Noé

Russell Crowe interpreta a Noé en la película homónima de Darren Aronofsky.
Russell Crowe interpreta a Noé en la película homónima de Darren Aronofsky.

La última vez que visité el Museo Británico, me quedé petrificado ante un trozo de barro de 15 centímetros de largo y 13 de ancho. Se conoce como la Tablilla del Diluvio, procede de Mesopotamia y fue cocida hace unos 2.700 años. Cuenta cómo el dios babilonio Ea alerta a Utnapishtim de Shuruppak de que el mundo va a sufrir una gran inundación y le dice que, para salvarse, ha de construir una embarcación en la que preservar la vida. Conocía la historia de mis tiempos de estudiante, pero, cuando vi esa pequeña muestra de escritura cuneiforme en una vitrina, me deslumbró como muchos años antes lo había hecho la piedra Rosetta. Esa tablilla babilónica es una de las pruebas de que, en el siglo VII antes de Cristo (aC), los autores del Antiguo Testamento echaron mano de tradiciones propias y ajenas para inventar el pasado de Israel.

Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 7 de abril de 2014.

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