Toda historia tiene un comienzo. Y la del pueblo maldito de Ochate, situado en el condado burgalés de Treviño, nació en abril de 1982 en la revista esotérica Mundo Desconocido. La contó Prudencio Muguruza, un empleado de banca vitoriano según el cual la aldea quedó desierta tras sufrir una epidemia de viruela en 1860, otra de tifus en 1864 y una última de cólera en 1870. Sólo sobrevivieron tres vecinos que huyeron a tiempo. «El resto de sus habitantes sucumbió», sentenciaba Muguruza en su artículo, titulado Luces en la puerta secreta en referencia a los ovnis y al significado que, en su opinión, tiene el nombre vasco del pueblo: puerta del ruido, puerta secreta o puerta del frío.
Lo más llamativo de la historia era que en Ochate había pasado algo parecido a lo que sucede en la película El pueblo de los malditos (1960). Si en el filme protagonizado por George Sanders cae inconsciente -no se sabe por qué- todo aquél que cruza una línea imaginaria alrededor del pueblo del título, en el caso burgalés las epidemias no habían traspasado los límites de Ochate. «En ningún pueblo ocurrió nada parecido a pesar de encontrarse relativamente cerca. Desde entonces, quedó deshabitado y se empezó a tejer su leyenda de aldea maldita».
Maldición bíblica
El artículo de Muguruza incluía «luces, ruidos y apariciones» en Ochate, y convirtió la localidad en centro de peregrinación de los aficionados a lo paranormal, para desgracia de los vecinos de la comarca. Porque daños en las cosechas, robos y todo tipo de destrozos fueron el legado de los visitantes que acudieron al pueblo durante los años 80. Con el tiempo el aura de misterio se fue desvaneciendo, y la maldición parecía ya cosa del pasado cuando un joven periodista la revitalizó. Se llamaba Iker Jiménez y, «tras investigar a fondo en las entrañas de la misteriosa alquería», en 1999 dio por real la leyenda en su libro Enigmas sin resolver y hace tres años en su programa de Cuatro. Para él, lo que sucedió en la aldea «fue como una maldición bíblica».
Antes de sacar a la luz la historia del pueblo maldito, Muguruza había alcanzado una cierta fama dentro del mundillo paranormal al fotografiar un ovni en el condado de Treviño en el verano de 1981. La imagen protagonizó la portada de Mundo Desconocido tres meses antes de su artículo sobre la aldea maldita, y el empleado de banca vendió el negativo por medio millón de pesetas a un empresario que quería hacer pósteres. Muguruza abandonó su trabajo y, durante los años 80, se dedicó a organizar saraos esotéricos en Vitoria, donde abrió una librería ocultista. A principios de los 90, desvió su carrera hacia la parapsicología y ahora echa las cartas en canales de televisión locales.
Enrique Echazarra, que le acompañaba de niño en sus excursiones tras el misterio, tiene claro el origen de la maldición de Ochate: «¡Todo es un invento de Muguruza! La leyenda no tiene ni pies ni cabeza. Las supuestas epidemias no constan en ningún archivo ni en Burgos ni en Vitoria. La única enfermedad que se cebó con los habitantes de Ochate fue la gripe española, según nos han contado antiguos vecinos», asegura este perito de seguros. En contra de lo que siempre ha dicho Muguruza, el pueblo no quedó desierto en 1870: vivió gente en él hasta 1934, tal como han documentado Antonio Arroyo y Julio Corral en su libro Ochate. Realidad yleyenda del pueblo maldito (2007). Los historiadores llegaron a esas conclusiones hace más de veinte años. Entonces, nadie las aceptó entre los mismos interesados en lo oculto que ahora las dan por buenas porque Echazarra, Arroyo y Corral son aficionados a lo paranormal.
Voces del Más Allá
Muguruza sostiene todavía, a pesar de todo, que la historia de Ochate que él cuenta se basa en documentos que consultó en el Obispado de Vitoria, legajos que, por desgracia, nadie más ha visto y que, además, contradicen otros existentes. «En las décadas de 1860 y 1870, en Ochate hay vida. Lo demuestran los registros de matrimonios, bautizos, defunciones… Si hubiera habido epidemias como las que dice Muguruza, existirían documentos; no habrían pasado desapercibidas», indica Echazarra. Las pruebas contradicen lo defendido por Muguruza desde 1982 y por Iker Jiménez desde 1999, y no es su único patinazo compartido.
El vidente y el periodista también dijeron en 2005 en televisión que la NASA había analizado la foto del ovni tomada por el primero en Treviño. Quien examinó la imagen fue, en realidad, el coronel Colman S. von Kevinczky, un militar húngaro que emigró a Estados Unidos en 1952. Estaba obsesionado con la idea de que las grandes potencias debían unirse para hacer frente a la amenaza de una inminente invasión alienígena. Von Kevinczky fundó en 1966 la Red Internacional de Análisis y Búsqueda de Naves Galácticas Ovni (ICUFON) y era tan excéntrico que nunca gozó de un mínimo crédito ni siquiera en la comunidad ufológica. Su vinculación con la NASA era equiparable a la de Muguruza, cuyo ovni era, en el mundo real, una nube.
Es posible que haya quien hoy todavía crea ver y oír cosas raras entre las ruinas del pueblo del condado de Treviño, ¿pero quién no lo haría con la leyenda negra que le rodea? «Hay gente que oye en el torreón una respiración. Se trata de una lechuza. Yo sé que es una lechuza», dice Julio Corral, quien está abierto a la posibilidad de lo paranormal. El misterioso rostro que se intuye en una pared de la aldea abandonada tiene, no obstante, tanto de enigmático como las caras que algunos ven en las nubes o en los emparedados. Y otros fenómenos -como el borrado de cintas y la grabación de voces de ultratumba- son meras invenciones de quienes hacen caja con la credulidad ajena.
El libro
Ochate. Realidad y leyenda del pueblo maldito (2007): Antonio Arroyo y Julio Corral desmontan piedra a piedra la maldición que convirtió a Ochate en un símbolo de la España mágica.
Reportaje publicado en el diario El Correo y en Magonia el 26 de julio de 2008.