Iker Jiménez da explicaciones sobre el cosmonauta fantasma y no dice nada

Iker Jiménez ha reconocido hoy que el cosmonauta fantasma nunca existió. Ha dicho que se trata de una «leyenda cósmica» y que se enteró gracias al público de Cuarto milenio, que fue el que avisó al equipo del programa. Debe ser un poco triste tener a sueldo un grupo de autocalificados investigadores y que ninguno sea capaz de detectar una broma de hace nueve años que Google -este enlace es una cortesía hacia los investigadores de Cuarto milenio, para que den los primeros pasos en su próxima investigación- revela a la primera. No creo, claro, que Jiménez se enterara de la metedura de pata como dice; pero le ha quedado bien como excusa y así ha eludido dar explicaciones sobre el inexistente rigor de su trabajo y de su equipo. Se ha salido por la tangente con una sonrisa, hasta la próxima, que la habrá.

Joan Fontcuberta declaraba hace unos días a El Correo que le alegraba que el episodio del cosmonauta Ivan Istochnikov en Cuatro abriera «un debate sano sobre la deontología periodística». No va a ser así porque no estamos ante algo que tenga que ver con el periodismo, sino -como ha dicho Fernando de Felipe en La Vanguardia– frente a una muestra de «auténtico periodismo de imbestigación (de investigación imbécil, claro)». Y, cuando el periodismo de imbestigación -podía decirse también paranormal- entra por la puerta, la ética y el rigor salen a por la ventana. Por cierto, yo he echado de menos en la mesa junto a Jimenez a Gerardo Peláez: ¿dónde está, Iker? Algunos esperamos ansiosos su próxima imbestigación.

Nota publicada en Magonia el 19 de junio de 2006.