La grafología, un arte adivinatoria equiparable a la quiromancia y la astrología, entra hoy en la Facultad de Letras de la Universidad del País Vasco (UPV), en Vitoria. La psicografóloga Virginia Montes de la Cuerda va a impartir, en el Salón de Grados a partir de las 16.30 horas, una conferencia titulada «La interpretación de la escritura. Filología, psicología, derecho y otras aplicaciones de la grafología», de cuyo cartel me envío una foto un estudiante hace tres semanas.
Nada más enterarme de la celebración del acto, escribí a la organizadora, la profesora Patrizia de Bernardo, especialista en filología céltica y lingüística indoeuropea. Le indiqué que la grafología no es una disciplina científica y no ha sido nunca validada como tal. Y le pedí que me confirmara si la conferenciante iba a hablar de la interpretación de la personalidad a partir de la caligrafía, como yo deducía del cartel, además de interesarme por sus credenciales académicas, ya que había sido incapaz de encontrar información sobre Virginia Montes de la Cuerda en Internet.
Una semana después, el 14 de febrero, De Bernardo respondió a mi mensaje, agradeciendo mi «preocupación» e indicándome que su invitada tiene unas credenciales «más que corroboradas». «Para su información -añadía-, la conferenciante es perito calígrafo judicial, máster de postgrado universitario por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)». No me dijo más. Así que le volví a escribir para manifestarle mi extrañeza porque la UPV abra sus puertas a la grafología y concluí: «Supongo que de su respuesta debo deducir que considera la grafología una práctica válida para la interpretación de la personalidad, ¿es así?». No se ha vuelto a poner en contacto conmigo.
Posgrado charlatanesco
Supongo que el curso de posgrado al que se refiere mi interlocutora es el Máster en Grafoanálisis Europeo de la UAB, en cuyo programa se mezclan el peritaje caligráfico y la grafología, con preponderancia de la segunda. Dicen en la web del curso:
La vertiente grafopsicológica del grafoanálisis consiste en el estudio y aplicación del conjunto de técnicas grafológicas adelantadas orientadas a una interpretación científica de la personalidad por la escritura manuscrita y de manera auxiliar por el garabato y el dibujo. Con un diagnóstico de personalidad por grafoanálisis puede obtenerse el percentil de predominante de temperamento, combinaciones caracterológicas y de valor psicoanalítico y redactar un informe completo sobre características psicosomáticas, volitivo-morales y intelectuales y mentales de la grafía examinada.
¿Se imaginan que en una facultad se enseñaran astronomía y astrología? Pues, eso es lo que hace la UAB con este máster, mezclar ciencia y pseudociencia. Porque el peritaje caligráfico es una técnica; pero la grafología es un arte adivinatoria, un timo. No existe nada parecido a «una interpretación científica de la personalidad por la escritura manuscrita». Nada. La grafología es una práctica pseudocientífica que, como apuntan los psicólogos Scott O. Lilienfield, Steven Jay Lynn, John Ruscio y Barry Beyerstein en su libro 50 grandes mitos de la psicología popular (2010), debe su inmerecida fama a «la confusión de los grafólogos con los examinadores de documentos cuestionados», es decir, con los peritos calígrafos, que son expertos en determinar falsificaciones y autorías de documentos mediante el análisis de la caligrafía -cuando hablamos de manuscritos y firmas-, de las tintas, del papel…
Montes de la Cuerda puede ser una capacitada perito calígrafa, pero su título de grafóloga vale lo mismo científicamente que el mío de homeópata por Boiron. Y un acto como el de mañana es abrir las aulas de la UPV a la pseudociencia.
Por cierto, ¿qué pasa con la grafología y la universidad pública vasca? Lo pregunto porque, a finales de enero, Fernando L. Frías denunciaba en La Lista de la Vergüenza que la UPV concede «un crédito de libre elección» a quien asista a un curso de grafología en un gabinete de psicología bilbaíno y, poco después, me llegó el aviso de la charla de Vitoria. Por un lado, parece, como advierte Frías, que no hay mucho control en lo que se refiere a cursos externos como el de grafología, ya que la autoridad académica se limita a avalar las actividades que organice el gabinete psicológico que lo imparte; por otro, que algunos profesores no tienen lo suficientemente clara la diferencia entre ciencia y pseudociencia.
Información publicada en Magonia el 25 de febrero de 2013.