Juan Carlos Aparicio, alcalde de Burgos, posó para la prensa con Tizona el 24 de mayo de 2007. La Junta de Castilla y León acababa de pagar 1,6 millones de euros por la espada, presentada a los medios como la del Cid y depositada en el Museo de Burgos. Sin embargo, no se trata del arma con la que Rodrigo Díaz de Vivar luchó para moros y cristianos en el siglo XI. Cuatro informes de Patrimonio Nacional, el Museo Arqueológico Nacional, la Real Academia de Historia y el medievalista José Godoy coincidieron en 2004 en que fue forjada en el siglo XV ó XVI, y tiene añadidos del XIX.
La falsa Tizona burgalesa es, no obstante, una reliquia valiosa. Los mismos expertos que niegan que pudiera empuñarla el Cid calculan su valor entre 200.000 y 300.000 euros. No como los grabados sobre cerámica más espectaculares del yacimiento romano alavés de Iruña-Veleia. Fechados en los siglos III y IV, el arqueólogo Eliseo Gil los presentó en junio de 2006 como las más antiguas inscripciones en euskera y el primer Calvario de la Historia. Casi nada. Hace un año, una comisión de expertos dictaminó, sin embargo, que esas piezas son falsas y, aunque todavía no se ha determinado su autoría, fueron realizadas por alguien con acceso a las excavaciones.
El unicornio de Leibniz
Falsificaciones como las de Iruña-Veleia se han sucedido desde que la arqueología y la paleontología existen, pero no siempre han sido intencionadas. En Protogaea (1693), Leibniz describe, por ejemplo, el «esqueleto de un unicornio» encontrado en 1663 en una cantera de las montañas Harz por el físico Otto von Guericke. Sólo se recuperaron las extremidades anteriores de la bestia, cuya columna vertebral caía en la reconstrucción en un ángulo de 45%. «Debido a la ignorancia y la negligencia de los excavadores, el esqueleto se rompió y se extrajo en pedazos», lamenta el filósofo y matemático en el tratado. El unicornio era en realidad fruto del montaje de una mezcla de huesos de mamut un colmillo era el cuerno y rinoceronte.
Siglo y medio después, el empresario del espectáculo P.T. Barnum exhibía en su museo de Nueva York un ser no menos sorprendente: la sirena de Fiji. Un capitán mercante de Boston había vendido su barco y su carga años antes para adquirirla a comerciantes holandeses que, a su vez, se la habían comprado a un pescador japonés. Momificada, media un metro, tenía cabeza y torso de mujer, y cola de pez. Barnum la compró en 1842 y recaudó miles de dólares semanales con un montaje en el que participaba un falso naturalista y exponía otras criaturas extrañas, pero reales, como un pez espada y un ornitorrinco. Hecha con un torso y una cabeza de papel maché, cola de salmón, dientes de tiburón y aletas de carpa, la sirena de Fiji forma ahora parte de la colección del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard.
Otra prestigiosa universidad estadounidense, la de Yale, guarda en su colección de libros raros un mapa que valora en más de 20 millones de euros porque está fechado en 1440 e incluye una isla llamada Vinlandia al oeste de Groenlandia, y una leyenda que atribuye el descubrimiento de América al vikingo Leiff Eriksson hacia el año 1000. Los análisis realizados en los últimos años han concluido, sin embargo, que, aunque el pergamino es de 1434 ±11 años, de antes del Descubrimiento, la tinta contiene anatasa, una sustancia que no se sintetizó hasta 1917 y no empezó a usarse en tintas hasta 1923. La historiadora noruega Kirsten A. Seaver cree que el falsificador fue el jesuita y cartógrafo alemán Josef Fischer, y que su objetivo era ridiculizar el uso propagandístico que los nazis hacían de los vikingos, ya que la inscripción del mapa dice que el descubrimiento de América se hizo en nombre de Dios.
Calaveras y pirámides
El Museo Británico exhibió hasta mediados de los años 90 una calavera de cuarzo como «probablemente azteca, de entre 1300 y 1500». La pieza es uno de los cráneos de cristal repartidos por prestigiosas instituciones de Europa y América que, para los creyentes en lo paranormal, son de origen desconocido y poseen poderes extraordinarios. Sin embargo, análisis hechos en los últimos años han demostrado que son de manufactura reciente, entre finales del siglo XIX y principios del XX, incluida la famosa Calavera del Destino o de Mitchell-Hedges de la que habla Indiana Jones en su última aventura. La del Británico está etiquetada ahora como «probablemente europea, del siglo XIX». A pesar de ello, el brujo maya Kin García oficia, en las ruinas de Palenque de vez en cuando, rituales con una calavera de cristal para deleite de los turistas.
El naviero Fred Olsen, cuyos ferries conectan las Canarias, financió en 1991 unas excavaciones en el entorno de las llamadas pirámides de Güímar, en Tenerife. Ahora, el lugar acoge un parque etnográfico en el que se habla de esas estructuras aterrazadas de pocos metros de altura como prueba del paso de egipcios en viaje a América, idea que sostuvo hasta su muerte en 2002 el explorador noruego Thor Heyerdahl. Las pirámides de Güímar fueron, en realidad, levantadas en el siglo XIX como amontonamientos de piedras para liberar terreno para el cultivo de la cochinilla.
El empresario bosnio Semir Osmanagic anunció hace tres años la creación de un parque como el canario en la localidad de Visoko, al noroeste de Sarajevo, donde asegura haber descubierto también varias pirámides. Osmanagic carece de formación arqueológica, sostiene que las pirámides bosnias tienen poderes curativos y cree que los mayas descendían de los atlantes, quienes lo hacían de extraterrestres de las Pléyades. A pesar de este esotérico currículo, ha dirigido excavaciones que han alarmado a los historiadores de verdad y a la Comisión Europea, que temen que, dada la pasividad de las autoridades locales, destroce no unas pirámides que existen sólo en su imaginación, sino auténtico patrimonio arqueológico.
Antigüedades bíblicas
La lista de falsas antigüedades bíblicas resulta interminable, aunque se excluyan las atribuidas Jesús de Nazaret incluidas la sábana santa de Turín y el Grial de Valencia, los apóstoles y otros personajes del Nuevo Testamento. Una gruta con una piscina descubierta en 2004 en Israel se presentó como el lugar en el que El Bautista oficiaba sus ritos, aunque los grabados eran de época bizantina, del siglo IV ó V. Y, el año pasado, arqueólogos alemanes anunciaron el hallazgo en Axum, Etiopía, del palacio de la reina de Saba, un personaje tan legendario como Ulises.
En el kibutz de Ginosar, en Israel, se expone una embarcación de madera sacada del fango a orillas del mar de Galilea en 1986. Como data del siglo I, algunos medios de comunicación anunciaron en su día que se trata de la barca en la que, según los Evangelios, navegó Jesús con los apóstoles. ¿Es que era la única embarcación en la Galilea de la época?
——–
Sirenas y centauros
Todavía hay quienes creen en sirenas. Por lo menos, en España. Hace tres años, varios diarios castellanoleoneses publicaron el hallazgo de fósiles de estas criaturas en el Tormes, con fotos incluidas. Coincidían las crónicas en que el descubrimiento había «conmocionado a los medios científicos» y en que el Hidropithecus o mono de agua era «un vertebrado homínido que podría corresponderse, según los expertos, con un momento evolutivo muy próximo antes de la bifurcación entre el australopiteco y los homínidos». En realidad, se trataba de uno de las instalaciones en las cuales el fotógrafo Joan Fontcuberta, con quien habían hablado todos los medios, juega a presentar una ficción como real.
Una exposición sobre la excavación de un enterramiento de otro animal mitológico, el centauro de Volos, ocupa el primer piso de la Biblioteca John C. Hodges de la Universidad de Tennessee. Incluye el esqueleto de la criatura medio incrustado en arenisca, tabletas de arcilla, fragmentos de cerámica y otros artefactos de la cultura centáurida. El microbiólogo William Willers realizó en 1980 el montaje del centauro de Volos creado a partir de un torso y un cráneo humanos y huesos de un póney para instruir a sus alumnos sobre la conveniencia de no creer lo que se ve o lee sólo porque tenga la apariencia de ser cierto.
Reportaje publicado en el suplemento Territorios del diario El Correo y en Magonia el 5 de diciembre de 2009.