
Rodríguez Sendín asegura que no se puede sancionar a los médicos que practican la homeopatía porque la ley la permite, y ha indicado que es necesario ir convenciendo a esos médicos homéopatas «con absoluto respeto», puesto que están convencidos de que esa pseudoterapia «funciona». Además, ha mostrado su satisfacción porque España no haya desarrollado la directiva europea que regula el uso de la homeopatía, ya que, en su opinión, esta normativa es un «disparate» porque sólo está «movida» por intereses económicos.
Es de agradecer que el presidente de la organización que regula la práctica médica en España se desmarque de la ambigüedad que hasta ahora ha caracterizado a los máximos responsables de la profesión. Sólo falta que todos los colegios de médicos eliminen sus correspondientes secciones de homeopatía; la UNED, la Universidad Camilo José Cela y la Universidad Católica de Murcia, entre otras, supriman sus cursos sobre esta práctica; y la OMC haga cumplir su código deontológico, que establece, en su artículo 26, que “el médico debe emplear preferentemente procedimientos y prescribir fármacos cuya eficacia se haya demostrado científicamente” y que “no son éticas las prácticas inspiradas en el charlatanismo, las carentes de base científica y que prometen a los enfermos la curación, los procedimientos ilusorios o insuficientemente probados que se proponen como eficaces, la simulación de tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas y el uso de productos de composición no conocida”.
Clap, clap, clap, clap, clap. Bravoooo.
No, si los convencidos ya lo estamos. El problema son esos médicos chiflados y sus miles de seguidores un inconscientes.
Sólo cabe esperar que la misma consideración se tome respecto a otras pseudoterapias. Si lo que invalida a la homeopatía es la ausencia de evidencia científica, del mismo modo quedan invalidadas otras supuestas alternativas a la Medicina. Y no basta con comentarlo e una entrevista: debe quedar bien claro en las notificaciones que se hagan a los colegiados y a la sociedad en general. Y en ningún caso respaldar las actuaciones de quienes las aplican.