El 1 de noviembre, Franz Beckenbauer confesó en una grabación casera que los extraterrestres ya están aquí, que le han visitado, que «quieren jugar al fútbol contra nosotros» y que, «si perdemos, destruirán el planeta».
«Sólo el fútbol puede salvar el planeta», decía El Kaiser en su vídeo y en una entrevista posterior. El enigmático símbolo, explicaba, es el «emblema de la especie extraterrestre» que nos ha desafiado y él ha asumido la tarea de dirigir la selección terrestre.
Ya han sido vistos en varios campos de fútbol grupos de tipos con capucha y hábito negros con el emblema alienígena en el pecho.
Y, el pasado lunes, Beckenbauer eligió a Leo Messi como capitán de la selección terrestre.
Por mucho que Beckenbauer considere irónico que sea el fútbol, y no la ciencia y la tecnología militar, el que vaya a salvar el planeta, resulta que los alienígenas malos de esta ficción publicitaria -de la que me he enterado gracias al escéptico y estudioso de la cultura ovni Matías Morey- pueden amenazarnos porque su ciencia y su tecnología son más avanzadas que las nuestras.
¡Ah!, por favor, que alguien avise a Enrique de Vicente de que se trata de la última campaña publicitaria del Samsung Galaxy 11. Si no, igual se pone a buscar conexiones con los Illuminati, la falsa profecía maya del fin del mundo, el asesinato de Kennedy, el proyecto HAARP, los chemtrails, los reptilianos, la farmamafia, las catedrales góticas, la Gran Pirámide, los hombres de negro, las abducciones, las psicofonías, o cualquier otro delirio de viejo o nuevo cuño.