Iker Jiménez mezcla dos ‘no-misterios’ y crea otro: el de la pantera fantasma que mata ovejas en Vizcaya

Fotograma del vídeo de la pantera fantasma grabado en Vizcaya en 2003. Sin referencias, bien puede tratarse de un gato.
Fotograma del vídeo de la pantera fantasma grabado en Vizcaya en 2003. Sin referencias, bien puede tratarse de un gato.

Se cogen dos sucesos no relacionados, se mezclan en la coctelera del misterio y ya hay un nuevo enigma cuartomilenario. Iker Jiménez y Carmen Porter se inventaron ayer, en Cuatro, el misterio de la pantera fantasma que mata ovejas en Vizcaya. Lo hicieron en cuatro minutos a partir de la mezcla de dos sucesos separados por años y decenas de kilómetros: la muerte de ovejas en la comarca de Las Encartaciones por ataques de cánidos en 1996 y la visión de un extraño felino en la de Uribe Kosta en 2003. Menos mal que estaba viento el programa Pedro Luis Gómez Barrondo, compañero del Círculo Escéptico, que, si no, no me hubiera enterado de este nuevo hito en el periodismo del misterio.

Según Jiménez, a lo largo de la última década, «la denuncia de casos de felinos salvajes también llegó a nuestro país. Lo que están viendo -explicaba ayer en Cuarto milenio– son decenas de ovejas atacadas por un extraño animal en la comarca de Las Encartaciones de Vizcaya. Varias personas, incluida la Policía autónoma vasca, aseguraron haber visto una pantera negra de grandes dimensiones. Ésta es la fotografía -decía mostrando la imagen que ven junto a estas líneas-. El lugar, Lemoiz; el año, 2003. Y, como en Reino Unido, el nerviosismo, las búsquedas con perros y el temor de los vecinos no se hicieron esperar».

Luego, Porter explicaba cómo fue en Lemoiz y Armintza, hace ocho años, donde hubo gente que empezó a decir que había visto «un gato muy grande que, incluso, ha pasado muy cerca, que ha matado ganado», y cómo los rastreos no dieron resultado. «Será dos años después, en Gorliz, cuando un vecino va, con su sobrino de 14 años, a ver a un familiar que estaba ingresado en un hospital y se encuentra de frente con esto -enseñando la misma foto-, con este animal que él decía que era gigantesco, que le llegaba por las rodillas, que tenía una cola muy alargada y que, claro, le temblaban las piernas teniéndolo delante. Al parecer, en un gesto, el animal se asusta y sale corriendo. Se adentra en el bosque». Porter recordaba cómo uno de los ertzainas se había adentrado en la arboleda y abierto fuego contra la fiera. Según la periodista, «creen que lo hieren», pero no se encuentran restos. «Y había habido muchas matanzas de ganado en la zona», puntualizaba Jiménez. «Algunas; no muchas», corregía su esposa, quien añadía que, en una semana, llegaron a ver a la pantera en localidades que distan 70 kilómetros entre sí. ¿Impresionante? Sí, ¡y casi todo falso!

El chupacabras en Euskadi

Durante el verano de 1996, alimañas mataron a decenas de ovejas en la comarca de Las Encartaciones, al oeste de Vizcaya. La Ertzaintza apuntaba en su informe de los hechos a la presencia de «cánidos asilvestrados o no controlados» y cómo un ganadero había visto en las inmediaciones «un perro grande y oscuro». Sin embargo, Bruno Cardeñosa y Javier Sierra, colegas de Jiménez y Porter, achacaron las muertes a misteriosos animales. Cardeñosa visitó la zona como colaborador de la revista Año Cero y concluyó que los ataques habían sido obra del chupacabras.

Arranque del reportaje de Bruno Cardeñosa, en la revista 'Año cero' en 1996, en el que atribuye las muertes de ovejas en Vizcaya a ataques del chupacabras.
Arranque del reportaje de Bruno Cardeñosa, en la revista ‘Año cero’ en 1996, en el que atribuye las muertes de ovejas en Vizcaya a ataques del chupacabras.

Sierra, enviado por Más Allá a Vizcaya, habló con las mismas personas que su colega y llegó a diferentes conclusiones; aunque también misteriosas. «Según pude comprobar durante mi rastreo a lo largo de la sierra de Las Encartaciones -escenario natural entre Burgos y Vizcaya donde se ha concentrado el mayor número de agresiones-, durante estos meses se han mezclado al menos dos clases bien diferentes de agresiones: las ya tradicionales atribuibles a perros asilvestrados y las muertes con agujeros. En estas últimas, y a diferencia de lo que sucede con el chupacabras caribeño, el agresor no desangra totalmente a sus víctimas». El ahora novelista de éxito añadía que un portavoz de la Ertzaintza le había informado de que la mayoría de los casos se referían a «mordeduras de perros», que sólo uno de los animales había fallecido por un pinchazo en el cuello y que, en ningún caso, había aparecido el cuerpo seco, sin sangre. Año y medio después, Iker Jiménez achacaba al chupacabras la muerte de decenas de ovejas en Valle de Tabladillo, Segovia, aunque los pastores de la zona culpaban al lobo.

En abril de 2003, agentes de la Ertzaintza y guardas forestales buscaron durante días por la comarca de Uribe Kosta a un gran felino después de que una mujer dijo haber visto una pantera a través de la ventana del baño de su casa, en Lemoiz. «Al principio pensé que era un perro, pero por los gestos enseguida me di cuenta de que se trataba de otra cosa», declaró a El Correo. La testigo grabó al animal en un vídeo del que se extrajo la imagen que Jiménez y Porter enseñaron ayer en la tele. Dos años más tarde, en octubre de 2005, un agente de la Policía autónoma disparó en una arboleda de Gorliz contra lo que creía que era un gran felino, después de que un hombre que paseaba por la zona con su sobrino de 14 años creyera ver una pantera.

«Avanzó despacio unos cinco metros, se paró, volvió la cabeza y nos miró muy fijamente. Le brillaban los ojos como a un demonio. Después salió corriendo y se introdujo en el pinar. Nos quedamos paralizados, a mí me temblaban las piernas», contaba el protagonista en El Correo. Y se montó la habitual operación de caza y captura de la fiera sin que se diera con ella. Es más, como en 2003, los expertos no encontraron ningún rastro que apoyara la posible existencia de un gran felino en la zona, la pantera fantasma tampoco atacó a ningún animal y un portavoz de la Etzaintza explicó que el agente «disparó contra algo que se movía detrás de unos matorrales, sin saber si era la pantera, un perro o un gato. Lo que sí está claro es que no se encontraron rastros de sangre». Vamos, que nadie pudo confirmar que por Gorliz se hubiera paseado un gran felino.

Ya ven: Iker Jiménez y Carmen Porter cogen dos hechos asilados en el tiempo y el espacio -Uribe Kosta está a decenas de kilómetros de Las Encartaciones con el Gran Bilbao de por medio-, los mezclan convenientemente olvidando las explicaciones racionales -que los ataques a ovejas fueron de perros salvajes y que la pantera de Lemoiz y Gorliz nunca existió-, y ya hay nuevo enigma cuartomilenario al canto, el de la pantera fantasma que mata ovejas en Vizcaya. Por cierto, que alguien le explique al misteriólogo de Cuatro que el tigre de Tasmania, a pesar de su nombre, se parecía más a un lobo -de hecho, se le conoce como el lobo marsupial- que a un gran felino.

Nota publicada en Magonia el 6 de junio de 2011.