El Ministerio de Cultura español subvenciona la web de un piramidiota, el arquitecto Miquel Pérez-Sánchez, quien sostiene, entre otras cosas, que la pirámide de Keops se construyó en conmemoración del primer milenio del Diluvio y que estaba originalmente coronada por una esfera. Pérez-Sánchez obtuvo en 2008 el doctorado en arquitectura por la Universidad Politénica de Cataluña (UPC) con una tesis titulada La Gran Pirámide, clau secreta del passat, que mereció un excelente cum laude del tribunal correspondiente a pesar de ser un compendio de disparates pseudocientíficos.
Ahora, la vende en castellano y troceada en diez volúmenes en una web al pie de cuya portada puede leerse: «Actividad subvencionada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte». ¿Cómo es posible que el departamento de José Ignacio Wert apoye la venta de libros con un rigor histórico equiparable al de las obras de Erich von Däniken y Juan José Benítez? Con mi dinero no, señor ministro.
Para Pérez-Sánchez, la pirámide de Keops es «el monumento conmemorativo de una gran destrucción, del Diluvio Universal, de su milenario»; que es «una especie de enciclopedia del saber de su tiempo»; que estaba coronada por una esfera que simbolizaba el ojo de Horus; que la altura de la estructura fue, original e intencionadamente, una milmillonésima parte de la distancia entre la Tierra y el Sol; que los egipcios conocían los números Pi, Phi, e y plásticos; que sabían que la Tierra era redonda; que Osiris fue un extranjero o la personificación de un pueblo que llevó la agricultura a Egipto…
Tonterías y sinsentidos
«No da ni una. No hay nada de cierto en lo que dice Miquel Pérez-Sánchez», me explicaba hace tres años Mara Castillo Mallén, doctora en Historia Antigua. Esta egiptóloga consideraba las afirmaciones del doctor en arquitectura «absurdas», equiparables a las de otros piramidiotas que atribuyen estas construcciones a extraterrestres, hablan de procesos de reblandecimiento de la piedra, de la existencia de electricidad en tiempos de los faraones…
Para el también egiptólogo José Miguel Parra, autor del libro Las pirámides: historia, mito y realidad (2001), la nota de prensa con la que se dieron a conocer en 2012 los resultados de la investigación de Pérez-Sánchez «no tiene desperdicio en cuanto a la cantidad de tonterías y sinsentidos que contiene, casi ninguno de los cuales es original, por cierto». Según Parra, «no es algo que extrañe viniendo de un señor que considera un matemático a John Taylor, el creador de la piramidiotología; el primero en inventarse que la Gran Pirámide estaba llena de información oculta. Lo bueno es que al afirmarlo se descalifica a sí mismo, y con ello todos sus supuestos descubrimientos, porque desde nada menos que 1893 se sabe que lo de Taylor no eran más que patrañas inventadas por un iluminado».
«Si querían representar el ojo de Horus en lo alto de la pirámide, ¿por qué usaron una esfera? ¿Por qué en todos los documentos -papiros, estelas…- en los que se ve una pirámide no aparece nunca esa esfera? ¿Por que lo obeliscos están coronados por un piramidión y no por esa esfera?», se pregunta Castillo Mallén. Por mucho que diga Pérez-Sánchez, los egipcios no tenían los conocimientos matemáticos que él cree, aunque respecto a Pi los expertos de verdad -los egiptólogos de carrera- mantengan discrepancias: los hay, como Parra, que dicen que, aunque esté presente en sus obras, «los egipcios ni lo conocían ni utilizaban»; y otros que sostienen lo contrario. Vincular a Osiris con un pueblo extranjero es «una forma más de racismo y no es ni original», apunta Castillo Mallén. Lo de conectar la Gran Pirámide con un aniversario del Diluvio es tan serio como hacerlo con el del episodio de Eva y la manzana en el Jardín del Edén. Y, así, sucesivamente…
Pérez-Sánchez ha presentado hoy su proyecto en el Colegio de Arquitectos de Cataluña, y las agencias Efe y Europa Press se han hecho eco de sus locuras sin la mínima crítica en dos largos despachos. El autor ha estado respaladado ante la prensa por Gabriel Ferraté, exrector de la UPC y presidente del tribunal que aprobó la tesis piramidiota. Cuando hace tres años calfiiqué aquí ese trabajo de pseudociencia, Ferraté me envió una larga carta -y me dio permiso para publicarla- en la que aseguraba que «todo lo que expone el doctor arquitecto Pérez-Sánchez está fundamentado en datos objetivos y parametrizables», y manifestaba su sospecha de que mi opinión había «sido inducida por aparentes expertos del campo de la historia antigua, frustrados por el hecho de que alguien se atreviera a mostrar posibilidades, observaciones o hechos que ellos -o ellas- no conocían o, en el mejor de los casos, no habían homologado». Para Ferraté, la Gran prámide es «una gran matriz de datos espacio-temporales». ¿Qué significa eso? Nada, es sólo una estupidez más en este festival de la sinrazón apoyado con dinero público.
Nota: gran parte de esta entrada son fragmentos de una anterior dedicada a la tesis de Miquel Pérez-Sánchez.
Nota publicada en Magonia el 15 de abril de 2015.