El periodista esotérico Jose Gregorio González se hace eco en su sección de la revista Enigmas (Nº 177) de una anécdota según la cual el astrofísico Carl Sagan (1934-1996) creía en los ovnis como posibles naves extraterrestres y así se lo había confesado a Joseph Allen Hynek (1910-1986) en 1984 durante un intermedio del Tonight Show de Johnny Carson. «Dijo básicamente: «Sé que los ovnis son reales; pero no arriesgaría la financiación de mis ivestigaciones, como tú haces, por hablar de ellos en público»”, declaró en mayo la ufóloga italoamericana Paola Harris-Leopizzi, quien trabajó con Hynek entre 1980 y 1985.
A partir de una afirmación que considera «tan sorprendente como incomprobable» -los dos protagonistas murieron hace años-, González se lanza a atacar a Sagan y, de paso, a todos los escépticos. «Sagan combatió durante años lo que llamaba creencias irracionales, aunque también es cierto que muchos le acusan de moverse en una interesada ambigüedad con el tema ovni con fines promocionales. Las declaraciones que le atribuye Leopizzi, quien trabajó con Hynek cinco años durante los 80, son compatibles con el comportamiento incongruente de bastantes científicos, incluso con algunos que públicamente combaten lo que denominan pseudociencias, abocados a mantener de cara al público una postura distante, pero manifestando en la esfera privada sus dudas», escribe el ufólogo canario.
Es lo que tiene practicar el periodismo del misterio, que uno puede convertir un rumor en noticia y, además, sacar conclusiones de ello. En el periodismo de verdad -y no incluyo en esta categoría el de chismorreos o rosa-, los rumores nunca son noticia. La historia de Hynek y Sagan tiene varios puntos extremadamente débiles, empezando por la fuente, una ufóloga de la vertiente más delirante, la de la exopolítica, una chifladura dedicada al «estudio de los procesos políticos y de gobierno en la sociedad interestelar». Los exopolíticos como Paola Harris-Leopizzi creen que los extraterrestres están aquí desde hace tiempo y los gobiernos no sólo nos ocultan su presencia, sino también la existencia de una tecnología alienígena superavanzada que podría resolver todos los problemas de la Humanidad. La ufóloga italoamericana imparte varias asignaturas en el Instituto de Exopolítica de Michael Salla, que ofrece cursos Diplomacia Galáctica por sólo 1.500 dólares, y cree que las maquetas de platillos de las fotos del contactado suizo Billy Meier son en eralidad naves de otros mundos. Ésa es la fuente de González.
Y luego está Hynek, un astrónomo que empezó siendo escéptico y asesor de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en el Proyecto Libro Azul, y después se convirtió en el más afamado de los ufólogos. Al final de su vida, creía en el origen alienígena de los ovnis, si bien dudaba entre que sus tripulantes fueran extraterrestres clásicos o seres de una realidad paralela. Cuando Harris-Leopizzi pone en boca de Sagan la confesión de que creía en los ovnis, no se refiere a los objetos volantes no identificados en sentido literal -sobre cuya existencia no hay ninguna duda-, sino a las naves alienígenas que los ufólogos persiguen desde que Donald E. Keyhoe, comandante retirado de la Infantería de Marina de Estados Unidos, apuntó al origen extraterrestre de los platillos volantes en la revista True en enero de 1950. Si Sagan hubiera hecho alguna vez una confesión de ese tipo a Hynek, este último lo habría contado o dejado escrito para la posteridad, y no habría habido que esperar 26 años para saberlo por fuentes indirectas.
Sagan y la ufología
Pero es que, además, en contra de lo que postula González, Sagan nunca utilizó el tema ovni con fines promocionales. Era un convencido de la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés), pero rechazaba con la misma firrmeza que los ovnis fueran naves extraterrestres. Esto no significa que no se ocupara de ellos. Al contrario. En 1966, formó parte del comité científico que concluyó que el Proyecto Libro Azul no tenía ningún interés científico y, tres años después, promovió junto con el físico Thornton Page un debate sobre el tema en el primer encuentro anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Paticiparon ufólogos como James McDonald y Hynek, y escépticos como Donald Menzel y Sagan, que se había interesado por los ovnis en la adolescencias. Las ponencias se publicaron en el libro Ufos: a scientific debate (1972), coordinado por Page y Sagan, que con el tiempo se convirtió en uno de los más destacados impulsores del pensamiento crítico.
«Los casos [de ovnis] fiables no son interesantes y los casos interesantes no son fiables», decía Sagan. En una de sus últimas obras, El mundo y sus demonios, reiteraba lo extremadamente improbable de las visitas alienígenas y manifestaba su creencia en que muchas observaciones de platillos volantes podían haberse debido a pruebas militares secretas, como así ha ido confirmándose en los últimos años. «Estoy perfectamente dispuesto a creer que al menos algunos informes y análisis de ovnis, y quizá voluminosos archivos, se han hecho inaccesibles al público que paga los impuestos. La guerra fría ha terminado, la tecnología de misil y de globo ha quedado prácticamente obsoleta o está al alcance de todos, y los que podrían sentirse turbados ya no están en el servicio activo», escribía en 1996 un astrofísico que en muchas de sus obras de divulgación científica habló abiertamente de la creencia en posibles visitas extraterrestres.
¿Y qué decir respecto a la conclusión de José Gregorio González de que son muchos los científicos públicamente escépticos respecto a las visitas extraterrestres que en privado mantienen otra postura? Pues que merece tanta credibilidad como la de Paola Harris-Leopizzi. Si ésta lo único que persigue es publicidad gratuita para el movimiento exopolítico, la del periodista esotérico canario es una variante de la acusación habitual a los escépticos de estar pagados por los servicios secretos para desacreditar el tema ovni, algo que han hecho y hacen habitualmente los vendedores de misterios y que ninguno de ellos ha podido demostrar nunca. ¿Se imaginan la que se montaría si alguien sin escrúpulos diera pábulo a una mentira parecida atribuida a Fernando Jiménez del Oso, fundador de la revista Enigmas, diciendo cómo reconoció un día en una cena con alguien también ya fallecido que no creía en lo paranormal, pero que ganaba mucho dinero vendiendo falsos misterios?
Nota publicada en Magonia el 2 de agosto de 2010.