
“Creer en lo increíble puede salirnos muy caro: podemos perder dinero, la salud y, en ocasiones, hasta la vida. No basta con que seamos inteligentes para protegernos de este tipo de engaños; tenemos que saber dónde y cómo mirar. Alfred Russel Wallace y Steve Jobs fueron genios, pero, aún así, el primero creía en el espiritismo y el segundo murió prematuramente por su confianza en las medicinas alternativas”, digo en el epílogo. En las 224 páginas de El peligro de creer, aparecen magos, médiums, parapsicólogos y dotados, sinvergüenzas y sus víctimas, y desvelo lo que hay detrás de la güija, el horóscopo, el zahorismo, las pseudoterapias y los poderes paranormales. Pero, sobre todo, dejo claro que por creer en cosas extraordinarias uno para mí no es tonto, sino que simplemente está confundido.
El libro está escrito desde el asombro porque yo mismo fui descubriendo historias extraordinarias página a página. Así, por ejemplo, cuando intentaba hacerme una idea de cómo evolucionó la comunicación mediúmnica desde los simples golpes de los espíritus hasta la güija, se cruzaron en mi camino Michael Faraday y las mesas parlantes. Y la historia de Harry Houdini contra Argamasilla, el aristócrata español con visión de rayos X, me llevó a descubrir un apasionante debate periodístico sobre los poderes paranormales entre grandes figuras de la cultura española de los años 20.
Hasta que empecé a escribir El peligro de creer, mi interés por la mayoría de los asuntos de los que trata era marginal. La historia del espiritismo, de la que cuelgan varias subtramas, nunca me había llamado la atención más allá de un par de anécdotas y en mi biblioteca sólo había dos libros sobre esa materia. Hoy superan el medio centenar, además de los consultados por vía electrónica. Durante la elaboración del libro, cada vez que me encontraba con algo extraño, la curiosidad me obligaba a tirar del hilo. A veces sufrí bastante hasta dar con el otro extremo, pero al final aprendí muchas cosas. Eso también hizo que la redacción me llevara dos años de trabajo, con momentos en los que estuve a punto de tirar la toalla.
Ahora pueden disfrutar del resultado por la mitad de lo que cuesta en España un menú del día. Les agradeceré si dejan sus opiniones sobre El peligro de creer en las páginas de Amazon, de la FNAC, de otras librerías y aquí mismo. Estaré encantado de aprender de sus críticas de cara a futuros proyectos, si es que los hay, porque no se crean que es fácil encontrar un editor tan valiente como José Antonio Menor.
¡Genial iniciativa! Hace poco lo estuve buscando en digital y no lo encontré, así que dicho y hecho. Ya tengo mi copia, y comentaré cuando lo termine. ¡Un saludo y gracias por tu labor divulgadora!
Ahora mismo lo compro, que ya no me caben libros en casa 😉 Muchas gracias por tu labor, me parece muy importante.
¡Un abrazo!