El Pentágono, los ovnis y el residuo inexplicado

Ovni de la oleada belga de 1990, reproducido en los medios como auténtico hasta que en 2011 el autor de la foto confesó que es un triángulo de poliestireno con cuatro bombillas. Foto: J.S. Henrardi.
Ovni de la oleada belga de 1990, reproducido en los medios como auténtico hasta que en 2011 el autor de la foto confesó que es un triángulo de poliestireno con cuatro bombillas. Foto: J.S. Henrardi.

«La dificultad básica inherente a cualquier investigación de fenómenos como los de la investigación psíquica y los ovnis es que a la ciencia le resulta imposible demostrar una negativa universal. Habrá casos que permanezcan inexplicados por falta de datos, ausencia de repetibilidad, informes falsos, ilusiones, observadores engañados, rumores, mentiras y fraudes. Un residuo de casos inexplicados no justifica la continuación de una investigación después de que pruebas abrumadoras han descartado hipótesis sobrenaturales, como seres del espacio exterior o comunicaciones con los muertos. Los casos inexplicables son simplemente inexplicables. Nunca pueden constituir la prueba de ninguna hipótesis», advirtió el neurocientífico Hudson Hoagland en la revista Science en febrero de 1969, con motivo de la publicación del Informe Condon, un estudio que, en su opinión, señalaba «acertadamente que seguir investigando los ovnis sería un despilfarro».

Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 17 de mayo de 2024.

Sigue en «El Pentágono, los ovnis y el residuo inexplicado».