No recen por París. Vivan en libertad por París y por ustedes. Como antes hicieron en Nueva York, Londres, Madrid y tantos otros sitios, los terroristas islámicos atacaron el viernes en la capital francesa a todo Occidente y lo que significa: la libertad, la igualdad, la tolerancia, los derechos humanos. Pretenden imponer su dios y sus costumbres bárbaras a sangre y fuego. Según iba aumentando el número de asesinados en nombre de Alá, asqueado e impotente, dije en Twitter que usar la etiqueta #PrayforParis (Rezar por París) es buscar en la religión la solución y el consuelo ante la barbarie, cuando la religión es parte del problema, si no el problema. Si usted es libre de creer en lo que quiera o de no creer en nada, no es por la generosidad de ninguna confesión religiosa. Allí donde gobiernan las religiones, no hay libertad de credo que valga.
Joann Sfar, dibujante del semanario satírico Charlie Hebdo -que sufrió a principios de año el ataque criminal de los terroristas islámicos-, publicó poco después de los atentados la viñeta que aquí ven, que no vi hasta ayer por la mañana. Resume mi sentir y, espero, el de muchos. El texto dice: «Amigos de todo el mundo. Gracias por #rezarporParís, pero no necesitamos más religión. ¡Nuestra fe está con la música! ¡Los besos! ¡La vida! ¡El champán y la alegría! #Paríseslavida».
Disfruten de la vida. Es lo que hacían los asesinados y heridos en los ataques del viernes, personas como usted y como yo, víctimas de una guerra santa contra la Ilustración, contra la libertad. Por eso no voy a rezar por París; pero, en cuanto pueda, voy a brindar con champán por París.
Mi más sentido pésame a los familiares de las víctimas.
Nota publicada en Magonia el 15 de noviembre de 2015.