Platillos volantes: el nacimiento del mito

Portada del número 1 de la revista 'Fate', dedicada al alistamiento de Kenneth Arnold.
Portada del número 1 de la revista ‘Fate’, dedicada al avistamiento de Kenneth Arnold.

«Todo empezó una soleada mañana del año 1947: exactamente el 24 de junio», dice Antonio Ribera en su libro Treinta años de ovnis (1982). Con ligeras variaciones es lo que cuenta la mayoría de los ufólogos: que el caso de Kenneth Arnold, del que se cumplen 70 años, fue el causante de la fiebre de visitas extraterrestres que sufrimos en la segunda mitad del siglo XX y no sólo eso. «Al piloto civil norteamericano Kenneth Arnold le cabe la gloria bastante discutible de haber bautizado a las naves de los misteriosos señores del espacio. Fue Arnold, en efecto, quien creó el tan desdichado nombre de platillo volante«, escribe el mismo Ribera en El gran enigma de los platillos volantes (1966). A raíz de su avistamiento se multiplicaron las apariciones de objetos extraños, primero en los cielos de Estados Unidos y después en los del resto del mundo, y el bautizo del nuevo fenómeno se debió a esa observación, pero los extraterrestres tardarían años en llegar.

Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 22 de junio de 2017.

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