
«¿Estabas hace cinco horas en el aeropuerto de Barcelona?», pregunté el 27 de marzo por teléfono a alguien a quien no conocía en persona. Acababa de meterme en un coche en el aeropuerto de Sevilla, adonde había llegado desde Bilbao tras una escala de cuatro horas en Barcelona. Me encontraba en la capital andaluza para dar una charla sobre cómo a todos nos pueden engañar. «Sí, estaba en el Prat», me respondió mi interlocutor. «Pues te voy a incluir en mi conferencia de esta tarde», le dije. Había vivido mi milagro de marzo.
Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 22 de mayo de 2014.
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