Red del Uno: elevando la vibración del planeta

Cartel del acto que se celebrará en Gexto con motivo del solsticio de invierno.
Cartel del acto que se celebrará en Gexto con motivo del solsticio de invierno.

Red del Uno. El nombre es propio de una organización de la cual sólo nos podrían salvar el Doctor o Torchwood. Por fortuna, no es así. Se trata más bien de un eco de las chifladas acampadas del 15-M, con sus chemtrails, biodanza, reiki y conspiranoias varias. Me he enterado de su existencia a través de una colega a quien le ha llegado un mensaje de correo en el que la invitan a participar en los actos del solsticio de invierno que celebrarán en Vizcaya en el polideportivo de Fadura (Getxo) el sábado.

Habrá en ese encuentro danzas de paz, ruedas energéticas, risoterapia, meditación guiada y otras actividades con tufo orientaloide o tribal. El objeto de la Red del Uno es, explica una de las promotoras, «crear una gran red a nivel planetario y ayudar a elevar la vibración del planeta, así como invitar a las personas al despertar y tomar conciencia de la luz que todos somos». Amén. Vibración es, junto con energía y frecuencia, una de las palabras más torturadas por los adeptos de la Nueva Era.

La charlatanería no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Es un principio básico del mundo de lo paranormal. Por eso, los mismos que durante años sostuvieron que los alunizajes fueron un montaje ahora admiten que el Hombre sí pisó la Luna, pero nos ocultan lo que en realidad hay allí. La Red del Uno lleva activa un año. Se puso en marcha en diciembre de 2013, doce meses después del fiasco del apocalipsis maya, la enésima demostración de que nunca hay que poner fecha cercana a una profecía. Diga que contactaremos con extraterrestres en los próximos 50 años, pero no el próximo año. Si no, algunos se reirán de usted, como yo cuando recuerdo la apertura de las puertas estelares que permitirán «que entre la luz en este mundo de oscuridad y de tinieblas que ha sido la cárcel que llamamos la Tierra». La profetizó Enrique de Vicente con motivo del fin del mundo de diciembre de 2012, y seguimos esperando. Como el hallazgo de «vida microorgánica en Europa, satélite de Júpiter», que iba a tener lugar en 2008, según Iker Jiménez. ¡Qué injusticia olvidar aportaciones de esta talla!

La Red del Uno parece una excentricidad de gente ociosa, no un movimiento sectario peligroso, aunque algunos de éstos se envuelven en un discurso parecido. Lo más divertido, como destacaba la compañera que me ha puesto al tanto de su existencia, es que andan dejando por ahí trozos de cuarzo. «Estamos plantando cuarzos por todos los puntos más importantes de energía o actividad, creando como una tela de araña que unifique todo. Bilbao está prácticamente sembrado», dicen en su mensaje. Hacen todo «bajo los principios de armonía, amor, compasión, libertad, creatividad y luz, basándonos en el respeto y la acción correcta». Qué bien. Bilbao ya no sólo tiene el Guggenheim, sino que es también es un punto importante de energía. ¿De qué energía? No me sean escépticos, ¡eso a quién le importa!

Nota publicada en Magonia el 17 de diciembre de 2014.


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