Unos amigos nos topamos el sábado en la Gran Vía bilbaína con un cienciólogo disfrazado de Albert Einstein. Repartía el papelillo que ven aquí, según el cual el físico habría dicho que «sólo utilizamos el 10% de nuestra potencia mental». La solución a tanta cortedad se leía justo debajo de esa afirmación: «En el libro Dianética, L. Ronald Hubbard le enseña a utilizar el 90% restante (del cerebro)». El pobre hombre con careta -bastante cutre, por cierto- de Einstein me pareció la viva demostración de la falsa afirmación atribuida al científico. «Estoy de acuerdo, algunos sólo usan el 10% del cerebro», le comenté irónicamente. No lo pilló, claro. Si no, no sería cienciólogo. Y me ofreció que leyera la obra de su gurú, lo que amablemente rechacé.
No tengo nada contra los cienciólogos por el hecho de que crean un montón de cosas disparatadas. A fin de cuentas, es lo mismo que hacen los creyentes de cualquier otra religión. Lo que me molesta no son los cuentos chinos de mesías alienigenas y demás, sino que tergiversen la realidad. El mito del 10% del cerebro es sólo eso, un mito. ¿Conoce a alguien que tenga un cerebro de 130 gramos, del tamaño del de una oveja? ¿Sabe de alguien a quien hayan extirpado el 90% de ese órgano y lleve una vida normal? ¿Ha oído a algún médico decir a un paciente cosas esperanzadoras como: «Ha tenido suerte, el tumor es inoperable y mortal, pero está en la parte del cerebro que no usamos»? No, no y no. Porque usamos todo el cerebro, pero no todo a la vez, como tampoco usamos todos los músculos al mismo tiempo.
Hubbard era un tipo de tan limitadas aptitudes que tuvo que comprar su doctorado universitario, pero fue lo suficientemente astuto como para sacarse una religión de la manga para dejar de trabajar y aprovecharse de los todavía menos capacitados intelectualmente que él. Como recordaba Carl Sagan en su libro Cerebro de Broca (1979), parece ser que Hubbard inventó su credo «en una sola noche tras una apuesta según la cual tenía que hacer lo mismo que Freud, inventarse una religión y ganarse la vida con ella». La cienciología y los cienciólogos confirman así que Einstein estaba en lo cierto cuando sentenció: «Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro». Esta frase, que sí dijo el físico, debería sustituir a la del 10% mental en la publicidad de cienciología: iría como anillo al dedo a sus logros.
Nota publicada en Magonia el 5 de octubre de 2009.