Una carta de Linus Pauling revela que el aterrizaje ovni más documentado fue una broma estudiantil

La carta descubierta entre la correspondencia de Linus Pauling sobre el caso ovni de Socorro.
La carta descubierta entre la correspondencia de Linus Pauling sobre el caso ovni de Socorro.

Una carta descubierta entre la correspondencia del premio Nobel Linus Pauling ha sido la pista definitiva para resolver el caso del ovni de Socorro (Nuevo México), ocurrido en 1964 y considerado uno de los aterrizajes de platillos volantes mejor estudiados. Su protagonista fue un policía, Lonnie Zamora, que vio un extraño objeto y dos humanoides a las afueras de Socorro en la tarde del 24 de abril de 1964.

«Es el caso mejor documentado de la historia, y, a pesar de una investigación exhaustiva, todavía no hemos podido identificar el vehículo o el estímulo que atemorizó a Zamora hasta el pánico», escribió dos años más tarde el mayor Héctor Quintanilla, director entonces del Proyecto Libro Azul, el programa de investigación de observaciones de no identificados de la Fuerza Aérea estadounidense. Cuarenta y cinco años después, el suceso de Socorro vuelve a estar de actualidad por unas pesquisas que apuntan a que el origen del avistamiento fue una broma estudiantil en la que cayó el testigo, quien murió el 2 de noviembre a los 76 años de un ataque al corazón.

A las 17.50 horas del viernes 24 de abril de 1964, Lonnie Zamora perseguía en su coche patrulla a un Chevrolet negro que circulaba «a excesiva velocidad» por las afueras de Socorro cuando escuchó una explosión. «Oí un estruendo y vi una llama en el cielo, al suroeste, a cierta distancia; posiblemente un kilómetro o un kilómetro y medio», declaró. Creyó que podía tratarse de una explosión en un depósito de dinamita que había en la zona, así que abandonó la persecución y se dirigió hacia el lugar del suceso. Poco después, a entre 150 y 200 metros de distancia del sitio, percibió lo que en principio le pareció un automóvil volcado. Junto a él, distinguió durante un par de segundos a «dos personas en trajes blancos de mecánico» a las que pronto perdió de vista.

«No recuerdo haber notado ninguna forma en especial, ni tampoco sombreros o cascos. Esas personas mostraban una forma normal, pero es posible que fueran adultos pequeños o niños grandes». Luego, ya parado a sólo unos 30 metros del ovni, concluyó que era un «objeto de forma ovalada», «liso, sin ventanas ni puertas», «como de aluminio, blanco». Se bajó del coche. De repente, oyó un estruendo, vio una llama bajo el objeto, que empezó a despegar, echó a correr y se cayó junto a su auto, perdiendo las gafas. Siguió corriendo, mirando atrás de vez en cuando y escuchando silbidos y crepitaciones. Como el objeto se alejaba volando, volvió al coche, llamó al operador de radio de la Policía y, cuando éste le preguntó por el ovni, respondió: «Se parece a un globo». Poco después, el extraño ingenio se perdía entre las montañas.

El agente de policía Lonnie Zamora. Foto: Proyecto Libro Azul.
El agente de policía Lonnie Zamora. Foto: Proyecto Libro Azul.

El caso fue investigado por la Fuerza Aérea, dentro del Proyecto Libro Azul, por ufólogos del Comité Nacional para la Investigación de los Fenómenos Aéreos (NICAP) y por escépticos que no encontraron ninguna explicación convincente a lo visto por el agente ni nada que hiciera dudar de la palabra de éste. El ufólogo Ray Stanford, que dedicó al suceso su libro El escándalo del ovni (1976) y piensa que el objeto era una nave «de tecnología muy avanzada», decía en el mensaje de correo en el que hace una semana informaba de la muerte del patrullero que era «el mejor testigo (de los cientos)» que ha entrevistado. «De todos los encuentros cercanos del tercer tipo, éste es el que con más claridad sugiere la presencia de un aparato volador real y concreto, acompañado por ruidos y propulsión», escribió el astrónomo Joseph Allen Hynek, ex asesor de la Fuerza Aérea de EE UU en casos de ovnis, en su libro El informe Hynek (1977).

El científico añadía que, al final, igual el incidente tenía «una explicación simple y natural», pero que él no lo creía. «Socorro es uno de los casos más sólidos de aterrizaje que tenemos», sentenciaba en 1983 Antonio Ribera en Las máquinas del cosmos. Para el padre de la ufología española, las pruebas demostraban «fuera de toda duda que en Socorro aterrizó una nave espacial desconocida -posiblemente en dificultades; eso explicaría el ruido, insólito en las observaciones de ovnis- y tripulada por dos pequeños seres humanoides». Veinte años después, para el también ufólogo Javier García Blanco, el suceso protagonizado por Lonnie Zamora era el caso de aterrizaje y humanoides más sólido que existe.

El montaje

Sin embargo, el ufólogo estadounidense Anthony Bragalia lanzaba hace un par de meses en el blog The UFO Iconoclast(s) la idea de que el incidente de Socorro había sido en realidad una broma montada por estudiantes del Instituto de Tecnología y Minería de Nuevo México (NM Tech). Se había enterado de ello gracias a una carta de Linus Pauling, guardada en la Universidad del Estado de Oregon, en la que el doble Nobel -de Química en 1954 y de La Paz en 1962- preguntaba en 1968 a su amigo Stirling Colgate, presidente del NM Tech, sí sabía algo del suceso protagonizado por Zamora y qué pensaban de lo ocurrido en el centro académico. De su puño y letra, Colgate respondía: «Tengo una buena indicación del estudiante que montó el fraude. El estudiante se ha ido [del NM Tech]». Más de cuatro décadas después, el científico, ahora en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, ha confirmado a Bragalia por correo electrónico la versión del engaño, aunque de momento no le ha puesto en contacto con el autor, que nunca ha querido ningún tipo de publicidad.

Dibujo del ovni de Socorro hecho por Lonnie Zamora. Foto: Proyecto Libro Azul.
Dibujo del ovni de Socorro hecho por Lonnie Zamora. Foto: Proyecto Libro Azul.

A falta de la confesión del bromista, el ufólogo ha recopilado en los últimos meses testimonios de antiguos profesores del NM Tech que respaldan la versión de Colgate: uno de ellos ha indicado que Zamora no era santo de devoción de los estudiantes y otro, que éstos tenían acceso tanto a explosivos como a globos, material inflamable y vestuario de laboratorio similar al de los presuntos extraterrestres. Dos antiguos alumnos del centro han destacado, por su parte, que los montajes del estilo del avistamiento de Socorro llegaron a ser una tradición entre los estudiantes y que en varias ocasiones consistieron en la fabricación de platillos volantes y tomar el pelo a los militares. Además, Bragalia exponía hace diez días, uno antes de la muerte de Zamora, las pruebas fisicas que apoyan la idea de que el patrullero fue víctima de una broma: las huellas de adolescentes encontradas alrededor del lugar del aterrizaje y los pedazos de cartón quemado hallados en el lugar, que podrían tener su origen en artefactos pirotécnicos, así como los ruidos oídos por Zamora y la maleza quemada descubierta por el personal de la Fuerza Aérea.

Esta investigación deja en ruinas uno de los casos preferidos por los ufólogos para respaldar la realidad física del fenómeno ovni. Encima, Bragalia no se considera un escéptico. «Estoy convencido de que seres extraeterrestres han visitado la Tierra. Pero también soy un pensador crítico. Reconozco el papel que las bromas y los engaños han desempeñado en la historia de los ovnis. No me hace feliz informar de los resultados de mi investigación [sobre el caso de Socorro], pero es una historia que debe ser contada. Es una obligación por la historia y por la verdad. La propensión a la broma es algo que siempre debemos tener en cuenta en todos los informes de ovnis», apuntaba en el primero de sus textos sobre el incidente de 1964.

Las enseñanzas

El montaje de Socorro demuestra una vez más:

1. Que el residuo de casos de ovnis sin explicar, en cuya existencia basan los ufólogos fundamentan los ufólogos la existencia de un misterio, se debe muchas veces a investigaciones originalmente incompletas, mal hechas. Los sucesos de ovnis no explicados son una prueba tan sólida de la existencia de visitantes extraterrestres como los crímenes inexplicados de la de vampiros, hombres lobo y otros seres sobrenaturales.

2. Que los sucesos sobre los que se ha cimentado la creencia en los ovnis pudieron ser inexplicados en su tiempo por investigaciones mal hechas, tergiversaciones sensacionalistas o secretos de Estado; pero la mayoría han sido explicados convencionalmente, desde el accidente del capitan Thomas Mantell cuando en su caza perseguía un globo hasta el incidente de Roswell, pasando por la abducción del matrimonio Hill, el caso de Manises y el ovni de Canarias. Recuerden que el origen del término platillo volante es la confusión de un periodistica al tomar el modo en que volaban los objetos vistos por Kenneth Arnold y la forma de dichos objetos.

3. Que ningún testigo es infalible. Una máxima de la ufología en sus inicios, y que todavía sostiene la rama sensacionalista, es que el testimonio de un uniformado -agente policial o militar- vale más que el de un ciudadano de a pie. Casos como el de Socorro, el del capitán Mantell y el de Manises, por citar sólo tres, demuestran que agentes del orden, pilotos de cazas y de aviones comerciales se confunden y pueden ser engañados por sus predisposiciones o por terceros.

De nada de esto se enterarán, por supuesto, los creyentes en los ovnis ya que los vendedores de misterios se encargarán, como siempre, de ocultarles la verdad. Ése es el auténtico encubrimiento en materia ufológica, el practicado por quienes viven de explotar la ingenuidad ajena.

Nota publicada en Magonia el 11 de noviembre de 2009.


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