‘Pensar’ aborda el verdadero peligro de las leyendas urbanas sobre el robo de órganos

Portada del número 7 de la revista 'Pensar'.
Portada del número 7 de la revista ‘Pensar’.

Pocos días después de que Periodista Digital publicara un artículo tragándose la historia de que puede haber algún desalmado dedicándose a meter gatitos en frascos para que queden «con la forma del recipiente», el último número de Pensar (Vol. 2, Nº 3) llega a sus suscriptores con una portada dedicada a las leyendas urbanas sobre el robo de órganos. La historia de los gatos bonsái data de principios de 2001 y fue pronto desenmascarada como una broma. Sin embargo, cuatro años después, hay periodistas que ignoran la existencia de sitios especializados en leyendas urbanas como Snopes y desaprovechan el potencial de Internet como generador de información fidedigna, quedándose sólo con la mala -aunque espectacular- información que también ofrece. Así que la falsa historia de los gatos bonsái o cualquier otra del mismo pelo siguen presentándose cíclicamente como auténticas debido a la necesidad del periodismo de noticias con las que llamar la atención al público.

Benjamin Radford, director de publicaciones del Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal (CSICOP), analiza la veracidad de las historias sobre el robo de órganos en «Peligrosamente falso» y, además, reflexiona acerca de las negativas consecuencias que tienen este tipo de rumores, que en algunos casos llegan a costar vidas. Alejandro J. Borgo dedica el editorial a la tramposa seducción de las leyendas urbanas y las profecías; José Luis Calvo cuenta la verdadera historia de las profecías de San Malaquías, tan de actualidad después de la muerte de Juan Pablo II y la elección de Joseph Ratzinger como nuevo papa; y Kentaro Mori examina otras falsas creencias vinculadas a las leyes de Murphy, partiendo de una sencilla, engañosa y provocadora pregunta: «¿Por qué nunca da ocupado cuando llamamos a un número equivocado?

La reflexión de Alejandro C. Agostinelli acerca de «El horizonte de un racionalismo productivo» sería un magnífico punto de partida para el análisis que algún día tendremos que hacer los escépticos sobre si estamos haciendo las cosas bien, sobre cuál es la mejor estrategia para plantar cara a la charlatanería. «Hasta ahora -escribe el periodista argentino- ningún movimiento humanista, secular, racionalista, ateo, agnóstico, brillante o apagado, logró articular (no ya impulsar) un programa con suficiente fuerza de convicción, consenso y motivación que inspire a millones de almas dispuestas a firmar un llamamiento a emancipar a los hombres -laicos o ateos, agnósticos o religioso- de los caprichos dogmáticos del fundamentalismo». Espero que la Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico, que se celebrará en Buenos Aires el 17 y 18 de septiembre, nos sirva a todos para aprender a llegar a más gente y no limitarnos a un pequeño grupo de personas bastante más reducido que el de los seguidores activos de la más minoritaria serie televisiva. A no ser, claro, que queramos seguir felices en nuestra torre de marfil, jaleados por los pocos que abiertamente comparten nuestras ideas.

La revista se completa con las Pastillas, las noticias locales y las reseñas de libros, que incluyen un texto de Luis R. González sobre los sellos con grises, la confusión en El País de astrología y astronomía, la muerte de Fernando Jiménez del Oso, la existencia de un generador aleatorio de artículos científicos, la celebración de unas jornadas nuevaerísticas en Buenos Aires y del día del extraterrestre en Puerto Rico, etcétera. Además, el filósofo de la ciencia Mario Bunge escribe una carta en la que vuelve a sacar a la luz lo poco favorecedora que es la etiqueta de escéptico y cómo, sin embargo, parece «que no hay mote que nos designe correctamente a los…».

Pensar es una publicación trimestral del CSICOP, tiene 28 páginas y cuesta 12 dólares por un año y 20 por dos. Pueden suscribirse a través de Internet o del correo convencional, usando en el primero de los casos la tarjeta de crédito y en el segundo, además, el giro postal. Los residentes en España pueden hacerlo mediante un ingreso bancario en euros previa consulta con Luis Alfonso Gámez. Los números atrasados pueden conseguirse por los mismos medios.

Nota publicada en Magonia el 24 de julio de 2005.


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