Edzard Ernst puso en marcha en 1993 la cátedra de Medicina Complementaria de la Universidad de Exeter y se convirtió en el primer catedrático de esa disciplina en el mundo. Es autor, junto con el periodista Simon Singh, de Trick or treatment? Alternative medicine on trial (¿Truco o tratamiento? Juicio a la medicina alternativa), un alegato contra las pseudoterapias. Esta tarde dará una conferencia en San Sebastián, invitado por la Fundación Elhuyar, que ha publicado el libro en euskera.
– Desde un punto de vista científico, ¿la homeopatía, la acupuntura y la quiropráctica son medicinas?
– La homeopatía no es medicina; no es plausible y no funciona. Con la acupuntura, es un poco más complicado, ya que parece que funciona en algunos casos, aunque no en la mayoría. Y las pruebas apuntan a que la quiropráctica es tan buena o mala a la hora de aliviar el dolor de espalda como un tratamiento médico, pero no sirve para otras cosas.
– ¿La quiropráctica es más efectiva que un masaje para combatir el dolor de espalda?
– No.
– ¿La acupuntura alivia el dolor más que el placebo?
– En algún caso, parece sí. Nosotros hemos diseñado una aguja placebo que no penetra en la piel, aunque simula que lo hace. Por lo que hemos visto, en el caso del dolor de rodilla, la acupuntura real funciona mejor que la acupuntura placebo.
«No podía funcionar y funcionaba»
– Usted practicó la homeopatía y ahora es uno de sus mayores críticos.
– Cuando acabé la carrera en Alemania, mi primer trabajo fue en un hospital homeopático. Estuve seis meses y aprendí cómo trabajan los homeópatas. Una vez que acabé el doctorado, empecé a pensar como un científico y, entonces, mi fascinación por la homeopatía aumentó.
– ¿Cómo así?
– Había visto que los pacientes mejoraban con la homeopatía a pesar de que, como científico, sabía que aquello no podía funcionar. Los dos principios básicos de la homeopatía dicen que lo similar cura lo similar y que, cuanto más diluida está una sustancia, más potente es. No tienen sentido.
– ¿Y qué hizo?
– Empecé a aplicar el método científico a la homeopatía, esperando que alguien diera con la respuesta porque ganaría no uno, sino dos premios Nobel -el de Química y el de Física-, tendrían que reescribirse los libros de texto… Pero la explicación nunca llegó.
– Aunque la homeopatía sigue funcionando a mucha gente.
– Funciona porque sus practicantes son muy empáticos, dedican tiempo a los pacientes, les intentan entender… Es como una minipsicoterapia.
– ¿Cómo puede haber médicos que crean en ella?
– Va a tu consulta un paciente y te cuenta que sufre dolores de cabeza desde hace años. Le das un remedio homeopático y, cuando regresa, te dice que no ha vuelto a tenerlos. Eso no te lleva a pensar que lo imposible es posible, pero has visto que la homeopatía funciona.
– Todo médico sabe que el placebo funciona y también que, cuanto más diluido está un preparado, menos potente es.
– Sí. Los médicos saben todo eso, pero son una especie muy poco crítica. Carecen de pensamiento crítico y no sólo en lo que se refiere a la homeopatía. Un buen clínico tiene, ante todo, que convencer al paciente. Si le da un fármaco, aplica el pensamiento crítico y le dice que no siempre funciona, que puede haber tal o cual problema, le está privando del posible efecto placebo.
Placebo y algo más
– Porque los medicamentos de verdad también se aprovechan del placebo, ¿no?
– Los homeópatas suelen argumentar que, si el placebo funciona, lo que ellos hacen tampoco está tan mal. No es verdad. Cuando te doy un remedio real, además del placebo, funciona el medicamento. Si sólo te doy placebo, te privo del poder curativo de la medicina.
– Si los productos homeopáticos son placebo, como el cura, cura, sana… de las madres a los niños, y los venden en farmacias, no están engañando.
– Nos están timando. Mantengo una lucha constante con los farmacéuticos, a quienes acuso de actuar como meros vendedores y no como profesionales sanitarios con ética. Como vivimos en una economía de libre mercado, pueden vender lo que quieran, pero deberían advertir a la gente de que los productos homeopáticos no tienen nada y no hacen nada.
– ¿Y no deberían hacer algo las autoridades?
– Deberían. En Reino Unido, participé en una investigación parlamentaria que concluyó pidiendo al Gobierno que se deje de pagar la homeopatía con dinero público. Pero el príncipe Carlos movió los hilos y, al final, el Gobierno decidió que había que seguir ofreciendo a los pacientes la posibilidad de elegir. Poder elegir es muy importante, pero, para hacerlo, tienes que estar bien informado: la homeopatía no tiene nada y no hace nada.
– Pero no es inocua. Puede llevar a la gente a abandonar tratamientos que funcionan.
– Sí. Simon y yo contamos en el libro el trágico caso de una homeópata a la que le salió una mancha en el brazo, se la trató sólo con homeopatía y murió. Era un melanoma maligno. Si a los propios homeópatas les pasa eso…
Entrevista publicada en el diario El Correo, parcialmente, y en Magonia, completa, el 5 de julio de 2011.