
No es fácil resumir las argumentaciones de De Vicente y, menos aún, encontrarles alguna lógica. Farragoso y repleto de rumores presentados como certezas, el texto es una sucesión de ocurrencias sin orden ni concierto. Así, arranca recordando los peores augurios -los que han cifrado el posible número posible de víctimas en 5 millones de personas- y cómo Estados Unidos ha anunciado que mandaría militares a la región. «Hay quienes piensan que eso podría ser como poner a los lobos cuidando a corderos», apostilla el autor. ¿Quiénes piensan eso? No lo sabemos. El autor repite esta fórmula hasta la saciedad a lo largo del texto sin identificar nunca a sus fuentes porque o no existen o su credibilidad es tan baja que hasta a él le da reparo citarlas. En la mejor tradición conspiranoica, inmediatamente después cuenta que «paralelamente a esta plaga» se da una «sorpresiva irrupción de un islamismo alarmante, la incursión israelí en Gaza y el grave conflicto en Ucrania». También podía haber hablado del desplome de la selección española de fútbol, los casos de corrupción que han cercado a Mariano Rajoy, la omnipresencia de Podemos en los medios de comunicación y el miedo de Isabel Pantoja a ir a la cárcel, pero, de hacerlo, igual se le desinflaba el soufflé.
En opinión de De Vicente, no obstante, uno de los sucesos más inquietantes fue el derribo del Vuelo 17 de Malaysia Airlines, de Ámsterdam a Kuala Lumpur, el 17 de julio cuando sobrevolaba Ucrania. Recuerda que viajaban en el aparato expertos que iban al 20º Congreso internacional sobre sida, que se celebraba en Melbourne (Australia), y destaca que, entre ellos, estaba «el periodista Glenn Thomas, coordinador para los medios de la OMS en Ginebra y gran entendido en ébola y VIH-sida». Para el director de Año Cero, estamos ante «unas muertes muy oportunas, porque algunos eran virólogos de primera linea y podrían llegar a saber mucho sobre el origen, naturaleza y posibles remedios de la epidemia». Además, Thomas «habría explicado que poseía evidencia que no estaba dispuesto a ocultar» de que la epidemia era un montaje realizado a partir de falsos positivos para «el uso [en la región] de una vacuna experimental que, según los conspiracionistas, no haría sino propagar la epidemia».¿Pruebas más allá de la rumorología? Ninguna. Pero eso no importa all periodista del misterio, que va más allá y añade que tampoco fueron accidentales la muerte por ébola de cinco investigadores del hospital de Kenema autores de un estudio del genoma del virus y de un sexto firmante de ese trabajo a causa de «un oportuno ataque cerebral». «¿Sería de locos sospechar que sabían demasiado y podrían haber apoyado las denuncias de Thomas sobre lo incomprensible de que una epidemia resulte incontrolable precisamente en el lugar donde desde hace siete años se desarrollan remedios eficaces contra la misma?», se pregunta De Vicente.
El resto del reportaje es igual. Repleto de rumores, acusaciones anónimas, podrías, habrías y hechos muy oportunos. Una obra de la conpiranoia más delirante, como deja claro el autor cuando dice que «hace tres décadas algunos denunciaron que el polémico virus del sida podría haber sido fabricado en Fort Detrick»; que «desde hace tiempo se viene acusando a ésta [la Fundación Bill y Melinda Gates] de apoyar políticas para reducir la natalidad con el urgente fin de salvar un planeta que se encamina a un biocidio apocalíptico»; que George Soros ha hecho en la región «unas inversions cuya rentabilidad supuestamente se multiplicaría tras un despoblamiento de la zona»; y que «la epidemia de ébola llega en un momento muy oportuno, cuando el mundo se enfrenta a la mayor amenaza de guera global del último medio siglo». Todo esto lo dice el mismo individuo que sostiene que el accidente de tren de Santiago de Compostela del 24 de julio del año pasado, en el que murieron 79 personas, tuvo como última causa “el incremento de la radiación cósmica que llega a la Tierra” y que “la Tierra podrá participar en uno o dos siglos en la confederación cósmica”. ¿Sería de locos pensar que Enrique de Vicente no tiene, como siempre, ni idea de lo que habla?