Espero que Antonio Luis Moyano no me califique nunca de «entrañable amigo» porque, en su libro Iker, el mago del misterio, casi siempre que dice eso de alguien es porque después le va a dar estopa. ¡Y de qué modo! Cuando me enteré de que la obra estaba a punto de salir a la venta, escribí a partir de la información facilitada por la editorial una nota titulada: «El primer libro contra Iker Jiménez: ¿un ajuste de cuentas?». Después de haber leído la obra, que llegará a las librerías el 10 de noviembre, me ha quedado claro que los signos de interrogación de esa entrada sobraban y que, además, tenía que haber añadido al victimario de Moyano a Carmen Porter, a quien casi siempre cita como en el titular de este recensión: entre paréntesis y subordinada a su marido, en lo que interpreto como una muestra de desprecio. «En ninguna de las páginas de este libro se ha pretendido reprochar a Iker Jiménez (y Carmen Porter) de mentir o de cometer fraude ni se ha cuestionado en ningún momento su profesionalidad» (p. 19), dice Moyano en el prólogo de la obra. Lo que uno se encuentra después es todo lo contrario.
«Anticipándose a lo que sería su exitosa trayectoria profesional, y como si fuera un presagio de lo que después serían Milenio 3 y Cuarto milenio, uno no puede dejar de imaginarse a un adolescente Iker copiando en los exámenes y plagiando las respuestas del compañero de al lado» (p. 59), dice Moyano cuando se remonta a los inicios del protagonista como vendedor de misterios. Cuando explica por qué no podemos fiarnos de su programa de televisión, puntualiza: «Siempre habrá quien piense que el hecho de que se hayan desvelado algunas incorrecciones (y en este libro sólo se menciona un minúsculo porcentaje), no significa que TODO [en mayúsculas en el original] lo que cuenta Iker Jiménez tenga que ser necesariamente fraudulento. Por supuesto que no; del mismo modo que tampoco puede negarse la existencia de los Reyes Magos por más que en la Cabalgata de Navidad el rey Baltasar nos recuerde sospechosamente a un concejal del Ayuntamiento pintado de negro» (página 169).
Más adelante, en un capítulo dedicado al triángulo de las Bermudas, firma la siguiente sentencia: «Lástima que, por mucho que les pese a sus incondicionales seguidores, resulte más fácil localizar a un pingüino haciendo footing en el desierto del Gobi que encontrar un dato exacto (uno sólo) en todo lo que nos cuenta la esposa de Iker Jiménez…» (p. 259). Advierte en un caso de un edificio maldito: «Un visionado desapasionado del reportaje sobre el Hospital de la Atalaya es suficiente para que cualquiera se percate del escaso rigor con el que el equipo de Iker Jiménez aborda las cuestiones relacionadas con lo paranormal» (p. 272-273). Indica sobre la rectificación de Jiménez después de dar por real la ficción del cosmonauta fantasma: «En lugar de disculparse y reconocer honestamente que se ha cometido un error y que no volverá a repetirse en posteriores ediciones del programa, Iker Jiménez recurre a una hábil estrategia de manipulación» (p. 335). Menos mal que Moyano asegura en el prólogo que no guarda ningún rencor al matrimonio milenario, que «nunca haría nada que les pudiera perjudicar personal o profesionalmente» y que Iker Jiménez cuenta con su «aprecio desinteresado» (p. 19). Con amigos así…
¡Es la guerra!
La obra tiene dos partes: una primera dedicada a presentar a los protagonistas y otra segunda, titulada «Veinte mil gazapos de viaje televisivo», centrada en la exposición de dieciséis meteduras de pata de la pareja. En la primera mitad de Iker, el mago del misterio, el autor da su versión del ascenso del protagonista al Olimpo paranormal español, en el que no faltan, según él, unas cuantas traiciones a amigos. Estamos ante una especie de biografía no autorizada con ataques basados, a veces, en opiniones de personajes ya muertos -que a no ser que se recurra a la ouija no podrán replicar al autor- y fuentes anónimas. Así, Moyano sostiene que a Fernando Jiménez del Oso, fallecido hace cuatro años y padrino profesional del capitán de la nave del misterio, le disgustaba «el excesivo afán de notoriedad» del matrimonio y que renegaba de las obras de su discípulo. «Al recibir sobre su mesa las últimas novedades editoriales, Jiménez del Oso comentará cuán útiles pueden ser los libros del Iker Jiménez en determinadas circunstancias: «Esto sólo sirve para limpiarse el culo»» (p. 61-62).
Tanto el autor como Julio Barroso, su prologuista, mantienen, por otro lado, que el desembarco en 1998 de Jiménez en la Cadena SER se debió a que robó una colaboración al segundo al coger un recado telefónico y nunca transmitírselo: «Aquella tarde Julio Barroso no estaba, y tal vez Iker Jiménez no encontraba su teléfono en la agenda que hay en la mesa de la redacción [de la revista Enigmas] para facilitárselo a [Alberto] Granados [realizador de Ser aventureros] ni tenía otro modo de contactar con él. Así que, muy probablemente, y muy oportunamente, a Iker no le quedara más remedio que pensar en él mismo para ofrecerse a colaborar en dicho programa…» (p. 73). Carmen Porter es retratada en todo momento como una incapaz que ha llegado a donde ha llegado por ser mujer de…. Así, Moyano dice respecto a ella que «se presenta como escéptica, y en esa línea de ofrecer explicaciones científicas tal vez sería capaz de argumentarnos que los cirujanos de una mesa de operaciones llevan máscara para que no puedan ser reconocidos por el paciente si cometen una negligencia» (p. 87). De rebote, reciben lo suyo los miembros del programa de Cuatro. Recuerda el autor logros como la resurrección de Federico García Lorca, obra de Juan Jesús Haro Vallejo, y dice que éste y otros eran «los colaboradores que Iker Jiménez necesitaba para decir (siempre sin ruborizarse, claro está) que Elvis Presley seguía vivo y que el que había muerto era su hermano gemelo» (p. 85).
La segunda parte del libro se centra en lo que el autor califica de gazapos de Iker JIménez y Carmen Porter, que abarcan los casos del pueblo maldito de Ochate, las niñas fantasma de Navalperal de Pinares, las caras de Bélmez y el cosmonauta fantasma, entre otros. Por si alguien tuviera alguna duda, es aquí donde queda claro que éste no es un libro dedicado a descubrir lo que hay de verdad tras ningún enigma, sino que su objetivo es únicamente minar la credibilidad de los jefes de pista del circo esotérico ibérico. Porque Iker, el mago del misterio no aboga por el pensamiento crítico, aunque Moyano, colaborador habitual de revistas esotéricas, cite ocasionalmente a autores de referencia en el escepticismo científico. No en vano, él es un crédulo de tomo y lomo. «No soy nada incrédulo; creo en los ovnis, en el monstruo del lago Ness y en que hay fenómenos paranormales que escapan a explicaciones científicas» (p. 17). Puestos a creer, profesa tanta devoción por Fernando Jiménez del Oso que justifica la emisión por su parte del falso documental Alternativa 3 en 1983 en TVE, argumentando que el psiquiatra no tenía forma de saber entonces que era ficción, cuando lo cierto es que la producción se había estrenado en Reino Unido el 20 de junio de 1977 -¡seis años antes!- y al día siguiente ya sabía todo el mundo en las islas que nada de lo que se sostenía en ella estaba pasando o había pasado.
El rápido, e inesperado para algunos, ascenso de Jiménez en el mercado esotérico le ha generado gran cantidad de enemigos entre los mal llamados periodistas del misterio. Por eso, la obra de Moyano será recibida con champán por quienes compiten por el mismo mercado que la estrella paranormal de Prisa. ¿Merece la pena Iker, el mago del misterio? Depende. Si a uno le van el morbo y los chismorreos, y está dispuesto a dar crédito a cualquiera cuando se mete con alguien que no le cae bien, puede que la primera parte del libro le satisfaga. Sin embargo, si uno busca más que ataques ad hóminem, le decepcionara. La segunda parte tampoco aporta casi nada a quien esté al tanto de las andanzas de los protagonistas a través de éste y otros blogs. Personalmente, me he quedado sin saber lo que más me interesaba: ¿cuál fue el detonante que hizo estallar la amistad entre Iker Jiménez y Antonio Luis Moyano? Y ahora me pregunto: ¿habrá algún libro similar desde el otro lado de la trinchera después de lo que parece un estallido de hostilidades en toda regla en Paranormalandia?
Antonio Luis Moyano [2009]: Iker, el mago del misterio. Los expedientes X de ‘Cuarto milenio’… al descubierto. Prologado por Julio Barroso. Ediciones Nowtilus (Col. «Investigación Abierta»). Madrid. 382 páginas.
Recesión publicada en Magonia el 29 de octubre de 2009.