Las terapias naturales no existen, señores parlamentarios vascos

Una mujer, en una sesión de reiki. Foto: PxHere.
Una mujer, en una sesión de reiki. Foto: PxHere.

Hablar de terapias naturales es engañar a la gente. No hay terapias naturales. Toda terapia es, por definición, obra humana, artificial. «Una terapia es un tratamiento tras un diagnóstico y un tratamiento, por ley, es una competencia de los profesionales sanitarios, que están regulados por la Ley de  ordenación de las profesiones sanitarias», explica Adrian Hugo Llorente, médico y portavoz del colectivo de profesionales sanitarios Con la salud no se juega. No hay nada natural en poner una inyección, operar a corazón abierto o radiar un tumor, pero tampoco lo hay en pinchar con agujas o abejas, elaborar preparados homeopáticos, imponer las manos ni otras cosas por el estilo. Los practicantes de curanderismos varios usan el adjetivo natural fraudulentamente, como reclamo para atraer a los incautos que identifican, erróneamente, natural con bueno y artificial con malo.

También es engañoso referirse a esas prácticas como medicinas alternativas o complementarias. Si una cosa se considera alternativa o complementaria de otra, es porque funciona. Si dudo entre recurrir al tren o al autobús para un desplazamiento, es porque ambos medios de transporte pueden llevarme adonde quiero ir. Ni el teletransporte ni las naves hiperlumínicas son medios de transporte alternativos porque, para empezar, nadie ha demostrado que existan. Lo mismo pasa con las medicinas alternativas o complementarias: nunca han demostrado su efectividad científicamente. Si no, serían simple y llanamente medicina.

Si uno sufre un cáncer y sustituye los tratamientos médicos convencionales -que cada vez curan más cánceres- por la bioneuroemoción, el alineamiento de pares biomagnéticos o la medicina ortomolecular, estará condenándose a una muerte prematura. Si complementa la terapia científica con homeopatía, reiki o medicina ayurvédica, estas últimas serán médicamente tan efectivas como, desde el punto de vista de la ingeniería naval, el agua del hisopo con que un sacerdote bendice un barco. Si la nave está mal hecha, se hundirá por mucha bendición que tenga; si está bien hecha, la bendición será tan útil como una pata de conejo o cruzar los dedos. Puesto a creer, en el pueblo indonesio de Rawa Buaya creer que la electricidad estática de las vías del tren tiene poderes curativos contra algunas enfermedades. No se rían: no es algo más disparatado que creer que, cuanto más disuelta está una sustancia, más potente es, uno de los principios básicos de la homeopatía.

Proposición no de ley ante el Parlamento vasco

¿A cuento de qué viene todo esto? A que tengo delante una proposición no de ley del PSE y el PP presentada en el Parlamento vasco el 17 de marzo para instar al Gobierno autónomo a que regule «el ejercicio de las terapias naturales ejercidas por profesionales no sanitarios y en centros no sanitarios», velando porque la información puesta a disposición del ciudadano respecto a estas prácticas «no induzca a error ni a engaño» y contando con «los organismos de control de las prácticas que afectan a los consumidores y usuarios», además de establecer mecanismos para la acreditación del ejercicio profesional y un distintivo de calidad para los centros que cumplan lo establecido. El texto ha sido enmendado por el PNV y EH Bildu sólo en detalles gramaticales.

La proposición no de ley, que firman Carmelo Barrio (PP) y Blanca Roncal (PSE), parece hecha a medida de los practicantes de las mal llamadas medicinas alternativas. Arranca con la falacia de que cada vez hay una mayor demanda de estas pseudoterapias y seguidamente cita una serie de iniciativas internacionales. Curiosamente, pasa por alto los muchos estudios que no han encontrado prueba alguna de que esas prácticas funcionen. Así, ignoran, por ejemplo, el informe elaborado por un grupo de expertos para el Ministerio de Sanidad en 2011 que no encontró en ninguna de estas prácticas pruebas suficientes que demuestren su eficacia más allá del placebo.

Tampoco parece que importe mucho a los firmantes que el presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín, considere la homeopatía -una de las denominadas terapias naturales- un proceso «ilusorio y engañoso» que no cuenta con «ningún tipo de evidencia científica» a su favor y pertenece «al mundo de las creencias». Apostillo: como todos los de la medicina alternativa. Si quieren prestar un servicio a los ciudadanos que les han votado, las formaciones presentes en el Parlamento vasco deberían dejar de contemporizar con quienes juegan con la salud aprovechándose de la ingenuidad y la buena fe de la gente, y pedir al Gobierno central que, simple y llanamente, aplique la ley.

¿Por qué no se aplica la legislación vigente?

Ante quien comercializa un tratamiento no demostrado contra lo que sea, caben dos opciones. Si es un profesional sanitario, las organizaciones colegiales deberían desmarcarse de él y advertir a la ciudadanía de que lo que hace no sólo es una violación de la ética profesional, sino que también supone un peligro para la salud. Si no es un profesional sanitario, los colegios profesionales y la Administración deberían denunciarle ante la Justicia por intrusismo. No hay nada que regular: quien se anuncia como terapeuta alternativo sin ningún título oficial reconocido es un intruso y es obligación de la Administración protegernos de él. Al igual que yo no puedo ir por ahí construyendo casas sin ser arquitecto, si no soy médico, se me debe impedir -lo dice la ley- hacerme pasar por tal.

Como recordaba hacer unos días Fernando L. Frías, compañero del Círculo Escéptico, cuando Cataluña se propuso hacer algo parecido, tumbaron el proyecto legislativo autonómico en los tribunales porque invadía competencias propias del Estado. El artículo 149 de la Constitucion dice que el Estado se reserva como competencia exclusiva la «regulación de las condiciones de obtención, expedición y homologación de títulos académicos y profesionales», algo de lo que Barrio y Roncal parecen no haberse enterado. Por si eso no fuera suficiente, una comunidad autónoma no tiene competencia para acreditar a profesionales de la salud, ya que el artículo 2 de la vigente Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias establece que es el Ministerio de Sanidad el que tiene autoridad para hacerlo. Y no vale decir que estamos hablando de «competencias no sanitarias» porque, por mucho que se denominen así para saltarse la ley a la torera, lo que hacen los terapeutas alternativos es actuar sobre la salud, con consecuencias muchas veces trágicas.

Nota publicada en Magonia el 5 de mayo de 2016.


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