
El
blue monday no existe. Hoy, tercer lunes de 2016, no es el día más triste del año. Si lo ha leído en algún lado o lo ha visto en la tele -ayer lo dijeron en el
Telediario de La 1-, es porque entre los periodistas también hay crédulos de tomo y lomo. La historia del
blue monday se repite todos los años desde 2005 y es tan digna de crédito como la de que
mirar los pechos femeninos alarga la vida del hombre o que hay gente que
embotella gatitos. El bulo de los pechos alargavidas se lo tragaron los médicos de
El larguero en 2010 y tuvieron la desfachatez de asegurar que habían leído el estudio correspondiente en
The New England Journal of Medicine (
NEJM), revista científica que, por supuesto, no había publicado tal artículo. El de las mascotas embotelladas motivó en 2000 las quejas airadas de asociaciones de protección de animales cuando todo era una sátira. El
blue monday o
lunes triste es, por su parte, un invento publicitario para una agencia de viajes inglesa.

Los medios británicos contaban en enero de 2005 que Cliff Arnall, profesor de psicología la Universidad de Cardiff, había dado con una ecuación que demostraba que el tercer lunes de enero es el día más triste del año. La fórmula era la que ven junto a estas líneas. Tenía en cuenta variables como el tiempo (W), la deuda (d), el tiempo pasado desde Navidad (T), el tiempo pasado desde que uno había incumplido los propósitos hechos al comienzo del año (Q), los bajos niveles de motivación (M) y la necesidad de pasar a la acción (Na). ¿Es Arnall un científico chiflado? ¿Es un visionario? No, es un espabilado.
Según
reveló el divulgador científico Ben Goldacre en diciembre de 2006, la fórmula atribuida al científico era en realidad un invento de la firma de relaciones públicas Porter Novelli para promocionar la agencia de viajes Sky Travel. Antes que Arnall, varios académicos habían recibido y rechazado ofertas de dinero a cambio de ser presentados ante los medios como el padre de la fórmula para determinar el día más triste del año, explicaba Goldacre. Posteriormente, el poco escrupuloso Arnall identificaba con el mismo rigor el día más feliz del año, a mediados de junio, para la firma de helados Wall. A principios de 2010, el científico, que decía no haberse arrepentido de esas decisiones, cuantificaba en 1.650 libras el dinero que había ganado por avalar con su nombre esas dos fechas. Baratos se venden algunos.
¡Ah!, ante cualquier tontería del estilo de las aquí citadas, visite
Snopes, página dedicada a las leyendas urbanas cuya consulta evitaría muchos sonrojos periodísticos.
En cualquier caso no más triste que cualquier día del año de este p. Kali-Yuga que toca a su fin.
Por cierto, yo sé cuál será el día más feliz del siglo. Será el 18 de septiembre de 2023. El más chupi.
Y aunque parezca proselitismo evangélico: sin Jesucristo en tu alma todos los días son tristes como una necrológica aunque a la gente les parezca muchos de ellos los más alegres de su vida. Ni
…que les toque el euromillón o estén de boda, bautizos y comuniones jajajaj
Ya me parecia a mi…. pero lo explicaban tan bien en el periódico. En fin. Que tampoco es que me preocupara demasiado. Saludos.
Desde un punto de vista empresarial, la alegría y la tristeza se miden por la cantidad de gente que abarrota los centros comerciales. Así la Navidad es el culmen de la felicidad. Para compensar la anterior tristeza empresarial se inventó Halloween para el anodino Noviembre, y para la posterior se hicieron las rebajas de Enero. Agotados todos los recursos, se dieron cuenta de que había todavía un pequeño gap en las ventas en la tercera semana de Enero, justo cuando las rebajas ya se están desplomando y falta aún para Carnavales, otra fiesta consumista. Era de cajón inventarse un blue monday. «¿Esta triste? Compre barato, lo dice la ciencia, quien sabe se aprovecha».