«España es Sagitario, un signo de fuego, y por tanto, muy difícil de gobernar», dice Esperanza Gracia hoy en El País, diario que dedica media página a las reflexiones de la astróloga de Telecinco sobre la política española. ¿Merece la pena decir más? ¿Merece la pena indignarse porque el principal periódico español le haga el caldo gordo al timo de la astrología? ¿Merece la pena protestar porque alguien que vive de engañar a la gente sea jaleado en un medio serio? Sí, creo que hay que hacerlo.
No estamos en la España de 1976, en la que la ufología, la parapsicología y la astrología podían parecer a ojos de muchos formas de conocimiento diferentes sólo minusvaloradas por la estrechez de miras de la dictadura recién muerta. Estamos en la España de 2016, un país que forma parte de un primer mundo en el que estupideces como las de Esperanza Gracia están normalmente confinadas donde deben, en las revistas esotéricas y los programas de radio y televisión del ramo. La astrología, señores de El País, merece el mismo respeto que cualquier otra arte adivinatoria: ninguno. Lo que digan, mirando a los astros, Gracia, Rappel, Octavio Aceves y la ahora dominatrix Aramís Fuster debe gozar del mismo crédito que lo que diga Iker Jiménez. Ninguno.
Que levante la mano quien tenga alguna prueba de que un vidente alguna vez ha adivinado algo que no sea obvio. Que dé un paso al frente quien tenga constancia de que alguna vez los vaticinios de la Esperanza Gracia de turno han salvado a alguien. Si los astrólogos realmente son capaces de ver el futuro mirando a las estrellas, ¿por qué nunca alertan de la próxima catástrofe natural o atentado para que se salven vidas inocentes?
La adivina se escabulle
El éxito de los adivinos y los médiums se basa en la ingenuidad de mucha gente y en el uso del efecto Forer -la tendencia a asumir como dirigidas a uno descripciones tan generales que pueden encajar con cualquiera- y la lectura fría, que permite hacer creer a un individuo que uno sabe de él algo que en realidad no sabe a partir de lo que el mismo sujeto dice, de su aspecto y reacciones. Cállense ante uno de éstos charlatanes cuando les pregunte qué es lo que les interesa saber y lo dejarán descolocado.
Esperanza Gracia no es tonta y no dice en El País nada que la vaya a hacer quedar en fuera de juego. Bueno, en realidad, no dice nada. Hace descripciones de los líderes de los cuatro principales partidos políticos españoles que podría hacer cualquier, aunque ella las adereza con cháchara astrológica por eso de vestir a la mona de seda. Así, nos cuenta, por ejemplo, que Pedro Sánchez y Albert Rivera «son signos de agua» y «por eso se entienden bien». Sin embargo, cuando se trata de saber lo que ocurrirá a partir de hoy, se escabulle: «Al final será el cosmos el que ponga orden en el caos. No descartemos que suceda lo inimaginable ahora mismo. Todo puede cambiar en un instante. Algo pasará que desbloqueará la situación en algún sentido».
¿Acaso no es vidente y cobra por ello? ¿Acaso el futuro no está escrito en las estrellas y ella es capaz de interpretarlo? ¿Acaso se creen ella y quienes la promocionan que somos tontos? No, no, y parece que sí.
Información publicada en Magonia el 26 de junio de 2016.