con visitantes alienígenas que están haciendo un experimento en la Prehistoria, detectan la radiación del arma y achacan su anacrónica existencia a la llegada a la Tierra de una especie extraterrestre hostil. Sin duda, es una obra menor de la ciencia ficción, pero resulta divertida y, para un completista como yo, rellena ese hueco de la biblioteca dedicado a las obras de ficción que tratan de creencias pseudocientíficas.
Parece mentira que hayan pasado cuarenta años desde la publicación de Los dioses de la pistola prehistórica y que la idea de fondo de la que se nutre siga estando ahí. Recordemos que, hace sólo dos años, fue difundida por Televisión Española (TVE) en la serie Planeta encantado, de Juan José Benítez, y que en el fondo se trata de un postulado claramente racista que achaca a seres de otros mundos las grandes obras y avances de culturas no europeas. ¿Cuánto tiempo tardarán los dioses astronautas en volver a ponerse de moda?, ¿lo harán alguna vez?, ¿qué nueva fiebre seguirá a la de El código Da Vinci? No tengo respuesta a ninguna de esas preguntas. De todos modos, frente a la basura paranormal, sea del tema que sea, les animo a que lean narrativa, aunque se trate de una novela tan ingenua como Los dioses de la pistola prehistórica. Claro que también pueden abrir El péndulo de Foucault (1989), en el que Umberto Eco deja desnudos a los engañabobos del ocultismo.
Santos, Domingo [1966]: Los dioses de la pistola prehistórica. Editorial Ferma (Col. «Infinitum», Nº 25). Barcelona. 208 páginas.
Nota publicada en Magonia el 4 de mayo de 2006.