«Los ovnis existen. Hay millones de pruebas», sentencia Juan José Benítez en una reciente entrevista. Es lo mismo que decía hace treinta años y sigue haciendo gala de la misma impotencia que entonces a la hora de demostrar que es más que un titular. Porque Benítez es incapaz de presentar una sola prueba a favor de la existencia de los ovnis. Y, que quede claro: cuando él habla de ovnis se refiere a naves extraterrestres con bicho dentro, no a los neutros objetos volantes no identificados.
El autor de Caballo de Troya nunca se ha andado con medias tintas: los platillos volantes son para él ingenios de otros mundos desde que, a mediados de los años 70, se convirtió en el mejor publicista de las trolas de los miembros del Instituto Peruano de relaciones Interplanetarias (IPRI) con su libro Ovnis: SOS a la Humanidad. Y es que, el 7 de septiembre de 1974, vio junto a los contactados varios ovnis en el desierto peruano, aunque, ¡claro!, ni él ni sus interlocutores sacaron foto alguna porque los vistantes se lo habían prohibido previamente a través de la escritura automática.
Pruebas, pruebas y más pruebas
Hace treinta años, Benítez contaba en una ocasión que disponía de fotos de seres extraterrestres tomadas por testigos de toda garantía y la jugada le salió mal. Como recuerda Luis Hernández Franch en Los ovnis desmitificados (1984-1985), hizo esa afirmación durante un debate televisivo y, en vez de callar, John L. Acuff, presidente del crédulo Comité Nacional para la Investigación de Fenómenos Aéreos (NICAP) de EE UU, dijo que, si así era, no entendía cómo nuestro protagonista no hacía públicas la prueba definitiva de la existencia de visitantes extraterrestres y se la guardaba. Benítez reculó, dijo que todavía tenía que someter las fotos a análisis y nunca más se supo de ellas. Ahora, después de haber vendido hasta un anillo con marca de platero como de origen alienígena y un montaje de una compañía de animación vasca como una película de ruinas en la Luna tomada por los astronautas del Apollo 11, el ufólogo navarro dice que «hay millones de pruebas» de que nos visitan seres de otros mundos.
Que muestre una, sólo una prueba concluyente. No hace falta más. Basta con un tornillo, un mapa marciano, una uña alienígena… Hasta que no lo haga, Benítez seguirá mereciendo el mismo crédito que cuando dice que seres de Orión levantaron las pirámides de Egipto y que los egipcios de hace 4.500 años vivían en la Prehistoria y desconocían la escritura, que cuando sostiene Jesús visitó Roma y presenció los juegos en el Coliseo y que cuando contaba en 1975, haciéndose eco acríticamente de las patrañas de la gente del IPRI, que en Marte vivían dos especies de seres inteligentes, en Venus la temperatura superficial era «adecuada para el desenvolvimiento de la vida» y había colonias alienígenas en lunas como Calisto, Io, Europa y Ganímedes.
Nota publicada en Magonia el 1 de septiembre de 2010.