Lo que faltaba. Juan José Benítez, el hombre que cree en viajes en el tiempo, que los extraterrestres prácticamente se pasean por nuestras calles, que nuestros antepasados convivieron con los dinosaurios y muchas otras tonterías por el estilo, se cree un científico. «Científico es una persona que busca la verdad. Y yo la busco. Por tanto, soy científico», sentencia en una reveladora entrevista publicada en El Correo por mi compañero Pascual Perea, la primera que recuerde en la que alguien se atreve a poner en duda en un gran medio la credibilidad de este ufólogo.
«Si hay un caballo capaz de descabalgar a J.J. Benítez nos es precisamente el de Troya, sino el de la credibilidad. El escritor ha sido acusado infinidad de veces de mentir, fabular y tergiversar con tal de dar visos de credibilidad a sus teorías de ciencia ficción, ya sean abducciones alienígenas, sucesos paranormales o saltos espacio-temporales», escribe el periodista en un apoyo al cuerpo principal de la información, dedicado a Caballo de Troya. Y, seguidamente, empieza a preguntar al protagonista por cosas como el montaje televisivo de las ruinas lunares de Planeta encantado, a lo que el entrevistado replica con su habitual larga cambiada de que él jamás dijo que las imágenes fueran reales y sí eran inéditas porque la recreación nunca se había visto. El reportero le pide pruebas de la existencia de las construcciones alienígenas, y Benítez no se las da porque no las tiene, y se refugia en testimonios y en el secreto periodístico para no revelar sus fuentes. Las que sabemos todos que tuvo fueron un contactado peruano y un espía que no era espía. Y llega mi pregunta favorita:
–¿Se considera usted un científico?
-Científico es una persona que busca la verdad. Y la busco. Por tanto, soy científico.
Olvídense del método científico. Benítez cree que basta con recoger testimonios para ser científico, algo que comparte con todos esos discípulos suyos que van pomposamente por ahí autocalificándose de investigadores sólo por grabar entrevistas y hacer fotos. En fin… El entrevistador vuelve a la carga pidiéndole las pruebas de lo que dice y le acusa de dar «por bueno cualquier testimonio sobre cualquier suceso. Basta con que sea paranormal«. Y el ufólogo replica que ellos -se refiere a él y sus colegas, supongo- son científicos porque facilitan las pruebas físicas «a la universidad y ella los investiga». Vale, ¿y en qué revista científica se han publicado los resultados de alguno de esos estudios universitarios realizados a partir de muestras recopiladas por él y otros ufólogos? Se lo voy a decir: en ninguna.
«Investigar y probar son cosas diferentes», replica su interlocutor, y Benítez se va por los cerros de Úbeda, acusando de todo tipo de males a quien «se sienta delante del ordenador, monta una página y dice que es mentira (lo que él cuenta) sin moverse del sillón. Eso no es ser científico. Eso es ser muy listo». Ni otros escépticos ni yo que no somos científicos hemos dicho nunca que lo seamos. Además, no hace falta ser científico, ni muy listo, para desmontar las toscas afirmaciones de los vendedores de misterios. Como colofón, el periodista le pregunta por los desaparecidos ovnis, y Benítez le replica que volverán a ser noticia «cuando se produzca una oleada». Esperen sentados…
Nota: La entrevista, cuya parte principal está dedicada a Caballo de Troya, no está disponible en Internet. Sólo puede leerse en la versión impresa del diario El Correo.
Información publicada en Magonia el 19 de noviembre de 2011.