Muchos periodistas españoles han conocido por fin a Iker Jiménez. Se les ha aparecido en mitad de una tragedia, la gota fría que el 29 de octubre arrasó Valencia y costó la vida a más de doscientas personas. Lo ha hecho en todo su esplendor, desenterrando del fango verdades ocultas y posibles conspiraciones. El periodista alavés ha exhibido con orgullo un desprecio por la verdad, una afinidad por las conjuras y un desdén hacia los críticos equiparables a los del reelegido presidente de Estados Unidos. Sabe, como Donald Trump, que cuenta con un público fiel de chiflados, creyentes sinceros e ingenuos, dispuestos a tragarse cualquier cosa que diga tras años en los que les ha vendido como reales posesiones demoniacas, abducciones y reliquias milagrosas.
Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el X de noviembre de 2024.