
El caso fue investigado por la Fuerza Aérea, dentro del Proyecto Libro Azul, por ufólogos del Comité Nacional para la Investigación de los Fenómenos Aéreos (NICAP) y por escépticos que no encontraron ninguna explicación convincente a lo visto por el agente ni nada que hiciera dudar de la palabra de éste. El ufólogo Ray Stanford, que dedicó al suceso su libro El escándalo del ovni (1976) y piensa que el objeto era una nave «de tecnología muy avanzada», decía en el mensaje de correo en el que hace una semana informaba de la muerte del patrullero que era «el mejor testigo (de los cientos)» que ha entrevistado. «De todos los encuentros cercanos del tercer tipo, éste es el que con más claridad sugiere la presencia de un aparato volador real y concreto, acompañado por ruidos y propulsión», escribió el astrónomo Joseph Allen Hynek, ex asesor de la Fuerza Aérea de EE UU en casos de ovnis, en su libro El informe Hynek (1977). El científico añadía que, al final, igual el incidente tenía «una explicación simple y natural», pero que él no lo creía. «Socorro es uno de los casos más sólidos de aterrizaje que tenemos», sentenciaba en 1983 Antonio Ribera en Las máquinas del cosmos. Para el padre de la ufología española, las pruebas demostraban «fuera de toda duda que en Socorro aterrizó una nave espacial desconocida -posiblemente en dificultades; eso explicaría el ruido, insólito en las observaciones de ovnis- y tripulada por dos pequeños seres humanoides». Veinte años después, para el también ufólogo Javier García Blanco, el suceso protagonizado por Lonnie Zamora era el caso de aterrizaje y humanoides más sólido que existe.
El montaje

A falta de la confesión del bromista, el ufólogo ha recopilado en los últimos meses testimonios de antiguos profesores del NM Tech que respaldan la versión de Colgate: uno de ellos ha indicado que Zamora no era santo de devoción de los estudiantes y otro, que éstos tenían acceso tanto a explosivos como a globos, material inflamable y vestuario de laboratorio similar al de los presuntos extraterrestres. Dos antiguos alumnos del centro han destacado, por su parte, que los montajes del estilo del avistamiento de Socorro llegaron a ser una tradición entre los estudiantes y que en varias ocasiones consistieron en la fabricación de platillos volantes y tomar el pelo a los militares. Además, Bragalia exponía hace diez días, uno antes de la muerte de Zamora, las pruebas fisicas que apoyan la idea de que el patrullero fue víctima de una broma: las huellas de adolescentes encontradas alrededor del lugar del aterrizaje y los pedazos de cartón quemado hallados en el lugar, que podrían tener su origen en artefactos pirotécnicos, así como los ruidos oídos por Zamora y la maleza quemada descubierta por el personal de la Fuerza Aérea.

Las enseñanzas
El montaje de Socorro demuestra una vez más:
1. Que el residuo de casos de ovnis sin explicar, en cuya existencia basan los ufólogos fundamentan los ufólogos la existencia de un misterio, se debe muchas veces a investigaciones originalmente incompletas, mal hechas. Los sucesos de ovnis no explicados son una prueba tan sólida de la existencia de visitantes extraterrestres como los crímenes inexplicados de la de vampiros, hombres lobo y otros seres sobrenaturales.
2. Que los sucesos sobre los que se ha cimentado la creencia en los ovnis pudieron ser inexplicados en su tiempo por investigaciones mal hechas, tergiversaciones sensacionalistas o secretos de Estado; pero la mayoría han sido explicados convencionalmente, desde el accidente del capitan Thomas Mantell cuando en su caza perseguía un globo hasta el incidente de Roswell, pasando por la abducción del matrimonio Hill, el caso de Manises y el ovni de Canarias. Recuerden que el origen del término platillo volante es la confusión de un periodistica al tomar el modo en que volaban los objetos vistos por Kenneth Arnold y la forma de dichos objetos.
3. Que ningún testigo es infalible. Una máxima de la ufología en sus inicios, y que todavía sostiene la rama sensacionalista, es que el testimonio de un uniformado -agente policial o militar- vale más que el de un ciudadano de a pie. Casos como el de Socorro, el del capitán Mantell y el de Manises, por citar sólo tres, demuestran que agentes del orden, pilotos de cazas y de aviones comerciales se confunden y pueden ser engañados por sus predisposiciones o por terceros.
De nada de esto se enterarán, por supuesto, los creyentes en los ovnis ya que los vendedores de misterios se encargarán, como siempre, de ocultarles la verdad. Ése es el auténtico encubrimiento en materia ufológica, el practicado por quienes viven de explotar la ingenuidad ajena.