Betty y Barney Hill vivieron hoy hace cincuenta años los sucesos que derivaron en la primera abducción. Ocurrieron en las carreteras de New Hampshire cuando, en la noche del 19 al 20 de septiembre de 1961, el matrimonio volvía a Portsmouth después de haber pasado unos días en Canadá. La historia merece ser recordaba no sólo porque lo que después contaron a un psiquiatra pasó a convertirse en el guión prototípico del secuestro extraterrestre, sino también porque la imagen del alienígena gris -que luego popularizó Steven Spielberg con Encuentros en la tercera fase– nació en las sesiones de hipnosis regresiva de los Hill y es hija de una ficción televisiva. Y todo ello fue consecuencia de la visión de una luz en el cielo que los testigos no supieron identificar, de su miedo y de la afición de la mujer a los libros de platillos volantes.
Los Hill eran un matrimonio extraño para la época. Él era negro; ella, blanca. El trabajaba en el servicio de Correos; ella era asistente social; y ambos, conocidos activistas por los derechos civiles. Cuando, en la noche del 19 de septiembre de 1961 iban en el coche de vuelta a casa, ella vio una luz en el cielo con la apariencia de una estrella que parecía seguirles. Alertó a su marido, que detuvo el coche, observó el objeto a través de unos prismáticos y decidió emprender la huida por miedo a que los ocupantes de la nave les hicieran daño. Para dar esquinazo a sus perseguidores, los Hill tomaron carreteras secundarias y, al final, llegaron a Portsmouth dos horas después de lo previsto. En un principio, eso fue todo lo que pasó aquella noche: que un matrimonio vio una estrella en el cielo y se asustó.
Un secuestro imaginario
La cosa se complicó con las pesadillas posteriores de Betty y su lectura de libros de ovnis. Y la luz como una estrella se convirtió en una «torta, rodeada de ventanas en la parte delantera, a través de las cuales se veían luces azulblancas». Barney fue al psiquiatra porque se sentía culpable de haber abandonado a su primera mujer y a un hijo por Betty y, en esas sesiones, salió en 1964 a la superficie el relato de la abducción. Los Hill contaron cómo seres extraterrestres les habían llevado a bordo de un platillo volante, les habían sometido a un examen médico y luego les habían liberado haciendo que no recordaran nada de tan traumática experiencia. El psiquiatra que les atendió, Benjamin Simon, concluyó que la historia había sido inventada, seguramente involuntariamente, por Betty, que había contado sus pesadillas sobre el asunto a su marido durante meses hasta que los dos las habían integrado en sus recuerdos de aquella noche como algo real. «Doctor, ¿cree de verdad que los Hill fueron abducidos y llevados a bordo de un platillo volante?», preguntó un periodista de la revista Look al psiquiatra. “¡En absoluto!”, respondió el médico.
La vivencia de Betty y Barney Hill se popularizó a través de El viaje interrumpido (1966), obra del periodista John G. Fuller que recoge las transcripciones de la sesiones de hipnosis del matrimonio. Es un libro en el que queda claro que la sensación de tiempo perdido -de que faltan horas entre la última observación del ovni y la reanudación del viaje camino a casa- la sugieren dos ufólogos cuando hasta entonces los protagonistas las habrían atribuido a su desvío por carreteras secundarias; que Betty parte de la premisa de que tras los sueños extraños que está teniendo puede que haya algo más; que Barney cree al principio que lo de su esposa son sólo pesadillas; que los Hill cuentan su visión de un platillo volante en la parroquia pocos días después del suceso; que el psiquiatra cree que la primera parte del encuentro -la observación de una luz en el cielo- pudo tener una base real, pero la segunda -el secuestro- no; que las narraciones bajo hipnosis coinciden con los sueños transcritos anteriormente por Betty y que ésta había contado a Barney; que las pequeñas contradicciones del relato -«Cuanto más tarde en entrar, más tardaremos en terminar», le dice un visitante a la mujer, pero más adelante otro no entiende que quiere decir edad ni cómo medimos los humanos el tiempo- demuestran que algo falla en la historia; que la primera abducción no tuvo lugar en el mundo real.
Y el relato de algo que no pasó más que en la mente de sus protagonistas se convirtió con el tiempo, y por su enorme repercusión mediática, en la abducción prototípica. Millones de estadounidenses supieron del secuestro extraterrestre del matrimonio de New Hampshire gracias a un telefilme protagonizado por James Earl Jones, en el papel de Barney, y Estelle Parsons, como Betty, que la NBC estrenó el 20 de octubre de 1975 en horario estelar. Se titulaba The ufo incident, la cadena volvió a emitirlo el 9 de septiembre de 1976 y, a partir de ese momento, las abducciones se multiplicaron. Además, el extraterrestre descrito por Barney bajo hipnosis, el ahora omnipresente gris, procedía de la televisión. Según descubrió hace años el estudioso del mito ovni Martin Kottmeyer, el 10 de febrero de 1964, doce días antes de que Barney citara por primera vez los ojos envolventes de los visitantes bajo hipnosis, unos alienígenas con esos mismos ojos protagonizaron «El escudo Bellero», un episodio de la serie The Outer Limits.
¿Pero qué era la luz en el cielo que alertó originalmente a los Hill? Aquella noche de septiembre de 1961 había dos luces junto a la Luna, Saturno y Júpiter, pero el matrimonio sólo recordaba haber visto el ovni y una estrella junto al satélite. El investigador Robert Sheaffer cree que el matrimonio tomó uno de los planetas por un platillo volante y luego la mente de la mujer se inventó el resto.
Aviso: este texto conmemorativo contiene material ya publicado en entradas anteriores de este blog dedicadas a diversos aspectos del caso de los Hill y las abducciones.
Nota publicada en Magonia el 19 de septiembre de 2011.