Edgar Mitchell es como Tristanbraker, quien se enfrenta a los fantasmas con un arma de juguete como las de las de Bill Murray y compañía. Pero Mitchell, a diferencia del freak ibérico, sale en la prensa seria, como demuestra el teletipo de Europa Press que han publicado hoy varios medios. Y es que es astronauta retirado, lo que le rodea de un halo de credibilidad diga lo que diga. Como caminó por la Luna durante la misión Apollo 14, los medios se hacen eco indiscriminadamente de sus afirmaciones sobre los extraterrestres y la parapsicología.Le gusta repetir, en cuanto tiene un micrófono delante, que el Gobierno de Estados Unidos oculta al mundo naves de otros mundos. Lo ha dicho varias veces en los últimos años, la última anteayer en Washington: en Roswell se estrelló en 1947 un ingenio extraterrestre tripulado.
Lo que cayó cerca del pueblo de Nuevo México hace 62 años fue el globo número 4 del proyecto ultrasecreto Mogul, cuyo objetivo era detectar las ondas sonoras provocadas por pruebas nucleares soviéticas. Hace años que se desclasificó la información sobre el caso, a pesar de lo cual los conspiranoicos siguen diciendo que el caso Roswell tuvo su origen en un accidente de una nave de otro mundo. Mitchell es un clásico creyente en los platillos volantes. Nada más, por mucho que hace años fuera astronauta, y no esperen ustedes que presente prueba alguna de lo que dice, ni ahora ni nunca. Refugiarse en la conspiración le permite eludir la carga de la prueba de cara al periodismo de pandereta que le da cancha.
Nota publicada en Magonia el 22 de abril de 2009.