«Hacer una predicción es anticipar un hecho que ocurrirá, ya sea a partir de datos científicos, de los astros o de la propia intuición». Esta afirmación seguro que hace feliz a los astrólogos porque equipara su capacidad de hacer vaticinios a partir de los astros con la de los científicos a partir de datos. El despropósito puede leerse en el libro de texto Proyecto Tren. Lengua Castellana 4, de L. Orihuela y publicado por la editorial La Galera. Lo ha descubierto José Ángel Morente, quien se considera «un ciudadano preocupado por la educación de los más pequeños» y cree que «hay que denunciar estas aberraciones». Habrá quien considere a Morente un exagerado y defienda la inocencia de la definición. Yo no. Y menos tras comprobar que, en la página anterior, se dice: «Cuando anunciamos un hecho antes de que suceda estamos haciendo una predicción. Los hombres del tiempo predicen si hará frío o calor, o si lloverá, y lo hacen a partir de datos científicos. Los horóscopos predicen las cosas que pueden pasar según el signo del Zodiaco y lo hacen a partir de los astros».
Los editores sostienen que, con este libro, los alumnos de 4º de Primaria -de 9 y 10 años- «usarán la lengua como un instrumento para reflexionar sobre lo que aprenden y sobre el mundo que los rodea, para expresar ideas y para entender cómo funciona el código». Sería perfecto si ese «mundo que los rodea» incluyera la astrología como una superstición. No es así. Se equipara la capacidad predictiva de una pseudociencia con la de la ciencia. Mal vamos si ya desde la infancia se confunde a los niños mezclando, en la escuela, superchería y conocimiento.
Morante ojeaba el libro de texto por curiosidad cuando, explica en su blog, se alarmó al ver que, en la primera unidad didáctica, «se ponían a hablarles (a los niños) de los horóscopos y de los signos zodiacales: «¿Conocéis los signos del Zodiaco? ¿Cuáles son? ¿Cuál es vuestro signo del Zodiaco?»». Creyó que iban a tratarse «los horóscopos como un juego para practicar las expresiones lingüísticas que usan formas de futuro o que sirven para hacer predicciones». Pero, acto seguido, comprobó que no, que el autor comparaba las predicciones astrológicas con las meteorológicas.
Me ha adelantado que va a presentar «algún tipo de denuncia» ante las autoridades educativas de la Comunidad de Madrid -donde está a la venta- y del Gobierno central, y escribirá una carta a la editorial. «En este caso, las víctimas de la superchería son los más indefensos: los niños. Además, el desarrollo de la capacidad de usar la lógica es crucial a estas edades. Si no les enseñamos a pensar correctamente desde niños, no será fácil que durante el resto de su vida recurran al pensamiento crítico. Todos sabemos que lo que aprendemos desde muy pequeños es muy difícil de desmontar siendo adultos, por muchas pruebas o razonamientos contrarios que se nos presenten», indica Morente.
Nota publicada en Magonia el 12 de octubre de 2011.